Oh I’m sleeping under strange strange skies
Just another mad mad day on the road
My dreams is fading down the railway line
I’m just about a moonlight mile down the road
Hay tantas maneras de llegar a la música, tantas primeras veces, tantos principios que a medida que vamos creciendo se van desdibujando, vamos olvidando, hasta que en arranques de lucidez o de súbita violencia todo se pone en su lugar y recordamos, conseguimos recordar cuál es la fundación real de nuestras cosas, las decisiones, la vida.
A veces me cuesta entender cómo entré en la batalla del lenguaje y la construcción de uno. En qué momento me convencí a mí misma de que podía escribir, cuándo fui tan impune y cómo logré este estado kármico de soberbia. Supongo que por tu culpa, por tu libro usado de parque rivadavia que leí a los 15; fue tu culpa Fogwill, fuiste vos y lo negué tanto tiempo, como se niega a los padres, como se niega a los progenitores, como se niega el dolor de ser paridos. Como se niega también el hecho innegable de que escribir en mi es una parodia y en Fogwill una voluntad. La voluntad.
Siempre me enamoré de sociólogos, no me pregunten por qué, simplemente es un hecho. Puedo contar alguna excepción pero siempre me enamoré de sociólogos. Con ellos batallé, me maté, intentaron matarme, me dejaron casi destruida, me volvieron a matar, volví a dar batalla y acá estoy dándome cuenta que no sólo amé a los que estuvieron en mi vida, también amé al que leí, al que ahora no está, al que se fue para siempre. Es el fin de una era y es también el aviso letal de que ya no tengo 15 años y estoy en esta especie de limbo virtual, viendo cómo los que tenían 15 años conmigo, los que tuvimos ese 2001, los que vimos a Ramones en Obras, los que conocimos las delicias de la noche de los ´90, los que compramos cocaína y la tomamos en clubes sociales, los que aprendimos de la promiscuidad con forro, los que cogíamos concientes de que había que coger sin morirse, los que no intercambiamos jeringas en Parque Sarmiento pero igual nos metíamos de todo, los que íbamos a comprar libros al Parque Rivadavia, los que amanecíamos en La Academia, todos esos, hoy creo, no sé ustedes dirán, somos a lo sumo y como mucho un pálido reflejo de una vida plagada de estertores, de aciertos, de errores; muchos -es verdad, no hay que negarlo- pero sólo somos eso, un pálido reflejo que se hace aún más pálido, mas oscuro, mas triste, menos luminoso ahora que ya no estás más.
No tengo derecho a escribir por la simple razón de que no tengo derecho a escribir más. Pero sigo, siempre se sigue después de la muerte ¿Acaso el mundo se paró hoy a las 17 horas de este sábado horrible? No. Nada se detuvo. Me llegó el mensaje frío, una línea: Murió Fog. Así nada más. Levanté la vista y la gente seguía con su vida de mierda en este bar de mierda con las mismas conversaciones de mierda y yo quería llorar, quería llamar a tanta gente, quería salir a buscar tantos abrazos, quería llamarte a vos y no te llamé ni te voy a llamar, porque la muerte no es excusa para volver al pasado. Pero acá estoy mirando el teléfono, seguro cuando sea más grande y no quede nada de belleza en mí – otro acto de soberbia impune de mi parte, hoy no soy bella hoy nadie es bello nada es bello porque belleza adiós se fue- hablé con vos de esto es un gesto literario, en una especie de gesto literario en donde te diga si yo escribí sobre vos, sobre nosotros, era tu teléfono, era mi teléfono y nuestra construcción real o al menos la mía es, fue y será literaria y eso lo aprendí de pocos nombres y uno de esos nombres era Rodolfo. Decir “el amor” es un decir porque el amor ya estaba hecho. Hacer “la literatura” a partir de ahora es una empresa suicida, porque ya esta hecha. Ya está hecha, hay que tener muchos huevos para escribir ahora. Fogwill empezó a publicar a los treinta y ocho años. Es ese el tiempo quizás, ocho años tengo, quizás son ocho años contando a partir de ahora o los treinta y ocho enteros. Quién sabe, quizás estoy exagerando, quién sabe quizás cuando digo ya no me importa estoy mintiendo. No sé, hay muchas cosas que no sé y las descubro cuando manipulo, cuando miento, cuando tergiverso o sea: cuando escribo. Hay que escribir como si nada importara, hay que escribir desde la impunidad, hay que escribir por el gusto de la revancha, hay que escribir desde el resentimiento, por eso no se escribe joven, no, nunca, escribir joven, ser un escritor joven qué gran pedazo de mierda, qué mentira atroz, qué falta de respeto, qué putada, qué cosa horrenda, ser escritor joven. Todos forros. Hay que escribir después ahí al borde de los cuarenta, ya te diste cuenta de todo, ya te pasó el mundo por encima, vivís en la realidad, dejaste de ser tan imbécil, no se te permite ser tan tonta. Ya tenés cuarenta o casi cuarenta y te diste cuenta de las cosas más crueles de tu vida. No te tendría que haber dejado, no me tendría que haber ido, nunca tendría, jamás, cómo me equivoque, qué hice, cómo pude haberme equivocado tanto y ya está. Se terminó. Punto, la misma intensidad jamás y las mismas fuerzas para coger nunca. Pero la habilidad en las manos sigue, uno es de alguna manera atractivo a los cuarenta ¿no? Y si hiciste guita mejor, hacé guita si querés escribir, robá traficá, basta de altruismo: la vida no es pura. La literatura es la anulación del otro. También es la anulación del propio dolor, te dejé pero te escribo, me dejaste pero soy capaz de narrarte. Nos dejamos pero dialogamos. Ahora esperamos. Ahora esperamos los últimos atardeceres en la tierra.
