Roberto Lavagna fue candidato del PRO a senador nacional por la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, dejó de serlo y pudo retornar al lugar que nunca en realidad había formalizado. Y al final no. Y allí, cuando era necesario buscar un reemplazo, pudo ser Martín Lousteau. Entre que comenzó a escribirse este texto y su publicación, fue, finalmente (lo de Lousteau al PRO), no. Maurizio Macrì y Francisco De Narváez amagaron la reconstrucción del frente político que condujeran en el año 2009, sólo que sin Felipe Solá. Duró poco más de cuarenta y ocho horas. De La Sota hasta viajó a la Capital para ver si lograba destrabar el nudo del diferendo. Y al final parecería que Lavagna tampoco será nada.
Mientras tanto, Moyano aguarda, a ver qué migaja le tiran: tanta bravuconada para tan poco. No parece haber hecho negocio yendo al antikirchnerismo: “es tiempo de pasar a la política”, dijo, pero nadie le ha llevado mucho el apunte.
La Unión Cívica Radical primero rechazó y finalmente formalizó una alianza con el Frente Amplio Progresista. Aunque no en todas las provincias. Pino Solanas explicita que su acuerdo porteño con Prat Gay, Donda y los radicales, al que se negara durante largo rato, y que se suma a otro que hace unos meses elaboró con Elisa Carrió –también tras años de tirarse mugre recíprocamente a través de los medios de comunicación–, no irá más allá de octubre; es decir, no tiene otro horizonte que el de enfrentar al kirchnerismo en las urnas: ahora junta firmas porque no llega con los avales para postularse, luego de la estampida que produjo en su espacio su acuerdo «de centroizquierda». En el interín, Dante Caputo fue candidato. Durante un ratito. Pero no por la UCR, de la que fue canciller y a la que ahora repudia, tanto como para abandonar la postulación debido a la decisión del FAP de arreglar con el partido ¿de Yrigoyen?
Confluirán, finalmente, en esta alianza, Julio Cobos, como primer candidato a diputado nacional por Mendoza, y Martín Lousteau en el mismo puesto para la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Es decir, el ex vicepresidente de la presidenta CFK, con cuyo voto se definió la caída del proyecto de ley de retenciones móviles sobre la exportación sojera en el Senado, y el primer ministro de Economía de la actual jefa de Estado en su primer gobierno, autor intelectual de la iniciativa que en 2008 dividiera aguas entre, por ejemplo, Humberto Tumini y Ricardo Gil Lavedra. Que ahora son aliados.
Postales, algunas apenas, podríamos mencionar mil otras, de lo que Alejandro Horowicz viene denominando desde sus columnas en Tiempo Argentino como “crisis política nacional”, expediente al que desde aquí también hemos venido haciendo referencia en los últimos tiempos: no hay, por fuera del espacio conducido por la jefa del Estado, nomenclatura partidaria que se sostenga intacta durante dos elecciones consecutivas. Y eso sin entrar a considerar los déficits de los armados en términos de alcance distrital: es rutina que lo que en una provincia está unido en otra(s) es confrontación.
En medio de toda esta ebullición, que a poco de rasgar un tantito la humareda mediática de que está cubierta se revela –por ser suaves– conceptualmente raquítica, Sergio Massa tal vez vaya a ser candidato a diputado nacional por la provincia de Buenos Aires en las próximas legislativas. O no. Depende. Quizás auspicie un frente electoral pero sin ser él mismo candidato directamente. O no. Depende. Sobre el cierre del plazo para la conformación de alianzas electorales, todo el peronismo no kirchnerista anda revoloteando alrededor de Massa, viendo qué hace. Y Massa no le contesta nada concreto a ninguno. Divino. No es santo de la devoción de este espacio, el intendente de Tigre, pero no deja de resultar divertidísimo como juega con la desesperación del resto. Tranquilo, al trotecito. Dejando expuestos, a todos ésos que dan vueltas por el Delta a estas horas, en lo enorme que les queda la política.
La oposición ofrece, se nota, sólidas garantías de gobernabilidad. Imagínelos, señora, discutiendo la deuda externa. Fuertes en la defensa de la posición nacional. O no. Depende.
Hay que adolecer de un muy profundo extrañamiento respecto de la realidad como para sostener con pretensión de seriedad que el estado de situación del país hace de imperiosa necesidad votar contra el kirchnerismo cayendo en manos del cuadro aquí comentado.
Hoy con menos claridad sostenìa lo mismo en una mesa de cafè porteña, pero a mis acompañantes lo ùnico que le importaba es que ganen.. Còmo romper ese discurso?-