Fin de Ciclo K. Ahora sí que llegó…

La tercera es la vencida… aunque ya van, al menos, cinco anuncios de la llegada del fin de ciclo del kirchnerismo desde que asumió el gobierno en 2003, y ese mentado final todavía parece negarse a llegar.

Ante este panorama de yerros en los pronósticos, deberíamos preguntarnos frente a este nuevo presagio: ¿se tratará de un fin de ciclo K o asistimos a un nuevo reset del  kirchnerismo?

De esta manera ya lo hemos planteado en varias notas, entre ellas El “Fin de Ciclo K” y la mala praxis de analistas, editorialistas y políticosEstreno: Fin de Ciclo K (V). Próximamente en los más grandes medios El «Fin de Ciclo K» (IV), «Como la Cigarra»… así que no abundaremos en los intentos anteriores de muchos periodistas, medios de difusión, analistas e intelectuales de explicar la llegada del fin del kirchnerismo como movimiento político, ya sea en programas, diarios, revistas y hasta libros sobre el tema. Hoy nos remitiremos a analizar lo que se está diciendo en estos días sobre el nuevamente anunciado «fin de ciclo K».

Vayamos ya, pues, a los textos:



Se rompe una regla: la política oficial se afianza en el último tramo.

La economía de corto plazo casi no forma parte hoy de la agenda ni siquiera entre los candidatos políticos entusiasmados con la posibilidad de ganar las presidenciales del 25 de octubre ni de aquellos que quieren sacarle provecho a un giro a la derecha en la política económica. Hoy casi nadie habla de inflación ni de estanflación y el conflicto con los buitres, más allá de algunas escaramuzas que probablemente sigan, no forma parte de la discusión.

Con niveles de desempleo relativamente bajos, precios y tipo de cambios equilibrados y algunas dificultades subsanables en las cuentas fiscales, la economía, a diferencia de otros períodos disruptivos de la historia reciente, vislumbra un cierre de ciclo en el que existe un predominio claro de la política sobre la economía.

Históricamente, los cambios de gobierno o los fines de ciclo albergaron enormes expectativas porque los mandatorios salientes, ya sea el radical, Raúl Alfonsín, el conservador-peronista, Carlos Menem o el aliancista, Fernando de la Rúa, dejaron el país en llamas o al borde de precipicio. Cualquier mensaje esperanzador que muestre equilibrio siempre fue bienvenido entre los argentinos que vivieron en los ’80, los ’90 o fines del siglo XX. Pero ahora esta idea de qué el próximo presidente será mejor y que instrumentará una política económica superadora no anida, en muchos casos, ni siquiera en el más recalcitrante militante antikirchnerista.

Entre la población se agiganta la idea de seguridad que le confiere la política socioeconómica. La tranquilidad del ciudadano se inspira en que su empleo no peligra y que el poder de compra de su salario se mantiene por las paritarias y una política centrada en mantener el consumo como eje del crecimiento.

Más allá de esta «sensación» de hastío que instalaron, discurso tras discurso, desde ciertos sectores del stablishment, la sociedad hoy está reconciliada con la política oficial, incluso tomando en consideración los déficits y las materias pendientes del kirchnerismo. De hecho, un informe de confianza del gobierno que elabora la Universidad Di Tella le ofrece a la gestión de Cristina Fernández de kirchner el mayor nivel de confianza de los últimos tres años. Este indicador registró un aumento del 10% en mayo respecto de abril, señala la Di Tella a partir de una investigación de Poliarquía Consultores.

