De un tiempo a esta parte, a mucho esbirro, cachafaz y papagayo que anda suelto dando vueltas por ahí, le ha dado por jugarla de peronólogo. Y la verdad, que no les da. A lo sumo comentan la rosca de algunos dirigentes justicialistas opositores internos a la conducción de CFK. De ahí a ser capaz de descular el peronismo, que más allá de su dirigencia es una identidad social representativa, hay un mundo. Todavía se aguarda por la estampida masiva que, en el Conurbano, supuestamente preanunciaba el pase de Jesús Cariglino al duhaldismo, en 2011.
Joaquín Morales Solá es un gran ejemplo de pretendido, y por supuesto rotundamente fracasado, ejercicio de peronología. El pasado domingo, dio por sentado, en La Nación, que tanto Daniel Scioli como José Manuel De La Sota armarán sus propias listas en de candidatos a diputados nacionales en representación de las provincias que comandan el año que entra. Y que Cristina nada podrá contra ello, a menos que decidiera someterse a los términos que dispongan, según el caso, tanto DOS como JMDLS. Mira vos qué fácil es la cosa.
¿Es realmente tan así? ¿Tan lista está la cosa para la presidenta CFK ya? Sobre Scioli ya hemos venido diciendo varias cosas aquí, se trata de un tipo que no ha elaborado identidad diferenciada del kirchnerismo, y que tanto en 2007 como en 2011 obtuvo como candidato a gobernador menor cantidad de votos que Cristina en la categoría presidente. Pero no es, hoy, Daniel, el motivo del post.
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Vamos a referirnos, como varias veces lo hicimos el año pasado (1, 2, 3, 4), a Córdoba. Y a su acual mandatario. Repasemos: fue, Córdoba, el sitio más esquivo para el kirchnerismo durante su recorrido histórico, con resultados entre paupérrimos y catastróficos en 2003, 2005, 2007 y 2009. En 2011, en línea con su magnifica prestación a nivel general, triunfó Cristina como candidata presidencial, con holgura (34,35% en las PASO, 37,29% en la general; El Hijo de Alfonsín, con 17,69%; y el conservador Binner, con 23,39%, segundos, respectivamente. En cualquier caso, amplísimos triunfos de la Presidenta).
Una semana antes de las PASO, habían tenido lugar las elecciones a gobernador provincial. De La Sota obtuvo entonces su tercer mandato, no consecutivo, con trece puntos de ventaja sobre la candidatura de mero anclaje urbano territorial y segmentos medios/altos socialmente hablando (42,60% a 29,58%). En aquel entonces, se editorializó la victoria de De La Sota como una derrota de Cristina. Falso: hubo allí un acuerdo; a DLS le habría costado horrores el triunfo si la Presidenta hubiera decidido plantar candidatura propia por fuera de la de Gallego, aunque más no fuere que para pelearle el bronce al candidato radical amigo del dictador Menéndez, Oscar Aguad.
En 2009, Juez ya había hecho una elección parecida a la de 2011: 30,65%; enorme mirada con sentido común, magra para sus delirios de grandeza. Sólo pudo triunfar gracias a la división entre delasotismo (26,14%) y kirchnerismo (8,74%) de entonces, lo cual demuestra lo certero de nuestra hipótesis respecto de la no hegemonía de De La Sota, aunque sí se acepta que prima en la dinámica interna. En el mejor de los casos, hay un espacio en disputa. Desatendiendo lo anterior, el por entonces ya reelecto gobernador decidió, para la elección primaria de siete días después, que él sí dividiría el PJ de cara a una elección en la que esa vez pesaría más la lógica nacional que la local.
Así las cosas, triunfó la lista de candidatos a diputados que respaldaba únicamente la candidatura presidencial de Cristina –el delasotismo dio “libertad de acción” para optar entre ella y los extrapartidarios Duhalde y Rodríguez Saá– por 29,42% a 6,79%: es decir, paliza. De cara a octubre, el PJ Córdoba dio de baja la lista derrotada, aún cuando estaba legalmente habilitada a competir, y otorgó apoyo a la bendecida por la Presidenta. El porcentaje de votos obtenido en octubre por la lista allí sí única del peronismo (34,97%), habla de una traslación casi mecánica de votos –apenas algo más del 1% de diferencia con la suma de los votos de agosto–. Ídem si se observan los votos 2009.
Extrañó lo de De La Sota, porque antes había procedido de modo muy diferente: buscó a tres kirchneristas para que lo acompañaran en la fórmula para la gobernación (Cecilia Scotto, rectora de la Universidad de Córdoba; Fabián Pipi Francioni, que encabezaría la lista de diputados nacionales vencedora luego de ser reelecto como intendente de Leones; y Eduardo Accastello, candidato a senador kirchnerista cuarto cómo en 2009 y que también renovó como jefe comunal, de Villa María). Tras sendas negativas, finalmente eligió a Alicia Pregno, lo que disgustó a Cristina, que decidió entonces participar con abstención.
Es decir, calibró mal DLS: primero, reconoció la necesidad de unificar el sector como clave para triunfar, y tuvo razón; luego de vencer, se sintió dueño exclusivo del asunto… y entonces falló. El famoso cordobesismo, que nació el 7 de agosto triunfal de De La Sota, y murió cuando debió asumir su error y retirar la lista legislativa propia.
