Como vemos, la «Revolución de la Alegría Libertadora» que impulsa el macrismo parece destinada a liberar al país de todo resabio de kirchnerismo explícito (o no tanto), sin importar los modos o formas para llevarlo a cabo. Lo que se dice: una fina y limpia tarea ultra republicana… ¿no es así?
A la designación por decreto de los jueces automáticos de la Corte Suprema seguirán la deposición (por las buenas o por las malas) de la procuradora Gils Carbó y del presidente de la ASFSCA, Sabatella, ambos con cargos no removibles, a gusto y piacere del Poder Ejecutivo, y la derogación de leyes por un simple decreto… Pero ante una «revolución» triunfante y alegre como la macrista, quién se detiene a revisar detalles constitucionales, ¿no?
Por eso, repetimos aquí lo expresado en nuestra nota anterior sobre el tema:
Como vemos, el ex candidato republicanista Mauricio Macri se ha transformado sorprendentemente en cuestión de días (parodiando al Gran Dictador de la película de Charles Chaplin) en el «Gran Decretador»… salvo que uno haya prestado debida atención en la trayectoria y sus ocho años de gobierno en la ciudad de Macri. Para este humilde servidor público (y quien suele leer nuestras notas lo saben) estas medidas no son sorpresivas sino esperadas. Como dijimos en Mauricio Macri, «El Gran Decretador» y Mauricio Macri, «El Gran Decretador» (2). Y le siguen otras más…
El nobel gobierno macrista parece ser víctima del fantasma o síndrome del relato antiK que reinó tanto en los medios hegemónicos como en las bocas de muchos de los políticos opositores durante el gobierno anterior. Ese relato sostenía que el gobierno K era el más corrupto de la historia, el más violento tanto en términos verbales como de procedimientos anticonstitucionales, que no respetaba las voces opositoras y que hasta perseguía las voces disonantes con su visión del mundo (?). No repetiremos aquí las extensas y concluyentes refutaciones que hemos sostenido desde Basurero Nacional de semejante dislate argumentativo, sino que nos limitamos a afirmar que el actual gobierno nacional se encuentra ahora preso de algunas de las razones que lo llevaron a la Casa Rosada: el relato anti K de esos años. Si se dan por ciertas las afirmaciones de ese alocado relato, entonces un gobierno surgido contra el anterior debería reparar semejantes injusticias o delitos atribuidos al kirchnerismo. Más aún si cuenta, como este gobierno, para lograr ese cometido con los medios hegemónicos y la justicia «independiente». Cada corroboración en ese sentido del relato antiK mencionado, sería anotado en el haber de este gobierno. De lo contrario, sería una mácula para el macrismo o un paso más para desenmascarar aquel relato opositor generado por los medios hegemónicos y los políticos opositores…
El nuevo relato oficialista nace condicionado por aquel relato anti K, por lo que los objetivos trazados por el discurso que llevó al gobierno al macrismo son tan claros como difíciles de alcanzar (si dejamos de lado la ficción anti K más caricaturesca). Como dijimos aquí en 10D: Cambio de gobierno, de modelo y de «relato» oficialista.
Pero el nuevo gobierno deberá cumplir con las expectativas de sus votantes, no sólo las que expresamente prometió en la campaña sino en las que los propios votantes le atribuyeron. Entre ellas se encuentra, originada en la creencia extendida entre el voto anti-K de que el gobierno kirchnerista tenía un exceso de corrupción (justificada o no pero machacada por los grandes medios hegemónicos), la necesidad del nuevo relato oficialista de la puesta en marcha de una especie de mani pulite que lleve no sólo ante los tribunales a los ex-funcionarios kirchneristas sino a la cárcel misma. Esos votantes esperan del macrismo una especie de exorcismo del estado apelando a la «justicia independiente» para que condene a los funcionarios actualmente procesados, a los apenas acusados pero también incluso a los sospechados, por haber sido acusados por los medios. De más está decir que el parámetro utilizado para esas acusaciones generalizadas es la prédica de los medios hegemónicos, generalmente flojos de papeles, más cercana a borrador de informe periodístico que de fundamentada denuncia judicial.