El efisema pulmonar ha sido una mierda en mi vida. Se llevó a mi padrino, se cargó a mi padre y modificó ahora la vida cotidiana de todos nosotros, gente egoísta que cree que siempre va a estar vivo aquél que dice lo que no podemos decir.
Fogwill es, fue y será una apropiación. Se siente a Fogwill con odio, con rabia, con sed de venganza. Fogwill es el campo de batalla, con Fogwill sólo se gana escribiendo. Fogwill es padre porque nosotros hijos ilegítimos perdemos si caemos en la estupidez de señalar su personaje por sobre sus libros y perdemos aún más si creemos que famélicos de amor como estamos, hiper estimulados por dispositivos de auto control, podemos escribir con seguridad que al amor no había que hacerlo, que el amor ya estaba hecho, cuando cotidianamente día a día lo que vemos es que el estado de la guerra le viene ganando al estado del amor, que a esta altura de la vida, del siglo, de la demencia, del tiempo perdido, el estado del amor debería ser un Asunto de Estado.
Estuve leyendo a Fogwill; y anoche cuando me fui a dormir, en un sueño intermitente que creo no fue real -o al menos no parece hoy real- conseguí armar cada una hora, cuando entraba y salía de la vigilia al sueño, las pequeñas piezas, el polvo de estrellas, el polvo que no tuvimos VS el polvo que si tuvimos, la charla, la palabra, el engranaje, la vida, la doble vida, la vida secreta, esta última la pieza que me faltaba para el encastre perfecto de por qué yo vos y él: literatura. Vos, yo, él, máquina de guerra contra el mundo, aplanadora cargada de resentimiento, voluntades encontradas, el sueño ahora vuelve a ser real, la batalla es de acá a unos años cuando vengas, cuando vaya, ¿cuándo vamos a la presentación de tu libro?, de tu libro o del libro de él, del mio, abrir la página y ver, leer, sentir, palpar la victoria: “En la misma colección: Rodolfo Fogwill”.
muy bueno Helena, muy sentido.
para mi «La experiencia sensible» es el mejor libro de Fogwill, mucho mejor que los pichis
Gracias pepe. A mi mucho la verdad no me importa que es mejor o que es peor,en este momento quizás más adelante si me ponga a pensar que es lo mejor de Fogwill. Como poeta a mi me resulta increíble y suele no gusta mucho, pero «Lo Dado» me encanta. Gracias por leer.
Excelente texto, lo guardo. Y tenés razón: Fogwill empezó a escribir después de haber sido sociólogo, redactor publicitario, diseñador de campañas de marketing y quién sabe cuántas cosas más, sobre todo después de haber vivido, escribir sin haber vivido lo suficiente no es literatura, es onanismo.
Alejandro ¿no? Estoy radical, ni quiero usar nombres de guerra. Si, la muerte de Fogwill fue el detonador de muchas cosas. Cumplí años el 25 de junio pero el sábado a la madrugada me dí cuenta, más bien asumí a la fuerza que tengo 30 años. No está tan mal, podría haber llegado aún más tarde. También creo que deja en claro que los padres literarios si existen, cosa que la gente de esta generación niega de múltiples maneras. Recuerdo una entrevista hace unos años de un «compilador» diciendo que no necesitaban matar a sus padres. Ahí ya supe que no iba a leer a ningún contemporáneo, más allá que antes de eso tampoco me interensaban. No leo gente que escribe para: 1. Hacer amigos 2. Para los amigos. No leo a gente cobarde, hiper cuidada, blanda. Pero sobretodo no leo a la gente que no tiene un cuento como «Música» o tituló un libro «Lo Dado».
Dentro de la literatura la gente que más me gusta es la que NO es de la literatura. Fogwill era uno, Fogwill era un outsider que con casi 40 años copo la parada de un pueblo tranquilo. Hay pocos y pocas así, que logran poner en crisis la verdadera figura del escritor y la construcción de lo que llamamos campo literario que suele definirse y solo dejarse definir por quienes lo ocupan. La quinta. Por eso el caso de Fogwill es letal, no importa tanto lo que ya no va a escribir, importa lo que no va a poner en crisis, el campo social y cultural que no va a alterar, esa es la gran perdida. Ahora quizás suceda que se quiere negar a ese Fogwill y se digan cosas como «revisemos sus libros». Si estoy de acuerdo, pero como su tocayo de nombre no solo revisemos sus libros, asumamos también que no podemos seguir viviendo en las acciones políticas y estéticas de otros.
