El 26 de octubre de 2011 fueron condenados los represores que actuaron enla ESMA.
El día 7 del mismo mes, por una protesta social se produjo un corte en la autopista del Oeste.
¿Cuáles son las razones que hacen que el diario Clarín condene a los represores por un lado y a los activistas por el otro? ¿Cómo opera el mecanismo discursivo?
Después de 25 años de gobiernos democráticos y con la experiencia y el saber producidos en ese período podría pensarse que el tratamiento de la noticia debería ser diferente.
Un eje de razonamiento es preguntarse acerca del valor de la memoria en estas circunstancias.
Para Yerushalmi, la mnemne es la permanencia de lo ocurrido, la presencia constante de aquello que fue, en tanto que anamnesis es la recuperación de lo olvidado a fin de ser reapropiado hacia el futuro. Cabe señalar que en estos años, la mnemne, la memoria, ha sido ejercida principalmente por las categorías militantes, agrupaciones políticas, ex – detenidos, Madres de Plaza de Mayo y otros colectivos.
La sociedad y los medios de comunicación como productores y reproductores del sentido común, han estado siempre más cerca de un proceso de no recuperación de los que fue (amnesia / amnistía)como forma de negociación con lo ocurrido para proyectarlo hacia el futuro.
El acto del colectivo militante que en un gesto levinasciano expone su rostro desnudo al colectivo social ha obligado a una respuesta.
Esta ha sido fundamentalmente jurídica (superestructural en términos marxistas) pero también ha sido la producción de cambios en las formas de producción/reproducción del discurso social que hacen que Clarín titule “ Astiz, símbolo del horror de la dictadura”.
Esta respuesta ética, esta responsabilidad (de mi para con el otro) en términos de Levinas conduce a un cambio en el estatuto de ese mi, que se refleja en el lenguaje.
Ciertamente, hay cambios en el lenguaje. Se menciona al represor, al horror, a la dictadura. Se los menciona por su nombre y su alias. Se los expone también con su rostro desnudo apelando a la responsabilidad que nos toca en tanto hemos recuperado el saber de lo que habíamos elegido no saber.
El contexto social en el que se dan estas modificaciones sigue siendo el de una sociedad capitalista que nos promete la felicidad en la cultura de masas. En la sociedad de la nueva economía del trabajo virtual, el semiocapitalismo nos obliga a ser felices en todos y cada uno de los actos de consumo. Franco Berardi propone que si se tiene el valor de ver a la realidad de lo cotidiano nos encontraríamos con que el sistema en realidad produce infelicidad. La energía del deseo se canaliza en el acto de consumo. Entonces, el consumo del ticket de la autopista no es el simple acto de compra para acceder a una vía rápida sino que tiene el valor de un discurso. El viaje en la autopista es además” viajar cómodo”, “viajar seguro”, “llegar rápido con los seres queridos”. Produce el efecto de la distinción. El que no paga no puede acceder a esos beneficios.
Una protesta social que produce un embotellamiento se explica como “infierno”. El hecho de que exista una razón para que alguien / otro sin rostro ni nombre proteste permite hablar de 43000 autos damnificados.
La ruptura de la satisfacción des estereotipo publicitario nos sumerje, de acuerdo a Berardi, en la infelicidad que esta sociedad genera como subproducto permanente.
Es este costado del nosotros el que aparece en el texto que desde los medios (Clarín en el ejemplo) nos interpela como damnificados por los piqueteros. La nota no investiga a fondo cual fue el problema que originó la protesta, simplemente pone en primer plano la molesta a la que fueron sometidos los automovilistas.
Los piqueteros no tienen nombre, son los nadies de Galeano (aquellos que valen menos que la bala que los mata). La libertad de tránsito encerrada en el horizonte obligatorio de la autopista que propone nuestra economía, les fue quitada a los usuarios y los arroja, como dice Berardi, a la infelicidad más profunda.
En el caso dela ESMA, el ejercicio de la memoria desde los medios repone de alguna manera la noción de derechos y libertades de la sociedad liberal. El castigo opera como productor de sentido.
La cárcel significa pena y reparación. El efecto del lenguaje en su metonimia, construye un discurso que, en términos de Lacan va dirigido a nuestro subconsciente, ya que el lenguaje estructura nuestra cadena de significantes y en la medida de que lo compartimos con otros, nos permite tomar todas las esas cadenas que circulan en nuestro colectivo social.
En la nota de Clarín aparece una cadena “crímenes enla ESMA” que remite a todo un conjunto de símbolos y relaciones significantes. También se escribe “juicio oral” y se nombran las cantidades de hechos. En este caso particular, el número es de por sí un índice (500 víctimas, 800 desapariciones) que remite a los 30.000.
Dentro de la estrategias del poder, quitar el nombre / rostro o mostrarlo de una forma específica es una de las formas más comunes de asignar algún tipo de valor a los sujetos. Los niños en situación de calle son menores.
El lenguaje, como representación y competencia lingüística ha sido modificado para poder describir la realidad. El sustantivo desaparecido adquirió un valor específico. Es una palabra que difícilmente pueda usarse ya para otra cosa.
La práctica de ocultar el nombre, de eludir el sujeto fuen una constante de los medios de comunicación que en el contexto del neoliberalismo acompañaron a los gobiernos militares.
El lenguaje y las cadenas de significados que se produjeron entonces, siguen estando presente en los medios que producen / reproducen nuestros modos de percepción y producción de la noción de libertad.
Ella nos remite a sujetos de derechos, con derechos y obligaciones cuya violación puede ser castigada. Los asesinos dela ESMA son juzgados y, por lo tanto, se reincorporan al universo liberal. Los piqueteros agreden nuestra libertad de tránsito y merecen ser juzgados por violar las leyes del universo liberal.
