«Harto ya de estar harto, ya me cansé» (diría como Serrat) de escuchar hablar sobre la supuesta «grieta» que divide a la Argentina. Hace años que se apela a la metáfora de una grieta que separaría a la sociedad argentina en dos bandos o mitades irreconciliables, producto de la deliberada y dañina política del gobierno kirchnerista con inconfesables intenciones. Esta metáfora, nacida de alguna pluma del periodismo hegemónico pero tomada calurosamente por la oposición al gobierno anterior para explicar muchas de las medidas del kirchnerismo fue también utilizada inteligentemente por Cambiemos para su campaña proselitista, y lo sigue siendo actualmente para explicar algunas de sus propias medidas de gobierno.
Luego de escuchar y leer sobre esta supuesta invención del kirchnerismo para dividir al país en «buenos» y «malos», en «nosotros» y «ellos», sistemáticamente explotada con esa intención por aquella oposición política y mediática (hoy juntas en el poder), podemos preguntarnos cuándo fue que nació esa grieta, en 2003; 2007 o después. Pero nos veríamos en problemas si analizamos las causas y características de esa grieta de una manera histórica más abarcativa, más completa. Porque ¿cuándo fue que Argentina no contaba con esa grieta? ¿La sociedad argentina estaba unida antes del 2003, en los años 90, en los 70 ó, más atrás en nuestra historia, durante los gobiernos de Perón o Yrigoyen?
Para ilustrar el meollo de lo que proponemos analizar, reproduciremos sin comentarios ni acotaciones algunos párrafos tomados de esas épocas, referidas a los gobiernos peronistas e yrigoyenistas, posteriores a sus respectivas caídas. Es decir, qué se decía de ellos cuando ya habían caído en desgracia. Y entonces veremos que la ampliamente publicitada grieta que separó al país en esta última década no es nada nuevo o, por lo menos, que es una metodología utilizada para argumentar, para unificar relatos que no podrían fusionarse de otra manera, utilizados para denostar a los gobiernos democráticos mayoritarios. Es decir, por lo tanto,: para construir una metáfora, un mito que sirva para un propósito político determinado.
Pero, dejemos paso ya a los textos que demuestran que la famosa grieta en nuestra sociedad no tiene diez o doce años sino que es bastante adulta, anciana diríamos mejor…
La grieta en tiempos de Perón.
Tapa de La Nación tras el derrocamiento de Perón. |
«Había dos países en octubre de 1945: el país elegante y simpático con sus intelectuales y su sociedad distinguida sustentada en su clientela ‘romana’ y el país de ‘la corte de los milagros’ que mostró entonces toda su rabia y toda su fuerza. ¡Nueve días que sacudieron al país! ¡Nueve días en que la verdad se desnudó! ¡Nueve días que cierran una época e inauguran otra! (…) Desde luego, el odio no es el único ingrediente del peronismo pero es el fundamental, el cemento que aglutinó a las masas en torno a Perón».
Emilio Hardoy, dirigente conservador.
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«El malón peronista – con protección oficial y asesoramiento policial- que azotó al país, ha provocado rápidamente- por su gravedad- la exteriorización del repudio popular de todos los sectores de la República en millares de protestas. Se plantea así para nuestros militantes, una serie de tareas que para mayor claridad, hemos agrupado en dos rangos: higienización democrática y clarificación política. Es decir, por un lado, barrer con el peronismo y todo aquello que de alguna manera sea su expresión: por el otro, llevar adelante una campaña de esclarecimiento de los problemas nacionales, la forma de resolverlos y explicar ante las amplias masas de nuestro pueblo, más aún que lo hecho hasta hoy, lo que la demagogia peronista representa. En el primer orden, nuestros camaradas deben organizar y organizarse para la lucha contra el peronismo hasta su aniquilamiento. Corresponde aquí también señalar la gran tarea de limpiar las paredes y las calles de nuestras ciudades de las inmundas ’pintadas’ peronistas. Que no quede barrio o pueblo sin organizar las brigadas de reorganización democrática. Nuestras mujeres deben visitar las casas de familia, comercios, etc, reclamando la acción coordinada y unánime contra el peronismo y sus hordas. Perón es el enemigo número uno del pueblo argentino.»
Declaración del Partido Comunista.
«En los bajíos y entresijos de la sociedad hay acumuladas miseria, dolor, ignorancia, indigencia más mental que física, infelicidad y sufrimiento. Cuando un cataclismo social o un estímulo de la policía moviliza las fuerzas latentes del resentimiento, cortan todas las contenciones morales, dan libertad a las potencias incontroladas, la parte del que pueblo que vive ese resentimiento y acaso para su resentimiento, se desborda en las calles, amenaza, vocifera, atropella, asalta a diarios, persigue en su furia demoníaca a los propios adalides permanentes y responsables de su elevación y dignificación».