Por esta razón, y contando ahora con un apoyo electoral mayoritario, con una justicia afín y con los medios hegemónicos de su lado, sería de esperar que se confirmen todas las denuncias contra funcionarios kirchneristas, además de las que habrán de surgir ahora, en una especie de cacería de corruptos que es esperable al menos en los primeros años. ¿Veremos entonces presos a Cristina Fernández, Máximo Kirchner, Amado Boudou, Nilda Garré, Aníbal Fernández, etc.? ¿O será que las denuncias era falsas o sin sustento? Y, en ese caso, ¿recaerá la justicia en quienes acusaron falsamente, por razones políticas, y en los funcionarios judiciales que las tramitaron sin más? ¿Aparecerán las pruebas del largamente publicitado «clientelismo» del gobierno kirchnerista, denunciado hasta el hartazgo?
No obstante estas expectativas, el relato macrista construido hasta acá dejó en claro que ninguna de las ventajas, logros y derechos adquiridos en estos doce años se vería afectado por su arribo al gobierno. Y este sobreentendido denotaba que el gobierno macrista venía para agregar logros y derechos, los que sus votantes esperaban que comiencen a ser derramados en la sociedad a partir del 10 de diciembre, además de lo detallado anteriormente. Y ése es el mayor desafío de Macri: no restar, sino que debe sumar, agregar a lo conseguido en esta década ganada. Ningún relato oficialista posterior podrá justificar, explicar que esas expectativas no se cumplan. Ni siquiera culpando al gobierno anterior, al menos no después de los primeros dos años donde no se vean las mejoras prometidas o esperadas. No olvidemos que la usualmente utilizada por el kirchnerismo referencia a la crisis de 2001 como explicación de la velocidad de la aparición de los logros se basaba en la existencia de esos mismos logros, derechos adquiridos y mejoras económicas tangibles. Nadie acompaña con su propio sacrificio a un gobierno si no ve resultados.
¿Aceptará esta sociedad, que se recuperó en doce años de los perjuicios de décadas de decadencia, realizar ciertos sacrificios sin resultados palpables? El tiempo lo develará, pero nos permitimos dudar, de acuerdo a los antecedentes históricos y la continuidad de la primacía de los medios de comunicación hegemónicos y su prédica e influencia en el nuevo gobierno.
Es decir que, como hemos dicho, de ahora en más asistiremos a la construcción de este nuevo relato oficialista, el que esbozará el macrismo, que será bien diferente del actual pero contará con la legitimidad que le da el triunfo en los comicios que lo colocó en el Poder Ejecutivo.
Estos párrafos y opiniones no descalifican ese nuevo relato, al contrario: le asigna la misma legitimidad, validez y derecho que al actual. Tan sólo favorecemos una disputa semiológica o semántica alrededor de la construcción del mismo, porque la sociedad es un terreno donde los diferentes relatos disputan su primacía, provengan del gobierno, del poder establecido o de las diferentes oposiciones políticas y sociales que debatan con el relato oficialista. En cambio, está en quienes desvalorizaron, desligitimaron y atacaron al actual relato oficialista, caracterizándolo como sinónimo de mentira, falsificación o impostura, mantener esas mismas impugnaciones y refutaciones frente al arribo del «nuevo» relato oficialista, el que nace a partir del 10 de diciembre.
Forzando un poco las similitudes históricas, podríamos decir que Cristina desde el llano
ocuparía un lugar político similar al del Perón en el exilio frente a los gobiernos que lo sucedieron. A su caída, le siguieron años de denuncias, calumnias y prédica contra su figura y su gobierno, llegándose a prohibir hasta la mención de su nombre. Sin embargo, tres años después Frondizi tuvo que pactar con él, cuando el peronismo ni siquiera podía presentarse a elecciones, para poder ganar las elecciones a presidente. Y dijimos forzar la similitudes porque las circunstancias históricas son bien distintas, Cristina no está exiliada, su voz no está prohibida ni prohibido su partido, pero como Perón en su momento, el próximo espacio opositor no cuenta con un referente comparable a ella, y además su espacio detenta la primera minoría en diputados, mayoría y quorum propios en senadores y gobierna la mayor parte de las provincias.
Más detalles en Ganó Macri. Perdió Scioli. Triunfó el «modelo».
