Durante décadas, no necesitó de estructura política partidaria. Era el orden natural de las cosas. El matrimonio indisoluble entre clase política, prensa y Fuerzas Armadas funcionaba aceitadamente como vehículo de posesión del poder formal de la República y a la vez, como medio para asegurar que los intereses de la clase dominante estuvieran a resguardo. Desde 1870, al menos, el Estado Nacional fue el garante de la rentabilidad ganadera y la elección del modelo económico agroexportador y rentista, en desmedro de la formación de una burguesía nacional industrialista, permitió la formación de fortunas inconmensurables a la velocidad de la luz. Y con el dinero vino la impostación aristocrática. Hacia el Centenario, el descendiente del humilde bolichero, puestero o carbonero vasco o gallego, era un dandy que había olvidado prolijamente el olor a bosta de su árbol genealógico. Si la Asamblea de 1813 había abolido los títulos nobiliarios, ellos se inventaron una manera de ser lo que en verdad no eran gracias a los billetes, las obras de arte y las sirvientas inglesas. Entre 1890 y 1920, allá por París se decía “gastar dinero como un argentino”. La sabiduría popular que ponía las cosas en su sitio.
Primero los deslumbró Francia. Edificaron palacios imposibles, mansiones versallescas de dimensiones dantescas solamente para albergar a una sola familia. Los palacetes en la ciudad y las casonas de las estancias se tragaban alegremente los millones de pesos que producían las enormes extensiones de tierra que las sucesivas concesiones estatales les habían regalado, desde la Enfiteusis de Rivadavia al genocidio de Roca. Rentistas parasitarios, velozmente se constituyeron en clase dominante y se adueñaron de los símbolos de la Patria hasta lograr una identificación entre el parásito terrateniente y el país de cuya riqueza alimentaban sus lujos que tendría consecuencias terribles en el largo plazo. Después de Francia, hallaron el socio comercial perfecto: Inglaterra. Y detrás del simple comercio, la ilusión de formar parte de ese imperio.
La ceguera dorada duró hasta la crisis mundial de 1929. Cuando los mercados internacionales se cerraron, cuando el proteccionismo se convirtió en la fórmula de la potencias para capear el temporal, el lujoso castillo de naipes de la oligarquía argentina empezó a derrumbarse. Se loteaban las estancias, se vendían los viejos palacios, y para salvar lo que quedaba, se recurría al golpe de Estado. Era 1930. Acababa de nacer el instrumento político que por fuerza, la oligarquía habría de usar cada vez que sintiera amenazados sus intereses a lo largo de medio siglo: el Partido Militar.
Quien duda que el partido Militar fue el verdadero “partido del campo”, pierde de vista una de las realidades profundas de la historia nacional. La frase del terrateniente presidente de la Sociedad Rural devenido en ministro de economía de Videla, José Alfredo Martínez de Hoz, pronunciada en 1976, muestra a las claras la ideología de la clase oligárquica a la que el gobierno de facto servía de gendarme: “lo mismo da fabricar acero que caramelos”. El resumen del drama económico social argentino.
La salida de la crisis de 2001, la devaluación de 2002 y los cinco años de crecimiento sostenido durante la administración Kirchner, sumado al boom de la soja como cultivo dominante y commoditie estrella cuyo precio parecía no tener techo (cultivada a mansalva, corriendo la frontera agropecuaria atropellando poblados y cultivos por la fuerza, sin importar condiciones ambientales y otras nimiedades) regalaron a los terratenientes una nueva edad de oro. Incluso los otrora chacareros pobres de la pampa gringa, nucleados en la otrora combativa Federación Agraria, tradicional enemiga de los grandes oligarcas, se hallaron millonarios. Y entonces, en un intento codicioso por tributar lo menos posible por las extraordinarias ganancias devengadas de las exportaciones del “poroto” estrella, desataron un ataque en toda línea contra la República. Ataque que incluyó desabastecimiento, bloqueo de rutas y un espíritu destituyente hacia el gobierno nacional que no era nuevo, pero que no podía ser instrumentado como había sido tradición: por medio del Golpe.