La mejoría es más pronunciada si se toman valores interanuales, ya que la confianza en la administración aumentó un 38% con respecto a mayo de 2014. El estudio indaga en la percepción de los encuestados sobre cinco aspectos del gobierno: imagen, capacidad, interés, eficiencia y honestidad. El atributo más valorado del gobierno es la honestidad. Sin embargo, hay un dato que resulta más ilustrativo a la hora de hacer un análisis comparativo entre el kircherismo y las gestiones de la nueva era democrática que empezó en 1983: el mayor índice de confianza de la gestión K, por grupo de edad, se ubica entre aquellos que tienen entre 30 y 49 años. Esta franja etárea atravesó las grandes crisis que sufrió el país con la hiperinflación de 1989-90 y la salida traumática de la Convertibilidad en 2001-02. Pero, atención, el segundo segmento que más confianza profesó hacia el gobierno en esta encuesta son los jóvenes de entre 18 y 29 años.

En la última etapa, con más de una década de administración política, el gobierno mejoró su confianza entre aquellos que atravesaron todo el proceso democrático y quienes crecieron bajo la gestión kirchnerista.

Sin embargo, la preocupación y el temor hoy están esencialmente focalizados en la política social y económica que llevará a cabo el próximo gobierno.

Esto explica, de alguna manera, porque los economistas de los precandidatos de los partidos políticos se esmeran por mostrar en público a la sociedad que van a mantener los ejes centrales de la gestión.

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Comenta sobre el tema el periodista de Clarín, Julio Blanck:

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Se le han llevado de todo un poco a Massa, y quizás haya más, algún dirigente notorio y segundas y terceras líneas que hagan más profundo el desangrado de las estructuras. Hasta aquí, asustados porque Massa ya no les garantiza el paraguas protector para mantener el poder en sus territorios, intendentes y legisladores huyeron en atropellada vuelta al oficialismo demostrando cuánto tenían de espesor sus convicciones. 

Dicho esto sin perjuicio de que, en los pocos sondeos serios que circulan, la imagen de la Presidenta creció sin pausas los últimos tres meses.

En verdad, pueden seguir discutiendo esto diez días más después del inminente cierre de alianzas. El 20 de junio se termina el plazo para anotar candidaturas. Ese el punto de no retorno.

Pero nadie puede asegurar que unos y otros hagan algo distinto a lo que hicieron hasta ahora para evitar que el kirchnerismo se perpetúe en el poder.

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Veamos qué es lo que opinan en el entorno macrista sobre el tema:

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Como Macri pareció inmune a esa presión, hoy De Narváez se lo propuso públicamente. Le pidió al líder del PRO «grandeza política» para sellar el acuerdo con Massa y confirmó que el jefe de Gobierno sabe que de no acordar con el líder del Frente Renovador puede favorecer un triunfo del kirchnerismo.

De Narváez dijo que en el encuentro del miércoles en su casa, el consultor ecuatoriano afirmó: «Sabemos que podemos perder, pero preferimos perder puros, solos».

«Durán Barba es muy claro hablando y básicamente dijo dos cosas: Cristina es imbatible y la economía de bolsillo va a mejorar», reveló esta mañana en declaraciones a radio Mitre. Y precisó que, en ese contexto, el histórico asesor macrista les dijo que «por eso decidimos ir solos, puros, aún sabiendo que podemos perder y preferimos perder puros, solos».

(…) se lamentó De Narváez y agregó que «si bien desde lo técnico esa posición es sostenible, desde lo político me parece imperdonable».

Las revelaciones de las charlas privadas con Durán barba, forman parte de la última jugada de Massa, que como reveló LPO, este martes cuando brinde una conferencia de prensa, pronunciará un mensaje simple pero contundente: Instará por última vez a Macri a que habilite la primaria o en caso contrario, será responsable que el kirchnerismo gane en primera vuelta.

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Leamos ahora lo que editorializa en La Nación Joaquín Morales Solá:

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Macri y Massa, cuando ya es tarde para todo.

