Intento estudiar pero consigo poco. Se acaba una semana de mierda, de pura muerte. Dolores distintos, alguno por lo cercano, otro por lo histórico. Se mezclan. Nos vamos perdiendo por goleada.
Kirchner está por llegar al cementerio y trato de ver todo lo que puedo sobre él. Quizás de esa forma uno intenta no dejarlo ir, porque una vez que esté adentro ahí se acabó de verdad. Nos vamos a casa a sufrila en forma individual.
Prendo la tele, paso los canales, me agarra angustia con la placa roja y amarilla de TN. Veo una vez más el documental de Canal Encuentro, retomo conciencia de las cosas que se hicieron en estos años. Faltan muchas, es cierto. Pero en perspectiva y mirando para atrás, se hizo un montón. En lo concreto, pero también en el plano cultural. En esa batalla cultural que decimos que hay que ganar.
Releo blogs. Encuentro un párrado super lúcido de un blog símil:
Y ahora, vuelvo a pensar en Cristina, en una larga marcha, en caminar con paciencia, en asegurar cada paso que se da. A Cristina la tienen que pasar a rodear los mejores (los mejores son los mejores ¿se entiende?, y ya no hablamos de un tema ideológico), y que los oportunistas pasen a retiro. Néstor ocupaba un espacio de poder demasiado amplio como para negar la medularidad de esta cuestión, y espero que todos estemos a la altura.
Yo también pienso en Cristina. Hablo por teléfono. Dialogo con una ex izquierdista transformada en peronista. Otro logro más del kirchnerismo.
Todos hablan del legado de Kirchner. En lo personal, creo que lo mejor que nos dejó fue lo que enumeré en el post anterior. Muchas medidas inclusivas, pero también la recuperación del rol del Estado. La recuperación de la política.
Y vuelvo a pensar en Cristina. Hay dudas sobre lo que vaya a pasar. ¿Debería haber dudas? No se porqué, pero estoy tranquilo. Confío en su templanza. Confío en lo que creo sobre la oposición: que es infinitamente mediocre. No confío en el PJ, pero no me preocupa tanto. Porque creo que Kirchner lo dejó a Cristina lo mejor que podía haberle dejado.
Le dejó un pueblo.
Un pueblo que había desaparecido. Por genocidio planificado, por desesperanza, por empobrecimiento, por neoliberalismo. Al pueblo lo habían hecho desaparecer y lo reemplazaron por el individuo, por el consumidor, por la «gente», ese concepto tan permeable, tan indefinido, tan despolitizado.
Pueblo es esa capacidad de un grupo oprimido de reconocerse colectivamente con intereses en común. Y esto revivió con el Kirchnerismo. Con la política. Los espacios, las calles volvieron a llenarse, las mayorías volvieron a expresarse. El Bicentenario fue la muestra más concreta, con millones de personas apropiándose de lo público. Sectores populares y medios se encontraron esa vez y tantas otras para defender las medidas de Gobierno. Los avances, lo conseguido.
No estaremos como en las mejores épocas del peronismo, pero no podemos negar que hoy hay una mayor participación de la sociedad y hay un gran activo militante y no tanto dispuesto a jugársela. Decenas de miles de personas en Plaza de Mayo. Millones de gritos fuerza y apoyo expresados con intensidad a Cristina en esos pocos segundos después de horas de espera. Agrupaciones, trabajadores, jóvenes, viejos, adultos. Muchos y muchas.
Pueblo. Para mi, pueblo.
Eso le deja Kirchner a Cristina. Y por eso no me preocupa lo que vaya a pasar. Y por eso Cristina debería de estar tranquila y sufrir su dolor en paz. Hay un pueblo que la apoya, que la banca, que la defiende.
Un pueblo que no va a renunciar a la Asignación, a la Ley de Medios, a las Jubilaciones, a la dignidad latinoamericana. Que está dispuesto a defender contra quien sea todos esos triunfos. Y que espera seguir avanzando para conseguir muchos más.
Me dejo tranquilo ver la «gente» en la plaza, eso es impagable. Si tomaramos conciencia del poder popular, esto seguiria para siempre. Saludos.
Pueblo, qué linda palabra. Ha pasado mucho tiempo desde que la palabra pueblo fue usada de manera excluyente por última vez. La palabra gente ha pasado a ser otra cosa; gente es ahora un término excluyente, el pueblo incluye a todos. Hoy somos todos pueblo, sólo una parte es la gente, solamente la parte que le importa al que habla.
No tengamos miedo de decir pueblo.
Marcelo
Faah, si Cristina es el pueblo, ¡¡¡POBRE PUEBLO!!!