Esto de encontrar la razón de escribir me tiene podrido. Descargar podría ser una pista. Quemar las naves, las esperanzas, la trampa, el abrazo del oso. Porque está claro que no voy a ser reconocido como intelectual o pluma influyente, que no voy a ser suceso editorial y más claras aún ciertas cosas que no vienen al caso y que aún cuando vinieran o viniesen no me da por enumerarlas.
Todo está más claro. Tan claro como un pozo ciego. La razón de escribir será entonces compensar. Como buen cínico nunca creí absolutamente en nada, aparte de que era saludable desconfiar de nuestra capacidad de determinar. Viví 58 años como un caprichoso indestructible tirando la pelota arriba para retardar la lógica implacable de nuestro querido La Fontaine. Hoy la lógica está contenta porque me tiene acorralado. Los burgueses coinciden: «estaba cantado». No alardean algarabías, pero exhiben suficiencia. La falla quizás residió en la ausencia de voluntad de predación y las políticas que ésta engendra o que la acompañan. La acumulación, en gaucho.
Tardé media hora en escribir la última frase, me la pasé pensando. 58 años y piensa media hora en un bar. La gente pasa aferrada a su destino. No veo al dios de Baruch. Lo que sí veo son espacios. Pero ni una substancia nítida. Como si la gente fuera espacios. La gente se pasa la vida gestionando espacios dónde no se pone nada o tan poco. Ellos lo llaman movimiento, expresión, exigencia y comunicación. Pero es espacio. Salvo para escribir. Escribir no es gestionar espacio, es compensar. Por el contrario, publicar es gestión de espacio. Y algo más, a veces. Publicar es tirar botellas al agua. La cuestión es quién las descorcha.
Hacía cierto tiempo que no escribía en castellano. Es agradable: no puedo o necesito escribir en francés para escribir sin adornos. Sin emperifollar. Difícil tener amigos en el pozo ciego. Por otra parte, sin emperifollar. Se entiende cuando uno acepta la idea que nadie quiere amigos que mordisqueen cuando curiosos, por ejemplo. No está bien visto el box fraterno.
Otra cosa que veo: formatos. Casi substancias evanescentes. Formatos sobredeterminados por resacas substanciales que no se puede esconder. Formatos y espacios y como textos borrosos como fórmulas o programas. Este bar lo capturé hace ya tres o cuatro meses y me conozco buena parte del barrio, pero no chamuyo con naides. Tengo una memoria impresionante para las caras y los zapatos. Gente con quién no he hablado nunca pero he escuchado hablar. Como el electricista alcohólico que acaba de pasar con los zapatos de hace dos meses.
Ayer un amigo de mi hijo se cayó de un sexto piso, en pedo, rebotó en la marquesina de un bar y está en coma. Le gusta caminar por los techos para impresionar a sus amigos. Para mí que se aburría en su espacio de cumpleaños y rebalsaba substancia. Si no lo mata, lo cambia seguro y vamos a ser más amigos.