El «círculo rojo», una metáfora para nombrar a los sectores empresarios más influyentes del país, rodeó a Macri en días recientes para empujarlo a un acuerdo opositor. Esos hombres importantes de la economía temen, más que nada, la continuidad del cristinismo con otro nombre. Al revés de Massa o de Daniel Scioli, a Macri no lo atemoriza el «círculo rojo»: nació dentro de él, los conoce desde adolescente a casi todos los grandes empresarios y es crítico de lo que éstos han hecho durante el kirchnerismo.

Según las mediciones del macrismo, un 60 por ciento de la sociedad quiere ese cambio, aunque no todo ese bloque es extremadamente crítico de Cristina Kirchner o de su gobierno. Se inclina por un cambio de personas, de métodos y de políticas, pero no quiere vivir bajo un poder que disponga giros de vértigo. Por eso, Macri corrió su discurso hacia el centro: promete conservar los subsidios sociales, hacer eficiente a Aerolíneas Argentinas en manos del Estado o confirmar en su cargo al actual CEO de la estatal YPF, Miguel Galuccio.

En la desesperación de los últimos días, sólo reclamaba un papel como actor de reparto. La última carrera electoral de Massa no deja de ser una tragedia política y personal. Hace apenas ocho meses era el candidato presidencial con más intención de votos.

Cansado y debilitado, casi con la lengua afuera, lo buscó a Macri. Macri lo esperaba, pero para decirle que no, cobrando el desplante que él sufrió de parte de Massa en las elecciones de 2013. Ninguna política nueva le quita a la política su eterna dosis (¿necesaria, tal vez?) de dureza y frialdad. La mejor síntesis la hizo un viejo massista: «Ya es tarde para todo».

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Veamos ahora qué piensan los factores de poder real al respecto:

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El establishment hará cualquier cosa» para que no gane el FPV.

El secretario general de la Unión Industrial Argentina (UIA) y diputado nacional por el Frente Renovador, José Ignacio De Mendiguren, aseguró hoy que desde el establishment económico harán «cualquier cosa» para evitar que el Frente para la Victoria triunfe en las elecciones presidenciales de este año.

“Es verdad que hay mucha gente del establishment que tiene un temor grande a un posible triunfo del Frente para la Victoria”, sostuvo De Mendiguren en radio Del Plata y agregó: “Con tal de que eso no se dé, cualquier otra cosa sirve”.

Sin embargo, el empresario massista se desmarcó de ese sector y mantuvo distancia al afirmar que “eso no es una elección». «Una elección es que cada uno plantee lo mejor, y si tiene que ganar el que tiene que ganar porque la gente lo eligió, eso es la democracia”, subrayó.

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Pero, será tan así como dicen:

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Repuntó en mayo la confianza en el Gobierno.

La confianza en el Gobierno registró un aumento de 10% en mayo respecto de abril. Así lo establece el informe de Índice de Confianza en el Gobierno (ICG), que elabora la Universidad Torcuato Di Tella (UTDT), a partir de una investigación de Poliarquía Consultores.

La mejoría es más pronunciada si se toman valores interanuales, ya que la confianza en la administración nacional aumentó un 38% con respecto a mayo de 2014, cuando se ubicaba en 1,51.

El índice, que utiliza una calificación de 0 a 5 puntos, se ubicó en 2,09 y registró el valor más alto desde mayo de 2012, cuando había trepado a 2,14 puntos. Es la tercera suba consecutiva desde febrero de este año.

El estudio indaga en la percepción de los encuestados sobre cinco aspectos del Gobierno: imagen, capacidad, interés, eficiencia y honestidad. Fue la honestidad el atributo mejor valorado, con 2,43 puntos, lo que implica un incremento de 13% con respecto a abril en ese rubro.


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Cristina Kirchner ante un ciclo que no termina.

Se dice que Cristina sube en la consideración pública porque “ya se va” y que, como todo presidente que deja el cargo, la mirada de la población sobre ella se vuelve más matizada,

menos aguda. Se compara entonces esta etapa de la gestión kirchnerista con el último año del primer gobierno de la chilena Michelle Bachelet, que finalizó en marzo de 2010. Bachelet había experimentado un fuerte descenso en su imagen al inicio de su mandato, tocando un piso de alrededor del 35 por ciento de aceptación en 2007. La dirigente socialista se retiró tres años más tarde con un histórico 84 por ciento de aprobación.