Esos objetivos trazados implícitamente por el relato anti K se parecen peligrosamente al recorrido histórico que siguió la autoproclamada «Revolución Libertadora» a partir de 1955. El gobierno que llegaba para hacer desaparecer u olvidar al peronismo y al mismo Perón fracasó en toda la línea, y tuvo que entregarle el poder al mismo peronismo 18 años después, luego de 18 años de gobiernos de facto o cuasi de facto (o semidemocráticos). Ese es el riesgo mayor del macrismo: mimetizar sus objetivos con los de aquel gobierno, con el obstáculo adicional de que ni Cristina Fernández está en el exilio e impedida de hablar públicamente ni el kirchnerismo-peronismo está proscripto de la vida política sino que está en condiciones de manejar ambas cámaras del Congreso y gobierno la mayoría de la provincias. Esta situación explica la catarata de decretos presidenciales del «Gran Decretador» Macri que arreciará este verano 2015-2016.
Sigamos ahora con otras notas periodísticas sobre este tema publicadas por estos días:
Apunten a la cabeza.
El presidente consiguió que el juez Casanello lo sobreseyera por las escuchas telefónicas ilegales. Ahora, prepara una ofensiva para colocar a su antecesora CFK en la incómoda posición de la que él ha salido. Así como designó dos jueces de la Corte Suprema en comisión y modificó por decreto la ley audiovisual, también recortó por su sola firma las funciones de la Procuradora General Gils Carbó, cuya renuncia solicita por los diarios.
Es el tiempo de la venganza. El juez Sebastián Casanello ya había sobreseído a Maurizio Macrì en una etapa previa, decisión que fue revocada por los camaristas de apelación Jorge Ballestero y Eduardo Freiler. La semana pasada, Ballestero y Freiler recibieron un ultimatum de Macrì, quien empleó al más insólito mandadero para solicitarles la renuncia: el presidente de la Corte Suprema de Justicia, Ricardo Lorenzetti. La intimación también abarcó a los jueces Norberto Oyarbide (el primero que procesó a Macrì por las escuchas) y Rodolfo Canicoba Corral. Oyarbide decidió apurar su jubilación, Canicoba se encargó de que trascendiera la operación conjunta ejecutivo-judicial, para asegurar la justicia independiente que Macrì exaltó en su primer mensaje y que Casanello ejemplificó sobreseyendo al flamante mandatario. Ahora es el turno de Cristina, a quien el gobierno desea ver presa por traición a la patria, nada menos.
La fecha de largada para la ofensiva contra el kirchnerismo sería el 1 de marzo, cuando Macrì inaugure las sesiones ordinarias del Congreso. A diferencia de lo sucedido el 1 de diciembre, cuando enhebró una apurada retahíla de generalidades y propuestas de felicidad y amor, dentro de dos meses se propone presentar con el mayor detalle los cargos que haya acumulado contra la administración que lo precedió. Su mensaje sería extenso y duro. La colocación de Cristina a la cabeza de los objetivos fue un aporte del Grupo Clarín. Ya en octubre de 2014 su ariete más voluminoso, Jorge Lanata, dijo que “Cristina tiene miedo de ir presa. Tiene miedo de la investigación de los buitres sobre la ruta del dinero”. A mediados de 2015, durante la campaña para las Primarias, la ex diputada radical Elisa Carrió sostuvo que de llegar ella a la presidencia, “Cristina irá presa”. Esto no ocurriría por “revanchismos” sino mediante leyes de “imprescriptibilidad sobre los delitos de corrupción” y “juicios sobre los bienes” de los funcionarios corruptos. “Pediré informe de todas las cuentas en el exterior”, dijo. El 27 de noviembre, mientras se discutían los detalles del acto de jura del nuevo presidente, el periodista Ceferino Reato escribió: “Vamos a ver si Cristina permanece libre mucho tiempo”. Agregó que “debería favorecer una buena transición” y que “tensar la situación no la favorece” porque “tiene muchas causas abiertas”, amenazó.
En una columna para el diario La Nación, Luis Majul sostuvo que si Cristina fuera presa no sería porque Macrì decidió “empujarla a la cárcel” sino porque el juez Claudio Bonadio ya recolectó “todas las evidencias que prueban, como mínimo, la existencia de lavado de dinero en la causa Hotesur”.