Esta imposibilidad de saldar la ecuación de poder mediante el uso de la fuerza, provocó un necesario reacomodamiento político: la formación de un inorgánico pero sumamente operativo “partido del campo”. Esto es: un movimiento dirigencial de políticos, atravesando transversalmente los partidos políticos tradicionales, unidos por la defensa a ultranza de los intereses de la clase agroexportadora.
Desde el ataque al Estado Nacional de 2008 hasta ayer mismo, se viene produciendo en la política argentina este reacomodamiento de fuerzas. Intendentes, gobernadores, ediles, diputados, senadores y referentes, propalan hacia la sociedad como UNICA plataforma política los beneficios a los productores agrarios. Sin distinción de partidos, los une la ideología de la renta agropecuaria. Desde Duhalde a Carrió, desde Macri a Binner, desde Castells a Schiaretti, todos (aunque tengan diferencias insalvables en lo político) están unidos endogámicamente en la ideología de la estancia.
Esta formidable alineación de fuerzas, hacia cuyo redil acaba de saltar sin provocar ninguna clase de sorpresa en senador Reutemann, él mismo terrateniente, así como lo había hecho no hace mucho el saltimbanqui Solá, propone un escenario muy interesante en la política nacional con vistas a la elecciones de octubre.
De este lado está el gobierno nacional, defendiendo los deberes y derechos del Estado Nacional y del pueblo, de la sociedad civil argentina. Enfrente, la entente de políticos y Medios de Comunicación que defienden los intereses de los patrones agrarios, aunque tal defensa implique desfinanciar al Estado impidiéndole cumplir con sus obligaciones básicas, con tal de que los terratenientes gocen de ganancias cada vez más abultadas.
Las fichas están claras en el tablero político. Quienes quieran votar por grupos políticos que de lo único que hablan, que lo único que defienden y por lo único que se unen, es por mantener los privilegios del sector agroexportador, allí los tienen.
Quienes quieran dar a este país las chances de seguir creciendo con equidad, trabajar por terminar con los privilegios de clase, buscar continuar con el desarrollo sostenido, la generación de empleo para todos los compatriotas, sabe lo que debe hacer.
Nunca, salvo tal vez en 1945, fue tan sencillo decidir de qué lado está uno, de cara a la Patria y el Pueblo.
MP
Primero los deslumbró Francia. Edificaron palacios imposibles, mansiones versallescas de dimensiones dantescas solamente para albergar a una sola familia. Los palacetes en la ciudad y las casonas de las estancias se tragaban alegremente los millones de pesos que producían las enormes extensiones de tierra que las sucesivas concesiones estatales les habían regalado, desde la Enfiteusis de Rivadavia al genocidio de Roca. Rentistas parasitarios, velozmente se constituyeron en clase dominante y se adueñaron de los símbolos de la Patria hasta lograr una identificación entre el parásito terrateniente y el país de cuya riqueza alimentaban sus lujos que tendría consecuencias terribles en el largo plazo. Después de Francia, hallaron el socio comercial perfecto: Inglaterra. Y detrás del simple comercio, la ilusión de formar parte de ese imperio.
La ceguera dorada duró hasta la crisis mundial de 1929. Cuando los mercados internacionales se cerraron, cuando el proteccionismo se convirtió en la fórmula de la potencias para capear el temporal, el lujoso castillo de naipes de la oligarquía argentina empezó a derrumbarse. Se loteaban las estancias, se vendían los viejos palacios, y para salvar lo que quedaba, se recurría al golpe de Estado. Era 1930. Acababa de nacer el instrumento político que por fuerza, la oligarquía habría de usar cada vez que sintiera amenazados sus intereses a lo largo de medio siglo: el Partido Militar.
Quien duda que el partido Militar fue el verdadero “partido del campo”, pierde de vista una de las realidades profundas de la historia nacional. La frase del terrateniente presidente de la Sociedad Rural devenido en ministro de economía de Videla, José Alfredo Martínez de Hoz, pronunciada en 1976, muestra a las claras la ideología de la clase oligárquica a la que el gobierno de facto servía de gendarme: “lo mismo da fabricar acero que caramelos”. El resumen del drama económico social argentino.