Si este razonamiento es adecuado, todo presidente que se retira del cargo sin reelección posible, se beneficiaría con un “viento a favor” en las encuestas, a partir de que una regla no escrita que indicaría, supuestamente, que la consideración pública se vuelve más benevolente con un mandatario que se retira.

Lamentablemente, al menos en el caso de la Argentina, esta situación no se ha verificado. Más bien lo que suele ocurrir es todo lo contrario, según la evidencia histórica. En un paper publicado en 2013, el politólogo Aníbal Pérez-Liñán trabajó sobre la cuestión “Liderazgo presidencial y ciclos de poder en la Argentina democrática”. En ese trabajo, el especialista recopiló datos de encuestas sobre el porcentaje aprobación de la gestión de gobierno entre 1983 y 2013.



La información está compilada en el gráfico que sigue:

Según puede observarse, los niveles de aprobación de Raúl Alfonsín, Carlos Menem e incluso Néstor Kirchner -algunos mayores, otros menores- permanecieron estancados o cayeron en los últimos meses de cada una de sus gestiones. En todos los casos, se econtraron muy lejos de los picos de aprobación que lograron alcanzar en algún punto de sus mandatos.

La consultora IPSOS ha dado a conocer información sobre los niveles de aprobación de Cristina Kirchner en los últimos dos años. En esta nota se indica que en 2013 la imagen presidencial, de acuerdo a esa empresa y sus estudios de opinión, había caído con respecto a 2011 pero hasta un piso todavía alto, del “50 por ciento”. A fin de 2014, la consultora la ubicaba en 49 por ciento. Aquí se ve cómo, Luis Costa, de IPSOS, señaló el mes pasado a Interamerican Dialogue que que “Cristina permanece como la presidente más popular de la región con el 49 por ciento” de aprobación.

Para pasarlo en limpio, entonces. No es cierto que en la Argentina se dé un “efecto Bachelet”. No se verifica que “la imagen del Presidente sube porque se va” o que, en este caso, “Cristina sube porque se va”. De esa forma, la actual mandataria -en caso de mantener o mejorar los actuales niveles de aceptación- es protagonista de una compleja operación política nunca antes lograda en la historia reciente argentina. Rompe el ciclo que termina con una cierta “demonización” de un jefe de Estado que se aleja.

Sobre esta cuestión deberán tomar nota no sólo los analistas que habían pronosticado para esta altura de 2015 un “fin de ciclo” político para Cristina, sino también los sectores que evalúan con cierta liviandad que el kirchnerismo se desvanecerá en el aire una vez que la mandataria deje el 10 de diciembre la Casa Rosada.

Para hacer aún más completa su ruptura con el pasado reciente, Cristina tendrá que producir otro hecho que ni Juan Perón ni Carlos Menem -los dos presidentes de su partido que estuvieron algún tiempo más que ella en el cargo- lograron o quisieron lograr: colocarle la banda y entregarle el bastón presidencial a un dirigente que triunfe en elecciones y que surja de su mismo signo político.

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El FpV se mantiene como primera fuerza nacional, según encuestas.

Un encuesta de M&F vuelve a colocar al Frente para la Victoria como la primera fuerza en intención de voto a nivel nacional, cinco puntos por delante de la alianza entre PRO, UCR y Coalición Cívica, y a más de 24 puntos del espacio de Sergio Massa.

La encuesta realizada por la consultara Management & Fit, publicada hoy por el diario Clarín, repite los resultados de las encuestas que otro centros de opinión pública vienen realizando: el Frente para la Victoria continúa a la cabeza de la intención de votos, con Daniel Scioli como el candidato mejor posicionado en las PASO.

