Dónde Caerse Muerto – 3 *

(Teatro político por entregas. O viceversa)

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3.

Cementerio. Noche. Ricardo se disponía a tener una cena romántica con su novia junto a la tumba de sus padres. Pero el chico del delivery de pizzas le anuncia que el capitalismo ha llegado a su fin y que deben abandonar el lugar: las masas se acercan. Ricardo está furioso.

RICARDO: Escuchame, boludito. Yo no sé con qué se dan acá en el cementerio, pero si no me vas a dar la pizza tomatelás. Dejame en paz. ¿A qué mierda viniste?

MUCHACHO: Vine porque sabía que usted iba a estar aquí y quise avisarle que venían las masas.

CLAUDIA: ¿Van a hacernos daño?

MUCHACHO: Y… usted sabe cómo son las masas…

CLAUDIA: Qué dulce, Ricardo… El chico vino a salvarnos.

MUCHACHO: Endurecerse sin perder la ternura, señorita.

RICARDO: ¿Y se puede saber qué quieren ahora las masas?

MUCHACHO: ¿Qué van a querer? Las tierras, señor. Vamos a socializarlas.

RICARDO: ¿Van a socializar las tierras? ¡Pero esto es un cementerio!

MUCHACHO: Son las tierras con menos custodia que encontramos y creemos que va a ser un buen golpe de efecto. Vamos a crear un foco revolucionario en el cementerio…

RICARDO: Pero esto está lleno de muertos…

MUCHACHO: Hay que asumirlo. Toda revolución tiene sus muertos. No sé de qué se sorprende.

RICARDO: Ustedes no pueden hacerme esto. Yo no voy a dejar estas tierras. Acá están mis padres. Esta es la tierra que ellos me legaron. Jamás olvidaré ese día. Yo cumplía 18 años y papá me subió al auto. Como era una sorpresa, me subió con los ojos vendados. La cara contra el piso. Me dijo que íbamos a ir buscar mi regalo. Y después de andar varias horas para desorientarme, para sorprenderme, estacionó su Ford Falcon en la puerta de este cementerio y me trajo hasta aquí. Y me dijo: «Hijo, estas tierras serán tuyas. Aquí yace tu madre. Junto a ella, algún día descansará mi cuerpo inerte. Muy pronto. Y este pequeño espacio verde es para vos, querido hijo. Esta será tu parcela». Mi padre era un gran padre. Él pensó en mi futuro.

Claudia se seca las lágrimas con la falda del vestido.

CLAUDIA: Me hiciste llorar, Ricardo… Ahora te quiero.

MUCHACHO: ¿Ahora? ¿Qué? ¿Antes no lo quería?

CLAUDIA: No lo sé… Hay muchas cosas que no sé: estoy aprendiendo.

RICARDO: No me dijiste nada.

CLAUDIA: ¿No? Se me pasó… Son tantas cosas.

Se escuchan disparos de armas de fuego, a lo lejos.

RICARDO: ¿Y eso?

CLAUDIA: ¡Qué ruido!

MUCHACHO: Son las masas. Se acercan.

RICARDO: Pero entonces… están armados.

MUCHACHO: Claro. Esto no es chiste, señor. Se acabó la etapa de construcción contrahegemónica. Ingresamos a la etapa político-militar.

RICARDO: ¿Cuándo?

MUCHACHO: A las diez menos cuarto, más o menos.

RICARDO: Van a matarnos, Claudia.

CLAUDIA: No te preocupes: es como ir a un lugar lejos, nada más.

Ricardo se toma el pecho. El muchacho abre la caja de su bicicleta y saca unas cajas de pizza.

MUCHACHO: Yo traje unas pizzas de más que ya no voy a llevar. ¿Por qué no comemos algo y tratamos de razonar un poco?

RICARDO: Me va a hacer bien comer algo.

CLAUDIA: Comamos. No es bueno viajar con hambre.

RICARDO: No, no… No es bueno…

Ricardo, Claudia y el muchacho de la pizzería se acomodan en la mesa. El muchacho abre las cajas de pizza y reparte una porción para cada uno.

MUCHACHO: A cada uno, según sus necesidades

CLAUDIA: Usted no tiene copa señor…

MUCHACHO: Enguels. Me llamo Enguels.

RICARDO: Ah, bueno… Lo que faltaba.

