Como diría Crónica, faltan 4 días para la llegada de la primavera. Lugar común para esta estación: el reverdicimiento de las flores. Septiembre-Diciembre es quizás, desde la opinión de este humilde cronista, el mejor período del año para salir al sol y disfrutar de algunos buenos aires (que los hay, aún cuando todo se vislumbre tan turbio). Nos vamos a enfocar, sin embargo, en el primero de esos meses, el que acaba de dar comienzo a su segunda mitad. En el día de ayer se llevó a cabo, tal como es habitual, una masiva marcha en conmemoración de la Noche de los Lápices, a 34 años de aquel trágico episodio, enmarcado en la feroz represión (más que eso, un verdadero genocidio) que llevó adelante el Proceso de Reorganización Nacional. Indudablemente no fue una movilización más, dado el contexto actual en el que la misma se realizó. Los estudiantes secundarios continúan siendo los protagonistas principales (aunque no excluyentes) de dicho evento y así como entonces desafiaron el poder militar a través del reclamo por el boleto estudiantil (y en ello les fue la vida), hoy en día se expresan políticamente (¿hay algo raro en esto?) no tanto frente a un gobierno puntual sino en rebeldía a un estado de situación calamitoso que, una vez más, pone al bordo del colapso a la ya deteriorada educación pública. Más allá de un posicionamiento definido acerca de la legitimidad que tiene la forma de lucha «toma», como un elemento más de la caja de herramientas que poseen los sectores subalternos a la hora de encauzar sus reclamos (aunque se pueda presumir un origen de «clase media» entre algunos de los estudiantes, la posición en la que hoy se encuentran – entendiendo los enfrentamientos como un campo de relación de fuerzas – es de subalternidad frente a un Otro notablemente más poderoso), el enfoque de la nota apunta hacia la idea de «lo político» que se ha puesto tan en boga en los discursos de aquellos que cuestionan el accionar de los pibes.
Sí, cuando Bullrich afirma que lo que están haciendo los estudiantes es político, habría que asentir con la cabeza y decirle: «coincido con usted, señor Ministro, el reclamo es político». En primer lugar, como diría el cantautor folclórico Raly Barrionuevo, quizás ubicado en un perfil autonomista, «política hacemos todos al caminar». Como segundo punto, una reivindicación puntual no es abstracta, tiene un contenido concreto y que, al interpelar encima a sujetos que se mueven literalmente en «la política», no puede menos que ser político (disculpen la redundancia). En su columna del lunes en Página/12 (http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-153068-2010-09-13.html), Aliverti hace un señalamiento acertado cuando dice respecto a los críticos del movimiento estudiantil que se ha generado (o que ha salido a la luz, porque es inocultable su pre-existencia): «los enardece que los pibes estén en la calle o movilizados, porque les altera la idea del orden básico que es custodio de sus intereses de clase». La política no se vivencia solamente entre cuatro paredes, la política se vuelve potencia en las calles, en los espacios públicos, en los fluidos que caracterizan a toda sociedad dinámica y moderna. Pero el orden dominante no lo tolera, porque es consciente de que las formas de contención que tiene a su alcance son insuficientes para comprender de qué se trata el asunto. Porque por más que intente extender las clases, por más que amenace con sanciones a los docentes que también se han sumado al conflicto en condición de sujetos educativos que sufren en sus bolsillos la condición estructural del área, por más que las tomas en un determinado momento se agoten y la protesta activa quede atrás, hay una concepción de lo que significa la educación la que se puso en juego fundamentalmente. No hubo ningún representante del macrismo que dijera por qué no ejecutaron todo el presupuesto educativo e incluso ni siquiera prometieron que lo iban a hacer. Eso es honestidad brutal, sin hipocresías. Bien vale el elogio ante tanta mentira. De todas maneras, algo no podrán evitar. Que aquello que nació, haya llegado para quedarse. Las flores de septiembre coparon, a pura diversidad de colores, las calles de Buenos Aires. Bienvenido sea.