“Doble comando”, “Poder en las sombras”, “Ex presidente en funciones”. Todas definiciones del papel que Nestor Kirchner desempeña en el gobierno de su esposa, la Presidenta Cristina Fernández. Definiciones espetadas por nuestros nunca bien ponderados representantes de los “medios de comunicación independientes” de la República Argentina. Aquellos embanderados en la “crítica respetuosa, constructiva y republicana”.-
Todo este primer párrafo tan sarcástico dirigido a nuestros malqueridos “Riales” de la política, no sirve más que de hilo introductorio para el análisis de lo que es uno de los tantos discursos que se impone desde el discurso único massmediático. Esa que, supuestamente vacía de otra carga que no sea contar la verdad de las cosas, impone en realidad un recorte que conforma la “verdad” pretendida según las necesidades del multimedio que representan, cómo se ha dicho hasta el hartazgo.-
Pues bien, varias cosas a dejar en claro previamente.-
Primero, llama la atención que se analice recién hoy, a 5 años de iniciado el proceso K, el estilo de conducción de lo que es un grupo de gobierno que siempre funcionó de igual forma, amén de lo que signifique la distribución formal de los cargos. Alberto Fernández lo expresó muy bien en el programa “3 Poderes”, que se emite por America 2: “Siendo yo jefe de gabinete de Kirchner, se tomaban en cuenta opiniones de Cristina, cómo no, si era y es una mujer valiosa. Por que actuar diferente estando ella al mando, si Kirchner es también un hombre valioso y que cuenta, además, con una experiencia para nada menor”.-
Por otro lado, cuanto se ha dicho de la famosa “Mesa de tuco del poder K” a la cual, además del matrimonio, se sentaban el propio ex Jefe de los Ministros, y el Secretario de legal y técnica, Carlos Zanini. Todos ellos políticos de años, capaces y amantes por igual de generar y resolver problemas de la política, con política, ese elemento que este proceso vino a reivindicar.-
Por último, sobre la pareja en específico, un verdadero animal de dos cabezas, nadie, ninguno de todos aquellos parlanchines de la derecha mediática, puede certificar fehacientemente aquellos datos con que se regodean en cámara burlándose del poder de la actual mandataria. Suena risueño, por caso, leerlos, verlos o escucharlos difundir diálogos supuestos entre ellos, puertas adentro de Olivos, respecto de que ella quería hacer tal cosa y al final se decidió tal otra por presión de el. Todo ello sin pruebas, obvio. Todo ello en nombre del periodismo serio.-
Frente a esto, se impone la lectura de aquellos que tenemos pasión por el análisis político y no por el chusmerío barato e infundado. Basados en lo que la exposición pública y en los actos en concreto que los funcionarios brindan. Puertas adentro, sólo dios sabe.-
En ese análisis, salta a la vista claramente, cómo primer dato, que la pareja gobernante son un mismo sentir y actuar político y así han sido en todo lo que se les conoce de su trayectoria militante y de gestión. Funcionan en perfecta sinfonía. Piensan y ejecutan con igual lógica, cómo ya tantas veces han analizado distintos compañeros del blog, con lo cual a ellos me remito. El grupo es reducido, y se impone la visión del tema que cada uno mejor maneje, según la decisión a tomar. Para abonar a lo que arriba transcribí de Alberto Fernández, por caso, durante el gobierno de Nestor, fue Cristina quien llevó a cabo los proyectos de lo que tuvo que ver con la reducción de miembros de la Corte Suprema de Justicia y a nadie de todos los hablantines mediáticos se les ocurrió hablar ni de doble comando, ni del daño que eso hacía a la república.
Surge entonces la pregunta final que da corolario a todo el texto. De cual es el objetivo que lleva a mediatizar hoy como diabólico un estilo de gobierno que llevaba un período a cuestas funcionando de tal modo, aún con diferentes roles institucionales. Es posible hallar entre ellos tres diferentes grupos de personajes con diferentes argumentos. Uno primero que objetivamente ve esa situación con malos ojos sin ninguna mala intención, basados en que los tiempos heterodoxos que correspondieron a Kirchner ya han pasado y que debe normalizarse definitivamente el país, también en el plano institucional. Lo creen genuinamente y no es dable criticar sus loables intenciones; salvo cuando dejan de lado el hecho de que todo gobernante siempre ha contado con un grupo reducido de asesores que forman el núcleo íntimo del poder y con peso en las decisiones. En este caso la realidad no escapa a ese dogma histórico y aún puede estarse uno contento de que en esta oportunidad ese grupo reducido esté plenamente formado por políticos de carrera, basta recordar en que terminó la injerencia decisional del “Grupo Sushi”, en tiempos delarruistas.
Otro grupo, cuyo deporte es pegar a los gobiernos de turno con lo que sea que se tenga a mano, porque tiene discurso cacerolero, y que entonces se agarra de esta verdad mediática para generarse material de trabajo, bajo por cierto.
Por último, está el sector de escribas de corporaciones cuyo objetivo, desde el minuto cero de gestión de Cristina, fue poner condiciones de juego a este módico modelo reformista K y entonces apela a desactivar la capacidad de sostén político del ex presidente para con el gobierno de su esposa, único poder de fuego capaz de aguantar los embates de aquellos (por otro lado, Nestor Kirchner es también un ciudadano, porque negarle derecho a expresarse). De aquel objetivo a que intenten por todos los medios dividir el frente matrimonial de lo que es su conformación tradicional, para poder plantear a Cristina sobre las mesas las cartas que ellos quieran jugar, potenciados por la pretendida división oficialista.
Entonces, con conclusiones sacadas y los hechos sobre la mesa, el enfrentamiento está planteado y todo por verse. Lo único seguro, es que el modelo de gobernabilidad que fue revalidado el 10 de Diciembre de 2007, nunca fue escondido. Obtuvo apoyo democrático y se ganó en ley su derecho a gestionar, por lo cual, negar que esto podía esperarse es falso. Las etiquetas mediáticas que tanto se repiten y que abrieran el texto, otro tanto. Y aún si se aceptara que haya intereses genuinos que aboguen por otros modos de gestionar, lo real es que no puede plantearse cómo imposición a que un gobierno cambie su lógica operacional, más aún, cuando las mayorías la consagraron de forma tan rotunda, cómo en las ya lejanas últimas elecciones presidenciales.
El debate puede abrirse y todos debemos aportar, no quedan dudas. Las formas de chantaje a través del discurso mediático, no son debate, son pretensiones de imposición. Eso, no. Eso si, que no.-