La salida de la crisis de 2001, la devaluación de 2002 y los cinco años de crecimiento sostenido durante la administración Kirchner, sumado al boom de la soja como cultivo dominante y commoditie estrella cuyo precio parecía no tener techo (cultivada a mansalva, corriendo la frontera agropecuaria atropellando poblados y cultivos por la fuerza, sin importar condiciones ambientales y otras nimiedades) regalaron a los terratenientes una nueva edad de oro. Incluso los otrora chacareros pobres de la pampa gringa, nucleados en la otrora combativa Federación Agraria, tradicional enemiga de los grandes oligarcas, se hallaron millonarios. Y entonces, en un intento codicioso por tributar lo menos posible por las extraordinarias ganancias devengadas de las exportaciones del “poroto” estrella, desataron un ataque en toda línea contra la República. Ataque que incluyó desabastecimiento, bloqueo de rutas y un espíritu destituyente hacia el gobierno nacional que no era nuevo, pero que no podía ser instrumentado como había sido tradición: por medio del Golpe.
Esta imposibilidad de saldar la ecuación de poder mediante el uso de la fuerza, provocó un necesario reacomodamiento político: la formación de un inorgánico pero sumamente operativo “partido del campo”. Esto es: un movimiento dirigencial de políticos, atravesando transversalmente los partidos políticos tradicionales, unidos por la defensa a ultranza de los intereses de la clase agroexportadora.
Desde el ataque al Estado Nacional de 2008 hasta ayer mismo, se viene produciendo en la política argentina este reacomodamiento de fuerzas. Intendentes, gobernadores, ediles, diputados, senadores y referentes, propalan hacia la sociedad como UNICA plataforma política los beneficios a los productores agrarios. Sin distinción de partidos, los une la ideología de la renta agropecuaria. Desde Duhalde a Carrió, desde Macri a Binner, desde Castells a Schiaretti, todos (aunque tengan diferencias insalvables en lo político) están unidos endogámicamente en la ideología de la estancia.
Esta formidable alineación de fuerzas, hacia cuyo redil acaba de saltar sin provocar ninguna clase de sorpresa en senador Reutemann, él mismo terrateniente, así como lo había hecho no hace mucho el saltimbanqui Solá, propone un escenario muy interesante en la política nacional con vistas a la elecciones de octubre.
De este lado está el gobierno nacional, defendiendo los deberes y derechos del Estado Nacional y del pueblo, de la sociedad civil argentina. Enfrente, la entente de políticos y Medios de Comunicación que defienden los intereses de los patrones agrarios, aunque tal defensa implique desfinanciar al Estado impidiéndole cumplir con sus obligaciones básicas, con tal de que los terratenientes gocen de ganancias cada vez más abultadas.
Las fichas están claras en el tablero político. Quienes quieran votar por grupos políticos que de lo único que hablan, que lo único que defienden y por lo único que se unen, es por mantener los privilegios del sector agroexportador, allí los tienen.
Quienes quieran dar a este país las chances de seguir creciendo con equidad, trabajar por terminar con los privilegios de clase, buscar continuar con el desarrollo sostenido, la generación de empleo para todos los compatriotas, sabe lo que debe hacer.
Nunca, salvo tal vez en 1945, fue tan sencillo decidir de qué lado está uno, de cara a la Patria y el Pueblo.
MP
FE DE ERRATAS
Una rectificación a medida de Mariano T: José Alfredo Martínez de Hoz (hijo), quien fuera ministro de Videla y autor de la frase que se cita, no fue presidente de la Sociedad Rural Argentina. En la historia de la SRA hubo tres Martínez de Hoz en la presidencia de la entidad: su fundador, José Martínez de Hoz en 1866, Federico Martínez de Hoz en 1928 y José Alfredo (padre) en 1946. Como se ve, no le hacía falta presidir la Rural para cumplir con la ideología familiar, que hundió al país en el desastre económico, la desindustrialización y cuyo plan económico necesitó de la eliminación física de 30.000 argentinos para su aplicación.
MP
si seguuro de un lado el mal y del otro el bien, es asi de simple!
monsanto y grobocopatel son de la oligarquia o del gobierno no me queda claro.
