Durante 4 meses estuvo en las rutas protestando porque el Estado se «comía» parte de la renta que les correspondía a los productores agropecuarios (chicos, grandes, medianos, propietarios, arrendatarios, contratistas, pooles, de zona núcleo o alejada). Ejerciendo ilegalmente el control de cargas, revisando impunemente camiones y tirando a la basura las cargas que él y otros habían decidido que no «debían» transportarse. Durante esos meses, fue un héroe, y sus discursos se transmitían por la cadena nacional (privada), mientras adquiría mayor visibilidad que un presidente.
Resulta que ahora se mete en un banco privado para pedir amablemente que no les suban las tasas flotantes de 12 a 36% a los productores endeudados, es decir, discute renta con el sector financiero privado que se comporta de manera claramente usuraria, y se convierte, de la noche a la mañana, en un villano para aquellos mismos que lo llevaron a dar la vuelta olímpica en andas cuando se cayó la 125.
Por si quedaban dudas de por dónde viene la mano, por si alguien no había notado la hipocresía del discurso ficticiamente compungido de preocupación por los pequeños productores, aquí hay un tema para pensar.
Y para pensar, nosotros, por qué llegamos a esto. Por qué los productores de Hasenkamp votarán en octubre como votarán.
Mariano: Los «productores», es decir, capitalistas agrarios, emitirán, con toda probabilidad, un voto de clase muy nítido. Su acompañamiento por parte del pequeño capital comercial de los pueblos y ciudades chicas ya no es tan automático.
Charla en autoservicio de pequeña ciudad del interior santafesino: «Estos garcas cuando les va bien pasan en las 4×4 y te saludan yéndose a Rosario a comprar al hiper y al shopping, cuando la mano les cambia vienen y te abren una cuenta a pagar ‘a cosecha, vió'».
Se caen algunas caretas, se caen.
Esta mañana, por LT8 de Rosario, impensable de «anti-campo», un chabón de FAA se fue de lengua, diciendo algo asi como que «ahora la lucha es por las pérdidas, no como antes que era por la ren-ta-bi-li-dad».
Asi fueron siempre: cuando ganan, ganan ellos, cuando pierden…perdemos todos. Ahora sí que siento aquello de que «Todos somos el campo».
Pero, asi es el capital…tan flojo de memoria, pobrecito.
Hoy CAME empapeló el microcentro con un apoyo a acupar bancos.
Em Hasemkam siempre ganó el radicalismo de derecha. Y Etcheverría, el segundo de la FAA (aliado al PCR) es de ahí.
Pero también es bastante improbable que sea definitorio el voto de los «productores», entre otras cosas, porque tal cosa no existe. Hay cuestiones de clase, por supuesto, pero no una categoría sociológica (menos política) ni nada parecido: son tipos individualistas, avaros, jodidos, fuertemente racistas.
Los que quedan en esa ciudad, de no más de 5.000 habitantes, son los más pobres, los trabajadores que no tienen calificación -ni edad- para rajarse a una ciudad más grande. Fenómeno que, de a poquito, está revirtiendo el voto de esas ciudades. A la par que en las grandes ciudades, el voto se hace más gorila. Las grandes ciudades, quiero decir, a escala en esta zona: donde la inseguridad o el matrimonio civil no son clivajes.