El discurso de los medios permanece constante.
¿Y qué discurso querés que tengan los medios?
¿En algún instante se te ocurrió pensar que la forma de hacer política cortando unas rutas era una pelotudés? Yo me pregunto, ¿cómo 4 gatos locos piensan tener «más razón» que esos 43000 autos que están demorados por causa de ese reclamo? ¿Cómo se les puede ocurrir que con ese acto van a ganar un ecuánime terreno discursivo en la mirada distanciada del resto de la sociedad? La prensa puede tranquilamente condenar a Astiz y criticar un corte de ruta. No hay ninguna incoherencia. Lo que falla es la estrategia militante de aquellos que cortaron la ruta. La prensa tiene intereses, pero los demuestra (hablo de casos dignos) de modo más fino que con algo que satisfaría tus pretensiones. Sería ridículo que un diario se centre en un conflicto inventado para el gran público con un corte de ruta. No funcionan así las cosas. ¿Antes de recurrir a Lacan no se te ocurre, a vos, pensar que esas tipos quieren llegar a sus casas luego de una larga jornada laboral? Hay un mundo, complejo, jodido, muchas veces triste, pero no se lo puede tratar como si fuese un nene. 43000 son más que 50, esto es básico en cualquier democracia. Lo que pasa es que hay cierta militancia que desprecia a esos que se quedaron clavados en el peaje, aunque no lo digan los sienten como seres inferiores y degradados moralmente. Esa es la cuestión. Y todavía sigue habiendo vanguardistas que creen poder manejar “la cosa política” y reír al último contra esos 43000 que los esperaron escuchando fm100. Gente hambreada y vanguardismo decadente, este es el cóctel que no va más.
Espero no haber sido agresivo, tan solo intente volcar mis impresiones.
Diego, tratemos de razonar.
Mi texto es sólo un intento de demostrar que el discurso de los medios del poder, en la época de la dictadura y en la actualidad es el mismo. A lo sumo repone algunas cosas que la práctica militante de colectivos como los que nombré ha recuperado para una buena parte de la sociedad. Esa recuperación siempre resulta una apropiación.En ningún lugar digo que es una incoherencia, no entiendo como llegás a ese razonamiento. Mi texto no analiza ni critica la práctica de un grupo social como los piqueteros, simplemente intenta ver cómo se refleja en el discurso mediático. En este texto trato de ver como operan algunas cuestiones como el consumo, la sociedad «feliz» consumista y el lenguaje, por eso es pertinente recurrir a Lacan, entre otros.Hablas de «cierta militancia que desprecia a esos que se quedaron clavados en el peaje, aunque no lo digan los sienten como seres inferiores y degradados moralmente.» Estás discutiendo otra cosa que no es lo que yo planteo en el texto, con otros actores de los cuales yo lejos estoy de ser parte y donde nada de lo que escribí te autoriza a pensar que yo adhiero.
Respeto, por supuesto , tus impresiones, pero si creo que has sido agresivo «al cuete».
canilla, debo decirte que, aunque no haya sido tu intensión manifiesta, el texto bajo el que figuran nuestros comentarios tiene como motor la presencia textual de esos dos puntos de vista respecto a dos temas diferentes dentro de un mismo contexto formado por determinados medios de comunicación. Sin esa que vos entendés como disonancia, el resto del post no tendría justificación.
Pero no existe un punto cero del lenguaje. El lenguaje se va transformando todo el tiempo. A vos te parece mal que los medios le den más importancia a 43000 autos parados en una autopista que a unos pocos que impiden que los vehículos circulen. Como te decía antes, hay un mundo, y en ese mundo, «no da» cortar una ruta dejando varados a más gente de la que está protestando. Los medios aplican el lenguaje, cuentan las situaciones con el «estado del arte» del lenguaje en el que ellos mismos se mueven. Así como antes nadie criticaba a viva voz a Astiz y ahora esa situación se dio vuelta completamente, eso es un «estado del arte» (para llamarlo de alguna manera) del lenguaje en el que nos movemos. Lugares comunes, discursos políticamente correctos, llamalos como quieras. Así como los militares del Proceso hoy en día son bolsas de papas, todavía 43000 automovilistas «son más» que un grupo de vanguardistas que azuzan para cortar una ruta a personas que viven con menores recursos económicos que ellos. A este punto de lógica el lenguaje argentino llegó luego de 200 años de idas y vueltas, de millones de micro correcciones diarias, de disputas finas e inteligentes por instalar tal o cual tema. Cortar una ruta es un movimiento político erróneo viviendo en una sociedad democrática. Podés cortar una ruta, pero no el orden del discurso que por ahí pasa; eso se hace de otra manera, el tiempo está involucrado ahí como sustancia fundamental.
El lenguaje, como bien lo sabés vos, es algo más complejo que aquello sobre lo que Magnetto tiene poder de decisión cada noche. En todo caso un diario como Clarín tiene para hacer cada tirada las cartas dadas. A Astiz no lo pueden poner en cualquier lugar, por más que quieran o no quieran. Astiz va ahí. Lo mismo un corte de ruta en determinado momento histórico, el margen de maniobra de los medios de comunicación está dado por el permanente intercambio con el afuera, con la calle, donde la hibridación va y viene de un lado al otro. Esta disputa contra Clarín ha embarrado toda pretensión de discusión seria sobre el rol de los medios en la sociedad. Es tan burda la posición «anti clarinista» que termina opacando todo aquello que pretenda discutir sin caer en demonizaciones; el costo para el gobierno termina siendo mostrar un perfil autoritario que no se diluye ni con toda la propaganda de Fútbol para Todos. Ni más ni menos que una pésima gestión de los medios de comunicación, propios y ajenos.