El balance de 2011 de Edesur arrojó un déficit de $461 millones. En el 2010 había tenido déficit también, pero de $53 millones.
A pesar de las compensaciones recibidas vía subsidios. El esquema, decíamos, no es el ideal para las empresas del sector.
Por varias razones.
La primera tiene que ver con que hablamos de una falla de mercado que los manuales conocen con el nombre de monopolio natural. El estado regula el precio. Aquí hay un primer reclamo por parte de las empresas. El cuadro tarifario está atrasado, dicen.
En Capital y GBA (zonas Edenor y Edesur), los precios regulados no llegan completos al consumidor. Una parte sustancial la aporta el estado nacional vía subsidios. Lo que dicen las empresas es que igualmente la tarifa (lo que paga el consumidor más el subsidio del gobierno nacional) no cubre el total de los costos operativos. O sea que, más allá de que se retiren o no los subsidios las empresas necesitarían un cuadro tarifario distinto de acuerdo a la estructura de costos que tienen.
Otra pata del desacuerdo: al no llegar completa la tarifa al usuario, y ser compensada con subsidios, ésta no ejerce el rol disciplinador sobre el consumo que las empresas requerirían para funcionar en condiciones óptimas.
Al estar subsidiado el consumo, el consumidor se ve incentivado a consumir más, lo cual desnivela la ecuación microeconómica de la empresa, ya que le exige inversiones para adecuar la red, que se encuentran por encima de las planificadas de acuerdo a sus márgenes de rentabilidad.
Así, en este caso, Edesur anunció inversiones por $600 millones en 2011, por encima de su déficit operativo. A esto habría que sumarle otro concepto que se condice con esta sobreexigencia a la que se ven sometidas las empresas en este esquema: las multas por unos $60 millones que tuvo que abonar (Edesur) por los cortes de suministro registrados el año anterior.
Para Edesur la finalización de las compensaciones por subsidio y el traslado a precios serían positivos, porque seguramente menguaría el consumo domiciliario.
El tema se complejiza bastante si tomamos en cuenta que Edesur (a través de su controlante Endesa) abarca otros sectores del negocio, ya que opera las centrales generadoras Endesa Costanera, El chocón y Dock Sud (junto a Repsol y Pan American Energy). El déficit corresponde al total de las empresas. El de Edesur es mayor al de las otras.
Pero por esta vía la empresa puede ejercer presión.
La empresa que regula el mercado mayorista de energía es Cammesa. Una sociedad mixta. Que les compra la energía cara a las generadoras y se las vende barata a las distribuidoras de todo el país (para simplificar). El factor de presión que tiene Edesur entonces es amenazar con trasladar sus déficit a las compras a Cammesa. Dejar de pagar por la energía que distribuye.
El punto de todo este recorrido por los números de Edesur pasa por identificar que, según los dichos de la empresa, hay un excedente de $461 millones de pesos (el déficit) que de alguna manera, por cómo funciona el esquema, está siendo usufructuado por otros sectores de la cadena. En este caso, si concluimos que el déficit se equilibraría con aumentos tarifarios, es clarísimo que el actor que usufructúa es el consumidor.
A partir, claro, de que Edesur tiene espaldas suficientes como para aguantar estos déficit. Espaldas hechas con 20 años de ganancias, algunos años extraordinarias, y remitidas a los países donde se encuentra la matriz de sus controlantes.
Es un ejemplo claro de cómo funciona el kirchnerismo en algunos aspectos. El método: romper un poco las pelotas.
Las estructuras sociales de poder que determinan quiénes son los ganadores y quiénes los perdedores seguirán firmes. Aunque un poco averiadas.
Ahí radica el encanto que ejerce el kirchnerismo a veces. Los ganadores no están tan seguros de que siempre ganarán, aunque lo exijan como un derecho adquirido, porque se sienten los dueños de las instituciones (y desde la teoría tal vez lo son).
Los perdedores no tienen garantizada tampoco la derrota constante. Y cada tanto sale algún tiro para el otro lado.
Esas cosas nos convierten en un país que «no es serio», en el que no está garantizada «la seguridad jurídica», que «no es creíble», que «no es estable», en el que «no funcionan las instituciones».
Este encanto que ejerce el kirchnerismo es también una muestra clara de sus límites.
Es lo que hay. Para la historia argentina reciente es francamente revolucionario.
Karadurismo total… que vuelba Segba… total… la culpa no va a ser de Kretina.
Parace que se va ENDESA y en EDESUR asume un empresario del palo: Marcelo Mindlin.