MUCHACHO:/ENGUELS: ¿Algún problema?

RICARDO: Para nada. Llámese como quiera.

CLAUDIA: Igual no tiene copa.

Enguels toma el florero vacío.

ENGUELS: Me arreglo con esto. No se preocupe. Quiero que brindemos por la Revolución.

RICARDO: Dejate de joder, nene.

ENGUELS: Es así, señor. Hay cosas que no se pueden frenar. Usted no sabe lo feliz que está toda esa gente.

A lo lejos se escuchan más disparos. Gritos aislados. Una risa.

RICARDO: Me parece que esa gente no entendió las profundas transformaciones que tuvieron lugar en nuestro país. ¿Qué quieren? ¿Salirse del mundo?

CLAUDIA: Están locos. Afuera del mundo no hay oxígeno. Yo lo vi en un documental. Tendríamos que ponernos todos esos trajes blancos que usan los que van a la Luna.

ENGUELS: ¿Los astronautas?

CLAUDIA: Eso… ¿Sus amigos tienen suficientes trajes de astronautas para todos?

Enguels la mira fijamente. Sonríe. Silencio.

RICARDO: ¿Más vino?

ENGUELS: No, gracias. Debo estar sobrio para cuando llegue el momento de tomar el poder.

CLAUDIA: ¿Usted ya fue al espacio, señor Enguels?

Ricardo se toma el pecho.

RICARDO: Ay.

Ricardo saca un frasco del bolsillo de su saco y toma varias pastillas.

ENGUELS: En realidad, no. Pero lo vi en muchas películas.

CLAUDIA: Qué hermoso es, ¿verdad? Allí hay lugar para todo.

ENGUELS: Hay espacio. Lugar es lo que sobra.

CLAUDIA: ¿Y lo que falta? ¿Qué es lo que falta entonces?

ENGUELS: Justicia, señorita. Que todos puedan dar según sus posibilidades y recibir según sus necesidades.

CLAUDIA: Qué linda frase. Me parece que la escuché en una propaganda… ¿De qué era?

RICARDO: Propaganda marxista. Hay por todos lados.

Pausa. Enguels y Claudia miran a Ricardo que se afloja el nudo de la corbata.

ENGUELS: Ricardo, creo que tendría que pensarlo. Por su bien le digo. Deje el cementerio. Váyase.

RICARDO: No puedo dejarlo. ¿Y mis padres?

ENGUELS: No sea sentimental. Usted sabe bien que de sus padres ya no debe quedar nada.

RICARDO: Eso es muy cruel.

ENGUELS: Es la verdad. Llévese las lápidas si quiere. No creo que nos sirvan.

RICARDO: Igual. No puedo irme de acá. No puedo. Este pedazo de tierra es todo lo que me queda en el mundo.

CLAUDIA: ¿Y yo?

RICARDO: Me refiero a todo lo valioso que me queda en el mundo.

CLAUDIA: ¿Tuviste algo alguna vez?

RICARDO: Nada.

ENGUELS: Bueno, le queda el auto con el que vino hasta aquí. Lo vi ahí afuera.

RICARDO: No es mío. Lo robé.

ENGUELS: ¿Lo robó?

RICARDO: Sí. Lo único que tengo es esta parcelita. Por eso me vine. Pensaba quedarme a vivir acá.

ENGUELS: ¿Vivir en un cementerio? Eso es imposible.

RICARDO: ¿Usted me habla de imposibles?

 

(continuará)

Dónde caerse muerto está publicado en la antología “Autores en construcción I”, (Libros del Rojas, Editorial Nueva Generación).

 

Acerca de Alejandro Turner

Tiene 40 años, es guionista y dramaturgo. Aunque prefiere pensar que es simplemente alguien que escribe. Escribió entre otras obras de teatro "La Salud de los moribundos" (1er Premio del Fondo Nacional de las Artes obra inédita de teatro, 2007); "Canciones tristes (cantadas como si fueran alegres)" (Primera Mención en el mismo certamen), "Dónde caerse muerto" (incluido en la Antología "Autores en construcción" editorial C. C. Rojas) y "Villarrica", estrenada en diciembre del 2008 en el Camarín de las Musas con la dirección de Gabriela Bianco, en el marco del Primer Festival de Monólogos NO HAY DRAMA.

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