Partido Socialista.
«No sólo por los bombos, platillos, triángulos y otros improvisados instrumentos de percusión (esa gente) me recuerda las murgas de carnaval, sino también por su indumentaria: parecen disfrazados de menesterosos. Me pregunto de qué suburbio alejado provienen esos hombres y mujeres casi harapientos, muchos de ellos con vinchas que, como a los indios de los malones, les ciñen la frente y casi todos desgreñados. ¿O será que el día gris y pesado o una urgente convocatoria, les ha impedido a estos trabajadores tomarse el tiempo de salir a la calle bien entrazados o bien peinados, como es su costumbre ¿O habrán surgido de ámbitos cuya existencia yo desconozco».
María Rosa Oliver, escritora del grupo «Sur» y camarada de ruta del partido comunista.
«El malevaje peronista, repitiendo escenas dignas de la época de Rosas y remedando lo ocurrido en los orígenes del fascismo en Italia y Alemania, demostró lo que era, arrojándose contra la población indefensa, contra el hogar, contra las casas de comercio, contra el pudor y la honestidad, contra la decencia, contra la cultura e imponiendo el paro oficial, pistola en mano y con la colaboración de la policía que ese día y al día siguiente, entregó las calles de la ciudad al peronismo bárbaro y desatado».
Partido Comunista.
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“Las muchedumbres agraviaron el buen gusto y la estética de la ciudad, afeada por su presencia en nuestras calles. El pueblo las observaba pasar, un poco sorprendido al principio, pero luego con glacial indiferencia.”
Diario Crítica, 17 de octubre de 1945
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“Los ciudadanos que desfilaron triunfalmente, yo entre ellos, poco tiempo antes por las calles de Buenos Aires, jamás imaginaron que la muchedumbre, imponente e informe, amenazadora y primitiva, iba a invadir la Plaza de Mayo al grito de guerra de ¡Perón!”.
Emilio Hardoy, Partido Conservador.
Libro sobre la «grieta» actual. |
La grieta en tiempos de Yrigoyen.
Manifiesto del dictador Uriburu del 6 de septiembre de 1930.
Respondiendo al clamor del pueblo y con el patriótico apoyo del ejército y de la Armada, hemos asumido el Gobierno de la Nación.
El dictador Uriburu hablándole a la multitud tras el golpe. |
Exponentes de orden y educados en el respeto de las leyes y de las Instituciones, hemos asistido atónitos al proceso de desquiciamiento que ha sufrido el país en los últimos años.
Hemos aguardado serenamente con al esperanza de una reacción salvadora, pero ante la angustiosa realidad que presenta al país al borde del caos y de la ruina, asumimos ante él la responsabilidad de evitar su derrumbe definitivo.
La inercia y la corrupción administrativa, la ausencia de justicia, la anarquía universitaria, la improvisación y el despilfarro en materia económica y financiera, el favoritismo deprimente como sistema burocrático, la politiquería como tarea primordial de gobierno, la acción destructora y denigrante en el Ejército y en la Armada, el descrédito internacional logrado por la jactancia en el desprecio por las leyes y por las actitudes y las expresiones reveladoras de una incultura agresiva, la exaltación de los subalterno, el abuso, el atropello, el fraude, el latrocinio y el crimen, son apenas un pálido reflejo de lo que ha tenido que soportar el país.
Será también aspiración del gobierno provisorio devolver la tranquilidad a la sociedad argentina, hondamente perturbada por la política de odios, favoritismos y exclusiones, fomentada tenazmente por el régimen depuesto, de modo que en las próximas contiendas electorales predomine el elevado espíritu de concordia y de respeto por las ideas del adversario que son tradicionales a la cultura y a la hidalguía argentinas.
Las voces de la oposición que se han alzado en defensa de los principios de orden y de altivez en una y otra Cámara han sido impotentes para levantar a la mayoría de su postración moral y para devolver al cuerpo de que formaban parte el decoro y el respeto definitivamente perdidos ante la opinión.
Invocamos, pues, en esta hora solemne, el nombre de la Patria y la memoria de los próceres que impusieron a las futuras generaciones el sagrado deber de engrandecerla; y en alto la bandera, hacemos un llamado a todos los corazones argentinos, para que nos ayuden a cumplir este mandato con honor.
Buenos Aires, 6 de Septiembre de 1930.
Teniente general Uriburu , Comandante en Jefe del ejército y presidente del Gobierno provisorio.
