Un tiroteo y una bomba fueron lo que cortaron los murmullos y el ruido en la calle donde se encuentra el hotel Las Americas en Santa Cruz, Bolivia, el 16 de abril pasado. Tres cuerpos salieron acribillados por las balas y dos hombres lo hicieron esposados y en perfectas condiciones. Minutos antes se habían enfrentado con una unidad especial de la policía que estaba al tanto de todos sus pasos.
En el grupo emboscado cuatro son de nacionalidad extranjera y otro tiene doble ciudadanía, boliviana y croata. Uno, el jefe y el más importante de esta trama, es Eduardo Rózsa Flores, ex combatiente en la Guerra de los Balcanes y ex corresponsal de La Vanguardia y la BBC, uno de los caídos. Según lo que el dijo en una entrevista a la televisión húngara, su intención era entrar al Estado pluricultural a organizar milicias que defiendan a través de las armas la autonomía de Santa Cruz.
Sus nexos tampoco lo desmienten. Abogados, políticos y militantes cruceños son algunos a los que se los acusan de haber ayudado a él y sus hombres. Estas personas, junto a ex militares argentinos involucrados en la última dictadura de ese país, son señalados por el testigo clave del caso, Ignacio Villa Vargas, apodado El viejo, chofer de Rósza e infiltrado en el grupo, como los colaboradores de los extranjeros.
La Comisión de diputados bolivianos, presidida por un hombre del partido oficialista, Movimiento al Socialismo (Mas), e integrada también por opositores, todavía no ha definido si la célula intentaba matar al presidente Evo Morales y a su vicepresidente, Álvaro García Linera, o si se organizaban “para defender a Santa Cruz”.
Que el jefe del grupo haya realizado 90 viajes con otro nombre, la gran mayoría a distintos lugares de Bolivia y 12 al exterior (Buenos Aires, San Pablo, Miami, Madrid, Salta y Asunción del Paraguay), luego de ingresar al país tampoco ayuda a los opositores a defender a las personalidades cruceñas. Como también no lo hace que la aerolínea Aero Sur haya informado que un abogado camba pagó el pasaje de todos los integrantes de la presunta guerrilla.
Con este panorama desfavorable para ellos, la única defensa de los acusados ha sido desacreditar la investigación y pedir que la causa sea enviada a Santa Cruz. Además de escapar de Bolivia para evitar ser detenidos, en su gran mayoría con destino a Estados Unidos.
Con una intención de voto para las próximas elecciones de más del 40% y con el opositor con más posibilidades de alcanzarlo a más de 35 puntos, el presidente Morales no parece necesitar mucho de esta causa para volcar aún más la opinión pública a su favor. A lo que si les haría falta una buena bocanada de aire en el futuro sería a los opositores que de no remediar el escándalo verán como los delirios de un grupo los terminan por enterrar