El modelo es el ’55, con la exhibición de vestidos y zapatos en la residencia presidencial, las comisiones investigadoras que ocuparon el lugar del clausurado Congreso, y la ilusión de borrar al tirano depuesto de la memoria popular, presentándolo como un ladrón de los dineros del pueblo. El resultado de ese intento es bien conocido.
Traición a la patria
Hay también otros temas y operadores. El día de Nochebuena, un columnista del Grupo Clarín sostuvo que cuando fue apartado de la causa el juez de Casación Juan Carlos Gemignani se proponía denunciar a Cristina por traición a la patria a raíz del memorando de entendimiento con Irán, cuya inconstitucionalidad quedó confirmada por la decisión del Poder Ejecutivo de no apelar la resolución de la Cámara Federal en ese sentido. El mismo día, un boletín electrónico dirigido por dos editores del Grupo Clarín dijo que un ciudadano colombiano, cuya identidad ocultan, escuchó el 16 de enero del año pasado, en una oficina de la Cancillería donde realizaba un trámite personal, que el entonces ministro Héctor Timerman planeaba asesinar al fiscal Alberto Nisman y que el ejecutor sería el nerd informático Diego Lagomarsino (!). Dos días después Nisman apareció con una bala en la cabeza y el colombiano fue a Puerto Madero a verificar los hechos (¡!). Como corresponde, la extravagante denuncia, que nadie con dos dedos de frente podría tomar en serio, cayó en el juzgado de Claudio Bonadio.
El fiscal federal Eduardo Taiano dio curso a otra denuncia desopilante por traición a la patria y encubrimiento contra Timerman, por el contenido de una conversación telefónica grabada en forma ilegal, donde dice en privado lo mismo que la justicia y el gobierno afirmaban en público desde 2005: que los autores del atentado eran los iraníes denunciados ante la Asamblea General de las Naciones Unidas entre 2005 y 2010 por los presidentes Néstor y Cristina Kirchner y cuya captura internacional solicitó en 2007 el juez Canicoba Corral. En 2013, cuando el presidente de la AMIA Guillermo Borger le recriminó que negociara con Irán, Timerman le respondió que no podía negociar con Suiza, porque la bomba la pusieron los iraníes. Taiano pidió que se agregara la denuncia de Nisman contra Timerman y Cristina, de modo que confiando en la conocida buena puntería de Bonadio sea posible acertar a la cabeza de la oposición.
El esquema que se intenta ahora es el mismo que usó el 17 de mayo de 1956 el juez de facto Luis Botet, en la causa “Perón, Juan Domingo y otros s/ traición y asociación ilícita”, instada por el gobierno militar que tres semanas después fusilaría a decenas de trabajadores y militares acusados de conspirar para reponer al gobierno derrocado. Para Botet, el delito se había realizado con la sanción de leyes que a su juicio confirieron a Perón la suma del poder público y facultades extraordinarias. Botet, que se identificaba como “Juez de la Revolución Libertadora”, libró orden de captura internacional contra Perón y ordenó el arresto de más de un centenar de ministros, secretarios, diputados y senadores. Esta es parte de la dificultad que encuentra ahora Macrì: si el memorando constituye el delito, ¿cómo imputar a Timerman y Cristina y no a los diputados y senadores que lo convirtieron en ley?
Estas peripecias del PRO no están exentas de contradicciones, sino todo lo contrario. Quien se opuso a los dictados del Círculo Rojo e insistió ante Macrì en la pureza étnica como condición para llegar al gobierno fue su consultor ecuatoriano Jaime Durán Barba. Ahora, mientras el presidente hace saber a través del diario La Nación que quiere ex funcionarios presos lo antes posible, Durán Barba declara a la revista Noticias que sólo al 16 por ciento le gustaría ver a la ex presidente tras las rejas. Acaso porque el ecuatoriano hizo su aprendizaje político en la Argentina de los primeros años ’70, cuando quedó claro para qué habían servido casi dos décadas de hostigamiento y ninguneo a Perón. También tomó nota del imponente acto de despedida a Cristina, el 9 de diciembre y del peso que su palabra sigue teniendo en el FpV.
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El macrismo patea el tablero político
Más allá de su alianza con la UCR y la CC, el Gobierno basa su acción en la búsqueda de acuerdos y en la cooptación de apoyos puntuales, innovaciones políticas que podrían transformar el sistema de partidos.