Marcelo T. de Alvear habla de Hipólito Yrigoyen:
“Yrigoyen con una ignorancia absoluta de toda la práctica de gobierno democrático, parece que se hubiera complacido en menoscabar las instituciones. Da pena cómo ese hombre, que encarnaba los anhelos de la libertad del sufragio, que tenía un puesto ganado en la historia al dejar su primera presidencia, destruyó su propia estatua.”
“Él que dirigió varias revoluciones, en las que nosotros participamos, no logró hacer triunfar ninguna. En cambio, ve triunfar la primera que le hacen a él. Más le valiera haber muerto al dejar su primer gobierno; al menos, hubiera salvado al partido, la única fuerza electoral del país, rota y desmoralizada por la acción personal de su personalismo.”
Declaraciones de Marcelo T. de Alvear al diario La Razón, Buenos Aires, 8 de septiembre de 1930, dos días después del derrocamiento de Hipólito Yrigoyen.
“Ya por entonces el Congreso estaba lleno de chusma y guarangos inauditos. Se había cambiado el lenguaje parlamentario usual, por el habla soez de los suburbios y los comités radicales. Las palabras que soltaban de sus bocas esos animales no habían podido ser dichas nunca ni en una asamblea salvaje del Africa o del Asia. En el Congreso ya no se pronunciaban discursos, sino que se rebuznaba y la barra secundaba los actos de su amigos”.
Bosch, Mariano “Historia del partido Radical”, BsAs, pág . 214
“Aparecieron en manadas los radicales del Parque, surgieron “dotores y más “dotores”, cuyas melenas cortadas en el cogote a filo de navaja y los cuellos altos, no siempre limpios, denunciaban larga ascendencia de pañuelo al cuello y pantalón bombilla. Las chinas, pintadas de albayalde, trepadas a sus tacones Luis XV, decoraban las antesalas y repartían miradas tropicales entre la canalla ensoberbecida, candombe peor que de negros, de mulatos. Color chocolate en los rostros y color chocolate en las conciencias”.
Valenti Ferro, Enzo. “Qué quieren los nacionalistas”, Bs As, 1933
“El espectáculo que presentaba la casa de gobierno…era pintoresco y bullicioso. Como en un hormiguero, la gente, en su mayoría mal trajeada, entraba y salía hablando y gesticulando con fuerza..Un ordenanza me condujo a la sala de espera… Ví allí un conjunto de personas de las más distintas cataduras :una mujer de humilde condición con un chiquillo en los brazos, un mulato en camiseta, calzado con alpargatas, que fumaba y escupía sin cesar, un señor de edad que parecía funcionario jubilado, dos jóvenes radicales que conversaban con vehemencia de política con un criollo medio viejo de tez curtida, al parecer campesino, por su indumentaria y su acento”.
Ibarguren, Carlos, “La historia que he vivido”, Bs As, EUDEBA, 1969, pág. 300.
“Hubo el encumbramiento por el favor presidencial de los elementos más inferiores de la sociedad… En realidad, una verdadera turba allí acampada, en espera permanente del beneficio, la dádiva, el empleo prometido… Fue un pronunciamiento de la plebe, de la masa popular desheredada.”
Pinedo, Federico (abuelo del actual diputado del PRO), “En tiempos de la República”, Edit. Mundo Forense, Bs As, 1946, pág. 40.
Textos extractados de «La Causa Radical contra El Régimen Conservador (1850-1928)» de Norberto Galasso.
“Este hombre no tiene energías, ni tiene voluntad, tiene una obstinación, un deseo de decidir el voto de los electores por medio de favores, servicios, prebendas y promesas, se puede llegar a situaciones insostenibles. Hay una clase de parasitismo populachero, que es insaciable… Todo esto prepara situaciones sociales realmente pavorosas, tan serias y tan complicadas, que muchas veces imponen la necesidad de apelar a recursos extremos…”.
Nicolás Repetto en la Cámara de Diputados.
“Yrigoyen significó un anacronismo, un paso atrás hacia la barbarie y un ultraje a la cultura alcanzada. Fue la invasión del bajo fondo en su parte enferma al poder, el fandango de la cocina instalada en la sala, el asalto a las arcas públicas por todo género de delincuentes, la humillación de toda manifestación de cultura por la hez del conventillo… ¡Es el ciudadano que ha irrogado más daños a su patria!.”
Benjamín Villafañe en La Tragedia Argentina.
“Se han resucitado las prácticas de la mazorca llevando el terror a todas partes… El pueblo creyó en su caudillo con fe ciega. Y no vio nada, no vio la Patria… El líder pudo convivir con todos y vibró con unos pocos, con los peores… Por eso ha terminado solo, absolutamente solo”.
Extractado de Revista El Hogar de 1930, luego del derrocamiento de Yrigoyen.
