«Nihilista es la persona que no se inclina ante ninguna autoridad, que no acepta ningún principio como artículo de fe» Iván Turguénev
¿Qué significa el silencio? ¿Puede algún silencio ser una manifestación política? ¿A dónde apunta una marcha planteada como «Marcha del Silencio»?
No voy a ir a buscar a todos los autores que me dan vueltas en la memoria para hablar de esto. Voy a ir por un camino de argumentación propio a ver qué sale.
Los organizadores de la marcha del 18F la presentan como un homenaje al fiscal muerto. Aunque no sabemos que valores ejercidos por el fiscal están rescatando, se puede decir que si ellos quieren hacerle un homenaje desde alguna identificación personal, es absolutamente válido. Es un silencio que no es tal, entonces, significa un homenaje en función del uso y costumbres «un minuto de silencio».
Hasta acá es perfectamente válido. Quizá los que no conocíamos al fiscal no tenemos razones para homenajearlo, y también me parece válido. Obviamente, cabe respetar a los que sí, e incluso acompañarlos en el dolor, si eso les hace bien.
Pero sigamos adelante. Este silencio no dice sólo lo que puse arriba. Este silencio apunta a despolitizar la marcha. Pero es un significante disociado del significado. Porque se ha cortado nuevamente entre los que defienden al gobierno y los que no. Los que defienden la denuncia contra la presidenta y los que no. Porque en última instancia, los organizadores afirmaron que no es personal la marcha, que algunos ni siqueira tenían el celular de Nisman. Yo, como muchos otros, defendemos las políticas de este Estado y realmente queremos que haya verdad y justicia. Y hasta diría que justamente ello es una de las razones por las cuales defendemos a este Estado, y por supuesto, al gobierno que lo organiza.
Entonces ya entra a jugar la denuncia y el contexto en la marcha, no es sólo el fiscal, promocionado por los mismos medios que promocionaban la denuncia y el contexto. Más allá de las contradicciones de la denuncia, más allá de las paradojas que envuelven el caso, de su instalación mediática, este grave hecho de nuestra democracia está siendo usado por los poderes vitalicios (visibilizados por el kirchnerismo) de nuestro sistema de actores políticos y económicos (medios, justicia, grandes empresarios, y demás actores con poder que no son elegidos por el voto del pueblo) en contra de un proyecto de gobierno.
Así, la marcha del silencio, estratégicamente organizada para la segunda quincena, promocionada por todos los medios de la oposición desde los canales de TV y editoriales de los medios gráficos, es una nueva convocatoria para mostrar que hay oposición en la calle. Porque el kirchnerismo ha ganado la calle, y algo hay que mostrar en constraste.
Y como para muestra alcanza un botón, es notable esta frase de un periodista de TN: «la marcha del 18F no puede ser considerada una marcha política porque muchos de los que irán detestan la política». Lo cual no clausura el debate político, por supuesto, pero lo ningunea, confunde y reorienta hacia intereses vinculados con lo que escribo en los párrafos anteriores. Justamente, se evita el debate político propiamente dicho porque de éste emerge siempre la idea de cambio, y en este contexto, por el contrario, lo que se busca es derogar el cambio. A su vez, cuanto más los temas instalados mediáticamente se alejan del verdadero debate del desarrollo y la inclusión, más se unifica y se desdibuja la oposición partidaria.
Si bien los propósitos de una mentira o de una verdad forzada (como era la denuncia a la presidenta y otros funcionarios) suena a organización para debilitar -por lo menos- al gobierno, una marcha tiene un horizonte mucho más amplio. Sin dudas que una gran parte de la población es opuesta al Estado, y sobre esto se me expresan. Lo cual está perfecto salvo por el paradójico hecho de que no lo manifiesten así. Digresión: no se trata de personas opuestas al gobierno porque no piden cambio de figuritas y continuidad de las políticas, sino que envuelven en el cambio de figuritas al cambio en las políticas (y siendo las políticas más importantes que las personas que las implementan, la omisión de este punto es prueba suficiente).
Curiosamente, hay un hilo conductor en el juicio de los buitres que en junio tuvo fallo firme, en la denuncia de Nisman, en el borrador de la denuncia que es de junio, en la oposición a los acuerdos con China, en la oposición a un Estado que reasigna recursos y piensa primero en el gasto y la inversión públicas y después en los dólares para las empresas transnacionales. Curiosa y lamentablemente, los intereses coinciden en los mismos actores.
La idea de nada, de silencio, implica la existencia de un algo, de un ruido, sino la nada no tiene punto de apoyo, si la nada no se referencia a un algo no puede ser nada. Pero si hay algo, tampoco es nada. La nada es contradictoria en sí misma.
Y lo dejamos aquí, esperando haber dicho algo.