La muestra, que abarcó 2400 casos en todo el país, coloca al oficialismo nacional como la fuerza más elegida que, con la suma de los números del gobernador bonaerense y del ministro de Interior y Transporte Florencio Randazzo, alcanzaría el 35,3% de los votos.

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Elecciones 2015: Cristina supera el 60% de imagen positiva.

«La imagen de la Presidenta crece de manera sostenida», indicó López al evaluar el grado de influencia que tendrá la mandataria en las próximas elecciones.

Según el especialista, la imagen positiva de Cristina Kirchner «está por arriba del 60%». Y afirmó: «Lo dicen consultoras oficialistas y opositoras, incluso la multinacional IPSOS, que revela la imagen de los dirigentes de la región donde Cristina es la segunda con el 50 % de imagen positiva por debajo de (el presidente de Bolivia) Evo Morales».

En mayo, la imagen positiva Cristina estaba en 50 % según una encuesta del consultor Raúl Aragón: «Scioli está creciendo fuertemente en parte por el crecimiento y recuperación impresionante de Cristina en calidad de imagen», analizó el especialista a dos meses de las PASO 2015.

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Elecciones 2015: Hasta Macri reconoce que Cristina tiene una buena imagen.

Al ser consultado, afirmó que la presidenta tiene «una imagen razonable al final de un mandato». Cuando prefirió decir que eso «no le preocupa», el Jefe del PRO reconoció que la mandataria no es «piantavotos».

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“Hoy, Cristina supera el 50% de imagen positiva, y en Provincia está cerca de los 60 puntos”, indicó el consultor Mario Riorda.

El politólogo y experto en estrategias en comunicación política analizó en Mañana Sylvestre la fuerte recuperación de la Presidenta y del Gobierno en general de cara a las próximas PASO.

“Cristina está incluso superando el 50% de imagen positiva, y sobre todo porque hay diferencia de entre 4 y 5 puntos entre encuestas telefónicas y encuestas domiciliarias, y en las domiciliarias está dando cómodamente arriba de 55 puntos, e incluso en la provincia de Buenos Aires más cerca de 60 puntos que de 50”, subrayó el analista político e investigador académico Mario Riorda, sobre la recuperación política del Gobierno, registrada en este último trimestre.

Desde su perspectiva, parte de la prensa y de los analistas cayeron en la “tentación analítica temprana” al hablar de fin de ciclo político tras el llamado efecto Nisman, situación que a su juicio parecería hoy lejos de concretarse.

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Queda ya bien claro que se repite el fin de ciclo del kirchnerismo… al menos, el mismo final que se viene anunciando desde hace una década, es decir que el Frente para la Victoria sigue siendo el partido más fuerte y vigente de la década y, de seguir así, se proyecta como el vencedor de las elecciones de este año como lo ha sido a lo largo de su gobierno, al menos en la primera vuelta.

El hecho de que la oposición política y mediática y los usuarios (con exclusividad) de los medios de difusión hegemónicos hayan creído lo contrario, sólo demuestra lo que comentamos aquí en varias oportunidades (por ejemplo en *Glasnost, Perestroika y la Caída del Muro de… Clarín, *Medios hegemónicos. Mentime y llamame «la gente»…, *La basura en el ojo de la «opinión pública»…, *El día en que el Grupo Clarín desmintió al Grupo Clarín… o en *¿Es correcto decir que Clarín miente? No): que el muro de desinformación o información por demás sesgada de esos medios no deja ver con claridad una realidad que suele golpearlos fuertemente cada dos años, cuando hablan las urnas y callan a muchos medios.







Acerca de Basurero

Soy un basurero interesado en Antropología, Historia Argentina, Política, Economía Política, Sociología, idioma Inglés, Fotografía y Periodismo, y culpable confeso de ejercicio ilegal de estos temas en mi blog.

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