(Publicado originalmente acá)
Es la vedette del momento. Lo pide la oposición, lo piden los periodistas. La Presidenta lo niega. La sensación de que «se viene» es casi inevitable. El cambio de gabinete, señores, anda rondando.
En un sistema presidencialista (el argentino en especial porque está híper potenciado) se supone que los ministros son fusibles, pues pueden cambiarse (para muchos, deben cambiarse) ante cualquier indicio negativo del rumbo de gestión y que carguen con el muerto. O ante una caída parlamentaria, como la sufrida por el gobierno el ya tristemente célebre 28J. La idea sería que cambien los ministros, que no tienen mandato definido, a fin de preservar, oxigenar la figura del Presidente. Con la creación del Jefe de Gabinete de Ministros se intentaría reforzar esta tendencia puesto que el JGM sería quien reciba los palos por los avatares administración. Por razones varias, esto último no se ha dado mucho.
En la historia reciente, Carlos Menem tuvo siempre a mano los cambios de gabinete en su primer período llegando a tener, en algunas carteras, un ministro distinto por cada uno de sus seis años de gestión. En su segunda etapa optó por mayor estabilidad. Para Raúl Alfonsín y Fernando De La Rúa, en cambio, las variantes se manifestaban como reacciones ineludibles ante los sacudones con que la coyuntura golpeaba sus figuras. Se imponían los cambios por obligación más que por decisión del mandatario. Kirchner dominó más que ninguno la situación, cambiandosimplemente cuando algún ministro era electo en el congreso. Contó con el gabinete más estable que se recuerde y menos decisivo también, en su afán de no depender de ninguno de ellos (como le ocurrió a Menem con Cavallo). Eso, sin embargo, puede resultar un arma de doble filo. Cristina, hasta aquí y como en muchos otros rasgos, ha elegido similar línea.
Ahora, con la derrota parlamentaria y hasta que los vencedores tomen posesión, ha cobrado fuerza el reclamo/exigencia a la Presidenta de que el mensaje eleccionario la obliga a cambiar sus asesores. ¿Es tan necesario? Veamos…
(Sigue…)