En la maraña de datos que se cruzan acerca de la situación fiscal, hay uno que pretendemos abordar desde aquí. Antes de eso, nos gustaría señalar el cambio de enfoque mediático que se ha operado sobre este tema.
A lo largo de estos años, las crónicas periodísticas enfocaron el asunto hablando del resultado fiscal primario. Hoy, sin embargo, se habla del resultado financiero. La diferencia es importante.
El resultado primario es el que salda diferencias entre ingresos corrientes y gastos corrientes (esto incluye también gastos e ingresos extraordinarios). O sea, lo que entra por impuestos, etc., menos lo que sale por pago de sueldos, insumos, etc.
Por su parte, para calcular el resultado financiero, a la cuenta anterior se le agrega el pago de intereses de la deuda.
Después de esto están los vencimientos de capital de la deuda, que dan, incluidos en la cuenta, el resultado total.
Entonces, decíamos, hasta aquí la información sobre las cuentas fiscales hizo base en el resultado primario, siempre superavitario desde 2003 hasta hoy. Aún en estos días, con el deterioro de las cuentas fiscales vinculado a la actividad económica nacional e internacional, el resultado primario sigue siendo superavitario. Pero, el que ya no es superavitario es el resultado financiero. Y entonces, a los fines informativos se hace base en este resultado.
No está mal que se resalte esta situación. No es lo ideal que el estado deba tomar deuda nueva para afrontar pago de intereses. Ésta situación muestra una tendencia de mediano plazo de aumento del stock de deuda (en términos absolutos y relativos). Pero, esto no exime que exista intencionalidad política en el cambio de enfoque, en tanto dicho cambio permite hablar de déficit, y ya no de superávit.
En este contexto, esta nota de Ismael Bermúdez en Clarín, destaca la existencia de varios ingresos excepcionales para cubrir estas obligaciones (tanto gastos corrientes ordinarios y extraordinarios, como intereses de deuda). Y uno de ellos es el uso de los DEG (Derechos Especiales de Giro) remitidos al Tesoro por parte del FMI.
Primero, aclaramos que no se trata de un préstamo. El FMI remitió esta plata a todos los países miembros a partir de un acuerdo de capitalización del mismo, firmado por todos ellos. Cada país hizo su aporte, y recibió a cambio la cuota correspondiente. Lo que hace el Tesoro, entonces es cambiarle al BCRA los 2.500 millones de dólares en DEG, por dólares reales (parte de las reservas), que se usarán seguramente para saldar deuda. Nada irracional ni preocupante, sino todo lo contrario.
Primero porque el aporte del FMI surgió de un acuerdo en el que se estimó que los Estados Nacionales iban a requerir de fondos para paliar en parte los efectos de la crisis mundial. Estaba previsto (y era la idea del aporte) que esos fondos se utilizaran.
Pero al mismo tiempo, la Argentina avizora que en los próximos meses el BCRA tendrá que salir a comprar dólares en exceso para mantener alto el tipo de cambio, de modo que sus reservas se incrementarán. Lo que hace el Tesoro (que seguramente tendrá que aportar pesos para que el Central pueda cumplir esta tarea) es tomar por adelantado dólares, que le permite liberar pesos para pagar gastos extraordinarios de diciembre (aguinaldos, por ejemplo). Superada la etapa de gastos extraordinarios, aportará pesos de la recaudación para que el Central incremente reservas en dólares. Digamos, en resumen, lo que en economía se llama un accionar anticíclico.
Como corolario, hay que mirar con atención el comportamiento de una vía de ingresos extraordinarios: el renidimiento del Fondo de Garantía de la ANSeS. Con la recuperación de la economía mundial, este concepto puede convertirse en la pesadilla de los pronosticadores de la insustentabilidad de las cuentas públicas.
Y como final, una nota para Bermúdez. El Fondo de Garantía, que ciertamente si no capitaliza los intereses del rendimiento, se deprecia, no es para garantizar el pago de jubilaciones solamente. Es para garantizar el pago presente y futuro de todas las obligaciones de la ANSeS. Entre ellas, por ejemplo, las asignaciones familiares.
Tus notas siempre son excelentes, Mariano. ¿por que el tipo de cambio conviene mantenerlo bajo? ¿no da hoy para subirlo un toque?
Gracias, Primo.
Demasiado pregunta para mí.
Igual, me parece que sube. Lo que pasa que no sube contra el dólar.
Pero si el peso se mantiene a la par con el dólar, y el dólar se deprecia, arrastra en su depreciación al peso.
El real a principios de año cotizaba 1.60. Hoy está 2.22.
Un ejemplo muy significativo para la clase media argentina: el verano pasado ir de vacaciones a Brasil era más barato que lo que va a ser este.
La tendencia del tipo de cambio, superada la crisis internacional, es la misma que hasta 2008: a la baja.
Resistirse, no dejarlo bajar, tiene un costo importante: la inflación.
Un abrazo.