Desde que Cristina decidió, allá por principios de junio, allanarse a la supremacía que, al interior del juego del peronismo cordobés, ostenta el sector de los gobernadores saliente y electo, nos veníamos preguntando qué sería del juego del kirchnerismo en el lugar que históricamente más esquivo le había en su historia hasta las PASO del 14 de agosto pasado, cuando CFK le asestó un duro golpe a la pretensión unitaria de DLS, de, por entonces, apenas siete días de vida.
Se me ocurre que lo más sensato –por decirle de algún modo- sea concluir que allí donde mayor preponderancia tenían las lógicas meramente localistas –comicio para gobernador-, el schiarettismo/delasotismo pudo imponer sus lógicas sin necesidad del kirchnerismo, que por otra parte adolece de incapacidad de armar propuestas en aquellos distritos que mejor consiguen autonomizar las discusiones localistas (aunque en realidad De La Sota buscó –sólo que no encontró- vice K: Cecilia Scotto, Pipi Francioni; una no quiso, el otro no podía).
En cambio, cuando entraron a matizar las líneas nacionales –elección de diputados tales del 14/08-, no resultó posible, para Unión por Córdoba, prescindir in totum de la opinión de la conducción de CFK, que ordenó el espacio como no habían podido hacerlo sus hombres en el distrito, compitió frente a UpC, goleó, y entonces, luego de una rara interna, el sector derrotado reconoció la supremacía de la presencia arrastradota de una Cristina que ahora luce taquillera hasta donde nunca lo había sido, aún luego del “conflicto con ‘el campo’”.
Hay, a todo esto, mucho para celebrar: es, éste de la decisión de Unión por Córdoba de bajar la lista de candidatos a diputados nacionales de cara al 23/10, un capítulo más de un recorrido que comenzó a andar fuerte desde que estalló, con el Grupo A haciendo agua en el Congreso -con la bochornosa sesión en la que se investigaron las inexistentes coimas para el presupuesto ‘11 que no fue aprobado como capítulo insigne-; lo que se había iniciado con Chacho Álvarez y la videopolítica de la Alianza –con el ‘que se vayan todos’ del 19/20 de diciembre de 2001 como símbolo máximo de todo aquello-: el retorno de las tradicionalistas lógicas de construcción territorial.
Esto supone un futuro distinto, en punto a acuerdos de gobernabilidad en el Congreso, del experimentado post huida de De La Rúa. Y fundamentalmente, distinto del vivenciado durante lo que fue el gerenciamiento –uso este vocablo no inocentemente, por cierto- de la vida legislativa por parte del Grupo A: el que cerrará el 10 de diciembre venidero, y al respecto del cual no caben dudas que fue el peor de los ciclos parlamentarios desde 1983 a la fecha, se ha caracterizado por el tremendo nivel de irresponsabilidad con el que se manejó una oposición cuyas líneas de acción estuvieron fundamentalmente inspiradas en el espectacularismo mediático, y totalmente desconectada de las necesidades y lógicas de gobernabilidad de cualquiera de los órdenes de gobierno –nacional (al que dejaron sin Presupuesto), provincial (los gobernadores pactaron, con CFK, pautas nuevas de relación económica nación-provincia, llegando, incluso, a “despreciar” los mayores fondos que podían haber significado para sus arcas el reparto del impuesto al cheque que proponía, a principios de 2010, Resto del Congreso, dada la precariedad, amateurismo y graves defectos institucionales de que adolecía la “idea”) y/o municipal-.
Dicho en criollo: Carrió se movió irresponsablemente con el margen que le otorga liderar una fuerza que no cuenta con ningún hombre o mujer con responsabilidades de gestionar algún distrito. Así le fue. Nada malo puede esperarse de que, a diez años vista de su entrada al protagonismo nacional, a partir de fin de año la pérdida de volumen de su figura (política) sea inexorable e irremediable.
Atender las particularidades que la sintonía fina de la profundización ineludiblemente impone de acá en más, requiere, ineludiblemente, de mayor fluidez entre los aparatos partidarios y de los distintos Estados: atención a las demandas puntuales de cada territorio e interpelación de las dificultades que cada coyuntura particular plantea a las fuerzas democráticas.
En ese entendimiento, también, es que debe leerse la nueva relación CFK-Macri (por la extensión de su implantación que está intentando PRO) y el beneplácito con que el kirchnerismo observa el ascenso nacional que, tras las PASO, han experimentado dos caciques territoriales como Binner y El Alberto, conocedores de lo que vale, en política, manejarse con responsabilidad.
Todo lo cual, sumado a que el no kirchnerismo al interior del PJ está representado por dos zorros (Urtubey y De La Sota) que saben bastante de cautela –al revés que Carrió, para seguir con las referencias- porque gobiernan, permite esperar de lo que viene una política jugada con reglas más acordes al respeto institucional y republicano y el planeamiento (por fin) a largo plazo: todo aquello a lo que jamás colaboró el antikirchnerismo furioso a las ordenes del establishment económico que va en camino a morder el polvo de un momento a otro.
