Giorgi ilustra el plazo para el que se estaria pensando. Y escandaliza a Broda, entre otros. Una de nuestras ministras preferidas. |
Un proceso de apreciación cambiaria, como el que se discute que se da en Argentina actualmente, incluye diferentes aristas.
En principio, significaría, en el caso argentino, simplemente que la producción local sufre un aumento de costos medidos en dólares. La necesidad de medir en dólares proviene del hecho de que esta es la moneda usada como reserva de valor y valor de cambio en todo el mundo. El comercio mundial se hace en dólares, los bancos centrales ahorran (garantizan sus sistemas financieros) en dólares. Por lo tanto, decir que tus costos aumentan en dólares significa en principio que lo que vos producís se vuelve más caro que lo importado.
Sin embargo, cada vez más el comercio internacional experimenta una tendencia a la descentralización de los flujos. Países como Argentina ven incrementar su comercio Sur-Sur (con África, los países árabes, el lejano oriente o el resto de Latinoamérica) en mayor proporción que con los países centrales (principalmente EEUU).
Esto hace que se tome en cuenta una variante del valor de la moneda (y de los costos internos de producción): el tipo de cambio multilateral. Es decir, la relación de nuestros costos en dólares con los de otros países con los que tenemos un comercio fluído.
Esto implica que la suba de nuestros costos en dólares puede compensarse con subas parejas (o mayores, tal vez) en los costos en dólares de esos países.
Por lo tanto, la apreciación medida en dólares, puede no verificarse si se la mide en relación al Real, o al Yuan.
Esto quiere decir que si bien la relación de nuestros costos con el dólar es un indicativo importante, hay un mundo más allá de ella. A fortalecer «ese mundo» apunta, por ejemplo, la decisión compartida de varios países de mudar el comercio bilateral al uso de monedas propias (y a la aceptación de las mismas como reservas de valor por parte de los bancos centrales).
Independientemente de esto, lo llamativo es que en épocas en que la apreciación cambiaria era considerada una necesidad por los expertos (y un sacrilegio por el Gobierno) se hacía hincapié en que tipo de cambio competitivo equivalía a salarios bajos. Y esto es (hay que decirlo) una verdad inapelable.
Por lo cual, deberíamos también precisar la contracara: apreciación cambiaria implica inversamente salarios altos (en dólares).
Justamente, las actividades con mayor valor agregado sufren de lleno el incremento en sus costos cuando los salarios aumentan.
Entonces, tenemos una línea, que describe claramente la dualidad:
Apreciación cambiaria – Salarios altos en dólares – Altos costos de producción (y pérdida de competitividad).
La buena noticia de que nuestros salarios aumenten en dólares se compensa con la mala noticia de que nos incentiva a importar trabajo extranjero (productos hechos en el extranjero).
La utilización de herramientas como las mentadas licencias no automáticas son mecanismos, entonces, que intentan mitigar esta dualidad de la siguiente forma:
Poner escollos administrativos al ingreso de productos importados. Esto, aumenta indirectamente los costos de lo importado en relación con los de la producción local. Sin tener que reducir salarios.
La táctica tiene un alcance corto. Sirve como primer paso para proyectar la sustitución de importaciones, y debe enfocarse integralmente con la posibilidad paralela de apuntalar la producción local de los productos afectados. Sobre todo cuando se trata de insumos, porque de no hacerse (y de no reducir con subsidios indirectos sus costos) se encarece directamente los costos de producción de quienes los utilizan.
Nada aporta, por otra parte, para el más necesario proceso de desarrollo que implica ganar complejidad en los productos que se exportan.
No es el arma monstruosa que ofende a los José Luis Espert. Tampoco una genialidad de un estratega. Apenas una herramienta mínima, para paliar un problemita en el corto plazo.
Depreciación cambiaria – Inflación – Elevación costos de producción (y pérdida de competitividad). O no? Creo que volvimos al péndulo de la etapa industrial argentina, en la que ibamos entre la devaluación (para beneficiar al sector agrario) o la revaluación (beneficiando la adquisición de bienes de capital para el sector industrial). O salimos de esa dualidad? O ya no tenemos ese sector industrial con capacidad de presión y necesidades de traer maquinarias?
yo no asociaria directamente el par devaluacion-agro, revaluacion-industria; en efecto, los que hoy presionan para devaluar son los industriales. De todos modos, hay un problema ausente en la nota: Brasil. Si Brasil devalua, estamos al horno.
Hay dos problemas que no veo reflejados en tu artículo. Corregime por favor si me equivoco.
Primer problema, no todos los bienes que importamos tienen un sustituto adecuado en Argentina.
Segundo problema, si importamos algo es porque es más barato producirlo afuera que en el país. Si cerramos la importación, la consecuencia es que los consumidores van a tener que pagar más caros esos productos con la consecuente disminución en sus niveles de vida. La respuesta fácil -pero no correcta- a esto es que si importamos todo entonces nadie va a tener plata (por no tener trabajo) para pagar esos productos.