“Una horda, un hampa había acampado en las esferas oficiales y plantado en ellas sus tiendas de mercaderes, comprando y vendiéndolo todo, desde lo más sagrado hasta el honor de la Patria… La época yrigoyenista ha pasado ya vomitada por el pueblo al gheto de la historia.”
Discurso de Sánchez Sorondo en 1930, luego del derrocamiento de Yrigoyen.
Textos extractados de «El Golpe Militar del 6 de Setiembre de 1930» de Norberto Galasso.
¿La grieta también en el siglo XIX?
En nuestra historia tenemos infinidad de ejemplos de la existencia de esta grieta en el siglo XIX (para no remontarnos a los XVIII y XVII).
Veamos, por ejemplo, lo que opinaba libremente nuestro Padre del Aula Inmortal, Domingo Faustino Sarmiento sobre la otra orilla de la grieta:
El «Facundo», libro emblemático sobre la grieta en el siglo XIX. |
«¿Lograremos exterminar los indios? Por los salvajes de América siento una invencible repugnancia sin poderlo remediar. Esa canalla no son más que unos indios asquerosos a quienes mandaría colgar ahora si reapareciesen. Lautaro y Caupolicán son unos indios piojosos, porque así son todos. Incapaces de progreso, su exterminio es providencial y útil, sublime y grande. Se los debe exterminar sin ni siquiera perdonar al pequeño, que tiene ya el odio instintivo al hombre civilizado».
(El Progreso, 27/9/1844; El Nacional, 25/11/1876.) (Artículos de «El Progreso», 27.9.1844 y de «El Nacional», 19.5.1857, 25.11.1878 y 8.2.1879.)
«Si los pobres de los hospitales, de los asilos de mendigos y de las casas de huérfanos se han de morir, que se mueran: porque el Estado no tiene caridad, no tiene alma. El mendigo es un insecto, como la hormiga. Recoge los desperdicios. De manera que es útil sin necesidad de que se le dé dinero. ¿Qué importa que el Estado deje morir al que no puede vivir por sus defectos? ¿Los huérfanos son los últimos seres de la sociedad, hijos de padres viciosos, no se les debe dar más que de comer».
(Discurso en el Senado de Buenos Aires, 13 de Septiembre de 1859)
«Se nos habla de gauchos… La lucha ha dado cuenta de ellos, de toda esa chusma de haraganes. No trate de economizar sangre de gauchos… Es lo único que tienen de humano. Este es un abono que es preciso hacer útil al país. La sangre de esta chusma criolla incivil, bárbara y ruda, es lo único que tienen de seres humanos».
(Carta a Bartolomé Mitre de 20 de Septiembre de 1861 y «El Nacional» 3/2/1857)
«Tengo odio a la barbarie popular… La chusma y el pueblo gaucho nos es hostil… Mientras haya un chiripá no habrá ciudadanos, ¿son acaso las masas la única fuente de poder y legitimidad?. El poncho, el chiripá y el rancho son de origen salvaje y forman una división entre la ciudad culta y el pueblo, haciendo que los cristianos se degraden… Usted tendrá la gloria de establecer en toda la República el poder de la clase culta aniquilando el levantamiento de las masas».
(En Buenos Aires, 1853; Carta a Mitre del 24 de Septiembre 1861; en EEUU., 1865)
«Cuando decimos pueblo, entendemos los notables, activos, inteligentes: clase gobernante. Somos gentes decentes. Patricios a cuya clase pertenecemos nosotros, pues, no ha de verse en nuestra Cámara (Diputados y Senadores) ni gauchos, ni negros, ni pobres. Somos la gente decente, es decir, patriota”.
Sarmiento, Discurso de 1866.
La «grieta» parodiada cotidianamente en el canal TN. |
Como hemos visto, la división en la sociedad argentina en dos partes que se postula como una creación kirchnerista no es más que una división ya existente, más que centenaria, una duplicidad que debemos conocer, analizar y con la que debemos convivir democráticamente, civilizadamente, pero de la que quizás no podamos deshacernos. O, tal vez, de la que no deberíamos esperar deshacernos, ya que más que una grieta que nos separa puede llegar a ser una pluralidad característica, innata de nuestra cultura criolla que deberíamos aprovechar para encontrar variantes ante cada uno de los desafíos que encontremos en nuestro devenir histórico. Pero ése ya es otro tema, que excede, evidentemente, esta humilde nota.
Más datos sobre el tema y sobre las fuentes utilizadas, ver nuestras notas:
WikiPis: Alvear vs Yrigoyen.
WikiPis: Proclama del Gral. Uriburu
No todos nosotros somos morochos o gronchos… ¿No?
No todos nosotros somos morochos o gronchos… ¿No? (II)
No todos nosotros somos morochos o gronchos… ¿No? (III)