Es así de simple como tu comentario
Aplausos (es todo lo que se me ocurre).
Agregá que Martinez de Hoz fue presidente de la estancia «Acindar», síndico de la estancia «Italoargentina de Electricidad», y directivo de muchas estancias más. Un típico gaucho de a caballo.
Por supuesto todo el espectro agrario es oligarca, millonario y gorila, sumemos golpistas y mezclemos con el proceso.
un analisis impecable…
Sopa:
me parece que lo de «todo el espectro agrario» corre por su cuenta.
M.P.:
Brillante síntesis.
Pepe: lamento que no creas en ecuaciones binarias. Pero hoy, aquí en la Argentina, la situación es esa. Ellos o nosotros. Hay que ver dónde te parás vos.
Gracias contradicto.
Gracias Sopa. Creo que se puede afinar el lápiz. Hablar de las patronales agrarias es algo más exacto, pero se entiende el punto al que ibas con tu comentario. Un saludo.
Garcias Politico aficionado.
Mariano, ya hice una aclaración dedicada a vos. No me pidas que cabecee!
Me adhiero a MP,porque esta muy bueno su analisis.Ademas se me ocurre agregar que mientras la industrializacion propia de la era moderna ya no es por la automatizacion en la produccion,la desaparicion del proletariado que inspiro a Marx,el crecimiento de la masa flotante desocupada,y,por otro lado el mundo, tiene hambre por crecimiento demografico,incorporacion del oriente a la economia mundial y el capitalismo actual prefiere especular a producir,todo confluye como para que en ARGENTINA tengamos ahora un fortalecimiento o resurgimiento de la oligarquia,constituida por otro tipo de nuevos ricos,que son los productores rurales.Ellos toman los simbolos tradicionales:se creen los mas patriotas,los hacedores del pais,como si la gente restante no tuviera la misma bandera.Usan a la Virgen y a la Iglesia,olvidando que en verdadero sentido cristiano es el del amor al projimo.No todos los productores son ricos,pero estan convencidos de que pueden llegar a serlo,mirando y siguiendo a los capos de la mesa de enlace.Que actitud tan diferente a la del chacarero de antes,manso y sumiso ante su dependencia del clima.Claro,ahora tenemos maquinaria computarizada,y todos los ingredientes socioeconomicos nos dan el fenomeno resultante.Hasta la urbanizacion propia de la era industrial,con su congestionamiento e inseguridad ,hoy presenta tendencias a volver o huir a las zonas rurales.Para eso tenemos tantos 0 kilometros.
yo creo que hay que tener en cuenta ciertas cosas, y la primera de ellas es que los «terratenientes» ya no son todopoderosos
porque a pesar de que la tierra es estratégicamente importante, y por eso tenemos 30 millones de hectáreas en manos de extranjeros, su propiedad no decide todo
ahí lo tienen a grobo, que terciariza todo y es uno de los que más produce, y uno de los más influyentes
además eso de confundir a perón o kirchner con el pueblo es una forreada
es cierto que el «pueblo», los pobres, los trabajadores, los desocupados, por más que el grupo clarín nos diga lo contrario al decir que el campo tiene apoyo, es cierto que los más desposeídos están con el peronismo, porque el peronismo siempre estuvo a su lado
sí, será por clientelismo y que se yo, pero son los únicos qe se meten en las villas
ahora, decir que perón o kirchner son pueblo, eso sí que no
miren su política, la de perón industrialista, para unos burgues maricones, la de kirchner exportadora, para las multis parásitas que aprovechan la tasa de cambio, ambos con estatizaciones que nos cagaron, con subsidios, bue
pero los del campo son peores, son un sector nada más
pero sinceramente no entiendo y quiero que me lo expliquen, porque los medios de comunicación apoyan a los productores de faa o cra, si eso a la larga perjudica a los grandes actores económicos
porque la política fiscal consiste en sacarle a los que medianamente tienen algo para darle a los que tienen mucho, ¿si eliminan las retenciones, de donde van a sacar la plata?
además tengo entendido que la sra es más ganadera, no sojera