Y después esta todo aquel otro que incentivas a los que beneficiados por la importancio a mantener el sistema de cerrojos sine die.
Francisco: estoy de acuerdo con lo que planteás, pero fijate que sí mencioné algo de eso en la entrada.
Por ejemplo, que la sustitución de importaciones no solamente tiene que tener medidas para encarecer lo importado, sino también para abaratar los sustitutos nacionales.
Por supuesto, no todo lo que se importa deba ni será sustituido.
En general, se trabaja por cadenas productivas: tenemos las terminales de electrónica en Tierra del Fuego? Bueno, cómo empezamos a sustituir importaciones extra-Mercosur para su ensamble.
Se hizo muy exitosamente con el software del algunos de esos productos, tengo entendido.
La integración productiva puede ser fronteras adentro, o puede ser en el marco de Mercosur. Hay trabajo con eso, para que el bloque pueda sustituir importaciones asiáticas o europeas.
Lo del incentivo a que se mantenga el sistema es de imposible solución. Hay que asumirlo y pelearlo.
Abrazo.
Para sustituir importaciones extra-Mercosur para las terminales de Tierra del Fuego, hace falta una inversión, MUY PERO MUY fuerte en desarrollo e investigación tecnológica.
Pública o privada la inversión, Leandro?
Cómo la financiamos?
Con el consumo qué hacemos?
Seguimos alimentando la demanda agregada o frenamos la inflación?
Todo no se puede…
Pública y privada.
Podriamos financiarlo redirigiendo ciertos excesivos gastos del estado de dudosa justificación.
Después de todo, invertir en desarrollo, es invertir en el futuro del país.
Sí. Digamos que la insuficiente inversión en el rubro es, en la actualidad, la más alta de la historia argentina. Y que (pocos) algunos frutos está dando.
Claro que redirigir fondos no permite cumplir con el requisito de moderar el gasto para estabilizar los precios y darle «señales claras» a los inversores privados. Pero, bueno, si moderamos el consumo tampoco sería necesaria tanta inversión, porque después de todo nadie compraría lo producido.
Abrazo
vamos mariano, no es consumo si, inversion en desarrollo no y viceversa. Se pueden hacer politicas combinadas o ir moderando el consumo sin que por ello se desplome. Creo que aca leandro no hablo de retraer el consumo completamente..
Es que nunca se puede retraer el consumo completamente.
Sólo digo que si no fuera por el elevado consumo en artículos tecnológicos es posible que no se hubieran instalado tantas terminales acá en estos años.
Entonces, si el objetivo es sustituir los importados que usan las terminales, hay que garantizar un consumo robusto para que las terminales sigan quedándose.
Los celulares, los GPS, las netbooks no son artículos de primera necesidad. Son productos cuyo consumo es muy sensible al poder adquisitivo de la población. Si enfriás la economía es lo primero que se retrae.
Ahora, si queremos especializarnos y agregar tecnología en los productos en que ya somos grandes exportadores, entonces el consumo interno no interesa.
Abrazo
La «industria» de Tierra del Fuego consiste en importar todo, y poner aquí:
*) Cajas de cartón
*) Bolsitas de polietileno
*) Etiquetas
*) Pegamento
Eso sí: esas cositas deben ser de industria nacional
Por tamaño esfuerzo, subsidiamos a esas «industrias» en reconocimiento a su inversión en tecnología…
La verdadera industria de tecnología y software está en el continente, mejor dicho en Buenos Aires. Aquí sí, hay que lidiar duramente con la competencia importada, ya que son PYMES sin poder de lobby.
Para las grandes, está el paraíso fueguino…
Bueh, si vamos a decir que la industria del software no recibe apoyo, ya estamos en el horno…
En tecnologías de punta, nada.
¡Oh, si!, en software está el Fonsoft, cuyo plazo de desembolso, burocracia mediante es en promedio, de 2 a 3 años, a una tasa de inflación de…
O sea, es cierto, no estamos en el horno.
David:
Tenés
-certificaciones de calidad
-financiación de proyectos (te puede parecer lento el desembolso, sí)
-inclusión de empresas en misiones comerciales (se cierran proyectos de exportación por esa vía)
-exenciones impositivas por certificación de calidad
-exenciones impositivas a quienes compren software argentino para reemplazar importado (en Tierra del fuego)
-asistencia técnica del Ministerio de CyT.
Los resultados son contundentes: en 4 años el sector generó 6.000 puestos de trabajo, exporta, se incrementó exponencialmente la cantidad de empresas con certificación de calidad. Vendemos software especifico. El e-banking del Galicia, el Itaú y varios bancos más es nacional. Le vendimos software a la bolsa de México.
Eso sí, todavía el Estado no pudo comprar Microsoft para que la operen empresarios argentinos, pero bueno, de a poquito.
Abrazo
Gracias Mariano.
Una dosis de optimismo nunca viene mal.
¡Vamos por Microsoft, Google y Facebook!
¡Intel y AMD a Tierra del Fuego!
Saludos.