Hemos dicho, entonces, y reiteramos porque no creemos que la guía conceptual haya variado: donde pesa más la dinámica local, prima el delasotismo; cuando entran a jugar variables nacionales, el kirchnerismo hace valer lo suyo. Pero se insiste: el de Córdoba es, a la fecha, y visto lo hasta acá acontecido, un marco no definido, en el que el triunfo será para el peronismo sólo si marchan unidos el espacio local con el nacional; resolviendo puertas adentro, pero sintetizando a fin de cuentas. Nadie está en condiciones de cortarse sólo. Ni sola.
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A mi criterio, De La Sota agitará la posibilidad como carta de negociación para los expedientes que tiene irresueltos con Nación, por un lado; pero, sobre todo, para pararse con ventaja de cara al trámite sucesorio, en el que lógica y legitimante querrá tener parte. Aunque inteligente, la idea es débil: Cristina jugará, el año que viene, no contra el 54% de 2011 –como se intentará instalar desde el periodismo militante (opositor) para poder hablar de derrota cualquiera sea el resultado que se obtenga–, sino frente al esperpéntico desempeño de 2009: 9,09% de la lista de diputados nacionales, apenas una banca.
Es decir, Cristina tiene menos para perder que Gallego, que requerirá de construir alguna fuerza legislativa propia de cara a su hipótesis presidencial de 2015. El desempeño de 2011 le reportó al peronismo 4 diputados; si la fuerza fuera dividida, aun con De La Sota punteando la Presidenta estaría muy cerca de renovar lo que tiene, en tanto para el gobernador 3 legisladores son nada para pretenderse jugando en las grandes ligas –donde tiene el antecedente de haber tirado la toalla por impotencia–.
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Después están las pavadas: Cristina es, parecería, la peor y más feroz dictadora en la historia universal. Eso sí, no tendría nada que hacer en una elección de diputados nacionales por Córdoba. Eso para empezar. Y continúa: la conducción nacional del espacio PJ, nada menos, la única corriente interna sólida, cohesionada y estructurada internamente, no tiene derecho, dicen, a pedir espacios propios en las legislaturas provinciales; pero, ahora, más aún: tampoco en las listas nacionales, en tanto se difunde como dictatorial que la Presidentapretenda intervenir en ellas en 2013, haciendo valer la fuerza de sus votos, bastante más que los de cualquier otro compañero. ¿Dónde no molestaría, pues, que la Presidenta meta la cuchara?
Mi opinión, diría el operador Andres Oppenheimer: a) habrá negociación, y todo lo que moviliza estas especies se pateará para 2015. Lo cual, si bien se mira, es ni más ni menos que lo que pretende Cristina para evitar desgaste en medio del dilema del pato rengo; pero de lo que también sacará ventaja el resto, porque a nadie conviene que se apure el tranco con candidaturas precoces que luego mueren antes de nacer (Cobos), como pretende el establishment al que los tiempos sí lo apuran; b) hay que hablar con datos en mano, chamuyar menos.
(* Datos electorales Córdoba aquí: http://towsa.com/andy/totalpais/cordoba/index.html)
No deja de llamar la atención que no solo el peronismo, sino todo el espectro político, tanto en Córdoba como en Mendoza, tengan una fortísima componente conservadora.
Y Corrientes, y Salta…
muy bueno, pablo.
certera tu crítica. es increible que «el periodismo» trate estos temas con tanta ignorancia.
es que el comnetario político en los medios está más cerca de los programas de chimentos que del análisis que vos proponés acá.
claro, hay que pensar, saber y laburar.
cosas que a los grandes pensadores de los medios les cuesta mucho.
abrazo
Se llama Carolina Scotto, no Cecilia. Lo que se negocia por fuera de la provincia, y se gana o se pierde con el Delasotismo no pasa de las indispensables representaciones legislativas nacionales. Hacia el interior de la provincia el kirchnerismo no ha podido construir nada importante, ni por dentro ni por fuera. En parte por esta negociación eterna a la que habilmente DelaSota somete a los «delegados nacionales» una y otra vez. Lo que Accastello no se atrevió a hacer compitiendo por la gobernación (claramente el 9 era solo el piso a la luz de lo que sacó la lista encabezada por el ignoto Francioni), el pj delasotista si lo hizó en la capital condicionandole la elección a Riutort, la cuál tenía la propuesta mayoritaria y con bendición nacional, ahí el gallego no dudo en partir los votos P, cediéndole la intendencia al radicalismo más conserva que existe . Los números de la intendencia que ganó Ramoncito también hay que leerlos, porqué en la ciudad de Córdoba se concentra un núcleo mayoritario de esa «identidad social representativa». Se perdió la oportunidad de parar una alternativa peronista al Delasotismo. Costaba la elección de la provincia, que a decir verdad hubiese tenido el mismo matiz opositor que tiene hoy, y no sé…
Qué interesante tu aporte, Popu. Ahora bien, yo lo que creo (sólo creo, ¿eh?, ojo…) es que, a contrario sensu del cierre de tu comentario, cuando decís que haber tenido a Juez habría sido lo mismo que ahora a DLS, ese tipo de opciones (de la de Juez hablo) suponen una irracionalidad e irresponsabilidad en términos de gobernabilidad que después a la larga termina costando más caro que un DLS. Es lo que a primera vista me parece, además de que creo que la opción por De La Sota la definió el propio kirchnerismo cordobés más aún que la propia CFK. Abrazo, gracias por el aporte.
Tenemos que perder en 2013, en Córdoba, pero es en cambio una oportunidad inmejorable para devolverle atenciones a DLS.