No hay peor ciego que el que no quiere ver
quien ha dicho que el cordobesismo es antitético con el gobierno central o kirchnerista?
quien dijo que se aplica ahí la lógica de la guerra, uno debe aniquilar al otro?
el cordobesismo nace (es una ficción en realidad) para decir con un nombre lo que Urtubey dijo con una frase: «las pueblos de las provincias buscan elegir a un gobernador y no un delegado del poder central»
básico, de manual, pero parece que los partidarios (algunos) del oficialismo parecen no
querer entender,
una sociedad política pensada y aceptada como de equilibrio entre poderes y de coordinación entre niveles no admite por mucho tiempo un centralismo que barra con las peculiaridades y poderes locales (eso es lo que sucede cuando se reemplaza un «discolo» gobernador por un Armendariz que le hace seguidismo al presidente de la nación)
muchos de los que abogan contra los «cordobesismos» creen ver tras bambalinaslos fantasmas de la conspiración,
me parece que pecan de deficit de historicidad y des ubicación, es decir desacople entre la locación y la ideología
entonces reclaman que los gobernadores e intendentes y la CGT y todo el mundo se avenga al diktat de CFK, si no lo hacen juegan en contra
es que en su tradición, que no no es la peronista – muchos de ellos no lo son y nadie los obliga a serlo y eso está muy bien- les dice que hay que respetar el principio inmutable del «centralismo democrático» de la organización de la fuerza
un pensador de ultramar decía: «La democracia y el centralismo no se encuentran en absoluto en una proporción invariable de la una con el otro. Todo depende de circunstancias concretas, de la situación política del país, de la fuerza y experiencia del partido, del nivel general de sus miembros, de la autoridad que las directivas han logrado ganar. Antes de una conferencia, cuando el problema consiste en formular una línea política para el próximo período, la democracia triunfa sobre el centralismo. Pero cuando se trata de la acción política, el centralismo subordina a la democracia.
Esta afirma de nuevo sus derechos cuando el partido siente la necesidad de examinar críticamente sus propias acciones. El equilibrio entre la democracia y el centralismo se establece en la lucha actual, en ciertos momentos es violado y luego se restablece de nuevo» (LT)
los nombredeprovincias + el sufijo «ismo» no nacieron como fuerzas de choque de la reacción para confrontar con el gobierno del progreso y la revolución
el cordobesismo no murió por haber bajado una lista que, con alta probabilidad, haya sido inscrita solo para tener una herramienta más en el momento de negociar y alambrar el territorio a las pretensiones foráneas, por más altas y revolucionarias que estas pudieran ser consideradas por sus seguidores
uno de los problemas que adolece el kirchnercristinismo es que se ha dejado narrar por pensadores que no pueden pensarse a si mismos y decir «soy una humilde peronista»
Yo soy un humilde peronista. A mí tampoco me gusta el revolucionarismo light y cada día veo menos 6, 7, 8: pero no veo que yo diga ninguna de las cosas que usted entiende que yo digo, Omix, que, de paso, le digo: yo lo leo a usted todos los días, así que no me caben las generales del progresismo.
Abrazo.
mis disculpas,
tampoco escribí el texto pensando en lo que escribíste sino en quienes sostienen esto que refuto, y que quizás es lo que genera tantos posteos (incluidos los tuyos y mios)
No hay dramas, compañero. Yo soy parte, al interior del peronismo, más de lo que podría denominarse «kirchnerismo»: cosa que dudo que exista más que como licencia semántica y corriente interna: interna del peronismo. Un abrazo.
Todo bien Omix, pero evidentemente no tenes idea el contexto en el que lo dice. de la Sota llega vanagloriandose de que no necesito al Krichnerismo (de hecho, que no cumplió el acuerdo que tenia con el kirchnerismo) para ganar la elección.
Creer que por ser peronista lo exime de pecado a de la Sota y que no existen «traidores» dentro de las filas del movimiento sólo habla de lo poco que importan las ideologias dentro del PJ y que lo importante es cerrar filas. Y despues cuando pueden te votan en contra de una ley importante para el gobierno nacional. El PJ de Cordoba voto en contra de TODAS las leyes sobre las que Cristina definió «el modelo» en aquel discurso («preguntenles si apoyan la ley de medios, de matrimonio igualitario, los juicios contra la represion…»). El PJ de Córdoba estuvo SIEMPRE en contra de esas leyes «centrales» del modelo.
De la Sota no es un aliado y el mismo lo dejó claro con lo del cordobesismo. No hay peor ciego que el que no quiere ver.
A veces se afirman cosas que son muy pedantescas y soberbias bajo el mote de la humildad. Somos grandes; por favor, con ese tipo de cosas no. Hablemos entre compañeros sin ninguneos y maccartismos sibilinos, que han corrido mareas de sangre por ese tipo de cosas.
No entendi a que viene tu comentario, la verdad.
Estoy con Ud Primo Luis, el cordobesismo es para mi el neomenemismo.
Era.