Y Fogwill estaba solo, a su manera, no (solo) porque era único. Fogwill estaba solo porque podía estar solo. Otro punto que me llama la atención, esta generación necesita de 30 personas y una red cínica de amistad para un tomo de cuentos. Después de 4, 5 «antologías» alguno que otro escribió una novela, pero la construcción de una obra se hace solos y solas. Es extraño en una época en donde la soledad es la manera de vivir no se puede construir. Quizas con eso no basta, quizás no se toleran, no sé. Eso si que no lo sé. Pero cuando hay puntos de inflexión como este te das cuenta que ya no vale la pena pensar en eso.
saludos.
¿De cuál de los dos posts en este sitio se estará riendo más Fogwill?
No leí a Fogwill. Voy a hacerlo.
Y lo voy a hacer porque Sindioses lo despreciaba, pero sobre todo por este texto.
¿Qué recomendarías como primera lectura?
Qué difícil! Creo que la edición de los cuentos completos es la mejor manera de empezar a leer Fogwill y después iría directo a sus intervenciones públicas, sus videos en you tube hablando del mercado editorial o leyendo poesía. Buscaría sus entrevistas y también sus columnas periodísticas. De ahí leería la poesía, algunas cosas como «Parte del Todo» no sé si se consiguen yo encontré ese libro hace años en un Coto. Leería después «Runa», la primera lengua, después «La experiencia Sensible» y de ahí a los «Pichiciegos». Ese sería un mapa que me gustaría trazar sobre Fogwill. Pero lo que hay que hacer por sobre todas las cosas es leer lo que leyó Fogwill. Te dejo algunos links:
1: «La Larga Risa de todos estos años»
http://www.fogwill.com.ar/gugnon.html
2: Fogwill habla del negocio editorial
http://www.youtube.com/watch?v=EzAmsewu1fM
3: «No inventé un personaje soy así»
http://www.pagina12.com.ar/diario/cultura/index-2005-03-20.html
Gracias por leer.
Hay una manera impecable de escribir y un manejo de estilo extraordinario para caer en los mismos falsos clichés que se desarrollan en las revistas rosas o en los velorios
No sé a que te referís con «revista rosa» ya que creo no hay ninguna en el país. Puedo pensar en la época de Para Ti de cinco décadas atrás pero en este momento supongo que sería algo así como la revista de Susana Gimenez, por ejemplo las columnas dónde se habla de amor y esas cosas. Si viene por ese lado, me resulta mas interesante esa manera de acercarse al público femenino que la de una revista falsamente liberal como Oh La La. O sea preferiría escribir un relato rosa en la revista de gimenez que una experiencia sexual re border en oh la la. Así que voy a evaluar eso que decís, quién sabe, quizás consigo una columna.
Pero creo que en todo caso hay que hablar de otro tipo de escritura que se desarrolla a partir de decenas de novelas como las de Corín Tellado o los pequeños Jazmín. De eso no renegaría nunca, al contrario:
http://www.flickr.com/photos/chatperche/4087420149/
Con respecto al velorio es algo más complejo, la apropiación de la figura de Fogwill, del muerto Fogwlil, del campito cultural, se para precisamente sobre esa palabra que no creo este presente aquí ni tampoco me interesa. Cada 140 carácteres alguien tiene una anécdota.
De todas maneras gracias por leer.
En este momento siento un celo irracional por personas que no conozco pero que parecen haber hecho mérito suficiente como para recibir este texto. Incluido Fogwill. También lamento haber cursado Filo en lugar de Socio. Te leo desde real-visceralista.
Filosofía es más compleja, requiere de más voluntad. Lo de «los sociologos» es un guiño personal. Real-visceralista quedo muy lejos, era un momento interesante en el cual se hacía público el intento de escritura, pero se sabía que se escribía solo. O sola. Eso se perdió, pero esta bien porque deja en claro que la literatura no es una cosa eterea, sin soporte o que da lo mismo el soporte. Nunca dió lo mismo y ahora es notable, después de todo la puja por salir del blog lleva a coser libritos a mano o a ser un ser social ultra comprometido con el proyecto nacional pero que finalmente necesita el sellito del gobierno de la ciudad para imprimir. Eso pasa porque no se rebelaron contra los padres y no hablo de Fogwill, contra papá y mamá.
Muy lindo lo que decís, gracias.
agrego estos links mas
http://www.no-retornable.com.ar/v1/fogwill/
http://veronicaocvirk.blogspot.com/2009/09/el-viejo-punk-fogwill-sin-cortes.html