Muchos pensaron que se venía un gobierno de diálogo, consenso y coalición. El escandalete de los jueces en comisión sugiere que se equivocaron. Más que diálogo habrá negociación, muchas veces subterránea: toma y daca, no deliberación pública. Más que consenso habrá acuerdos: agachadas y concesiones necesarias, no unanimidades. Y más que coalición habrá cooptación: pesca unilateral de apoyos, no reparto de responsabilidades. Ni Néstor imaginó tanto.
Acá entra Macri, que llegó tarde a la política y no fue domesticado por sus «límites objetivos». A diferencia del radicalismo, que ve una pared y frena, Pro encara. Algunas veces rebota, pero otras la derrumba y sigue. Además, un ingeniero entiende de amalgamas y galvanizados, no de coaliciones. «No va a haber cogobierno», aguó fiestas después de Gualeguaychú. Y no lo hay.
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¡A deskirchnerizar, a deskirchnerizar…!
Libro negro de la segunda tiranía.
Libro negro de la segunda tiranía es el título con el que es conocido un folleto publicado en 1958 en Argentina por la dictadura autodenominada Revolución Libertadora. El folleto tuvo la función propagandista de desprestigiar al peronismo y los dos períodos presidencias de Juan Domingo Perón que se extendieron entre 1946 y 1955, hasta que la mencionada dictadura lo derrocó mediante un golpe de Estado. La Junta Militar ilegalizó al peronismo, reprimió sus actividades y tuvo como una de sus misiones «desperonizar» al país por medio del Decreto Ley 4161.1 2
El folleto estaba precedido por el texto del Decreto Ley 14.988/1956 de la Junta Militar que había ordenado realizar el informe.
Entre sus capítulos tenía los siguientes:
I INTRODUCCIÓN. Razón de este libro – La tradición nacional – La libertad, la igualdad y la democracia: principios esenciales del pueblo argentino. – Infiltración de las ideas antidemocráticas. – Preparación de la dictadura.
II. EL DICTADOR. Sus antecedentes personales. – Su concepto de la conducción política. – Su visión del pasado histórico. – Su doctrina. – “La Señora”. – La auto-glorificación. – El mando sin término. – Su enriquecimiento. – Su caída.
IV. LOS LEGISLADORES DE LA DICTADURA. Los viejos parlamentarios. – Cómo actuaron los legisladores de la dictadura. – Cómo se los vigiló. – Su acrecentamiento patrimonial. – Los legisladores provinciales.
V. MEDIOS DE PROPAGANDA Y DOMINACIÓN. Una página de la “Política” de Aristóteles. – La propaganda. – La prensa. – La libertad de prensa en la tradición argentina. – Martirologio de la prensa libre. – La prensa bajo la dictadura. – Incautación de la mayoría de los diarios y revistas del país. La radiodifusión. – Monopolio de la publicidad. – Sus propósitos. – Otros medios de publicidad. – El miedo. – Un ejemplo de intimidación pública.
VIII. POLÍTICA SOCIAL. La legislación social argentina anterior a 1943. – El dominio de los sindicatos como medio de conquistar el poder. – La legislación social posterior a 1943.
IX. POLÍTICA ECONÓMICA. Nuestra situación económica al terminar la segunda guerra mundial. – Resultados de la política económica de la dictadura.
XI CORRUPCIÓN Y DESORDEN. La corrupción oficial. – La compra de los ferrocarriles extranjeros. – El negociado de automóviles Mercedes Benz. – Otros negociados de automóviles. – Negociado de televisores. – La comercialización de la producción agrícola. – El Instituto Argentino de Producción del Intercambio (IAPI). – El caso Richter. – Construcción del gasoducto Comodoro Rivadavia-Buenos Aires. – Aeropuerto de Ezeiza. – Frigorífico Nacional de la Ciudad de Buenos Aires.
APÉNDICE
Fallo del Tribunal Superior que juzgó al general Perón.
Sentencia de la Corte Suprema de Justicia de la Nación sobre los Bienes mal habidos del dictador.
Perón, Juan Domingo y otros s/traición y asociación ilícita.
Fallo de primera instancia (complementa el dictado por la cámara confirmando 93 prisiones y revocando 2)
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Cualquier parecido de estos párrafos de 1958 con la realidad macrista actual y futura es mera… copia histórica.