Durante los últimos ciento cincuenta años el poder en la Argentina ha hecho denodados esfuerzos para construir un relato oficial, una historia cotidiana de Nación que trate de establecer una identidad nacional a partir de un discurso dominante: nacionalista y masónico. Esta narración de nación, que ha tenido pretensiones universalistas, ha formulado caprichosamente que esa identidad colectiva debería converger a una sola, borrando así toda posibilidad de diversidad o matiz. Inaugurada en épocas Mitre, este relato se ha mantenido desde entonces y ha sido el que ha dominado la escena política.
El juego ha consistido en contrastar un discurso con una fuerte identidad con otro de signo contrario, y si esto no se lograba naturalmente, el discurso se ajustaba de forma tal que ante la tribuna, aparezca como un opuesto. Algo así como un River-Boca o la pelea de la Escudero con Graciela Alfano en lo de Tinelli.
Construir una identidad política significa construir un mapa político, una geografía con hitos, con accidentes reconocibles, para que quién la transite sepa por donde camina. Si el que establece los recorridos es el poder, conocer esos recorridos se traduce en seguridad.
Sin embargo a este proceso de articulación bipolar de la realidad, no hubiese sido posible sin un proceso paralelo de espiral del silencio, en donde apartarse del discurso oficial, hablar en disidencia, implicaría sanciones concretas. De allí que que es mas importante con quien estar o donde ubicarse que qué decir. Dice E Noelle Neumann
“Basándonos en el concepto de un proceso interactivo que genera una ‘espiral’ del silencio, definimos la opinión pública como aquella que puede ser expresada en público sin riesgo de sanciones, y en la cual puede fundarse la acción llevada adelante en público”.
Esto implica un proceso jerárquico que influye en la opinión pública- opinión publicada que establece agenda. La agenda política del país. Para el poder es mucho más fácil tratar con este esquema en donde la negociación entre cúpulas es mucho menos compleja que una deliberación anárquica que podría terminar en contra a los interesas del stablishment. De allí que establecer agenda ha sido una de las herramientas mas importantes que ha ostentado para poder ejercer su poder.
Esta mañana me he tomado el trabajo de leer a Van der Kooy, el discurso de Carrió, pero sobre todo a Morales Solá, que con el rimbombante título “El imposible kirchnerismo sin Kirchner” analiza las posibilidades de un kirchnerismo sin Nestor. En Ramble se analiza cómo influye, para los políticos retóricos, el hecho de salir en los medios… Dice Artemio:
Recordemos que solo tres años atrás, Lilita Carrió resultaba la segunda minoría electoral con 4,5 millones de votos.
Así son los liderazgos sin partido, construidos por y en los medios, articulados no gremial ni territorialmente, sino con la «opinión pública», y así lo son, además, en un contexto donde todo fluye vertiginosamente.
Lo que pasa es que ni Morales Solá, ni Carrió, ni Van der Kooy están avisados del cambio de pantalla, o si lo saben se hacen olímpicamente los boludos tratando de aplicar la fórmula descripta mas arriba.
Veamos: los dos editorialistas se encargan de desmitificar, desprestigiar, a esta nueva fase del kirchnerismo sin Nestor, los dos hacen un raconto de lo acontecido en el debate parlamentario con la negociación de los votos y las fracturas producidas en los diferentes bloques, aplicando una especie de riverboquismo extemporáneo. Hablan de peronismo disidente, de radicalismo, y de tantas otras identidades perdidas (como la de Carrió), en los virajes del devenir político. Algo así como que si Julio Grondona , idos Boca y River a la “C”,tuviese que salir a la palestra a polemizar entre Villa Dálmine y Atlanta.
Si uno tuviese hacer una nube de tags con todas las palabras escritas hoy en los medios preponderantes, la que estaría para el Libro Guiness sería precisamente “KRICHNERISMO”, el resto es cartón pintado y desteñido. En todos los casos el andamiaje del discurso se realiza en función del kirchnerismo, o a caso a quién le importa que Das Neves dijo tal cosa, o que el Lole se fue del Peronismo disidente o que el Ricardo Alfonsín se guarda en el radicalismo para ser candidato a presidente. Luego de titular su nota “El imposible kirchnerismo sin Kirchner” , Morales Solá concluye:
Reutemann, Solá y Das Neves son los dirigentes del peronismo disidente que ganaron claramente elecciones provinciales el año pasado. Uno se fue y los otros dos, Solá y Das Neves, están más cerca de la puerta que de la común mesa. La política argentina está, otra vez, girando en el vacío.
Que la política argentina esté otra vez gire en el vacío significa que ni MS ni VDK la pueden controlar.
Recuerdo un copete de la memorable Revista Humor que decía algo así: “Cuando Alsogaray se pone contento con la toma de alguna medida económica, el pueblo se debería poner triste”. Alsogaray se murió, pero usando una lógica inversa a la de Andrés Cascioli, podríamos decir:
“Cuando Morales Solá percibe que la política argentina está girando en el vacío, el pueble debería festejar”
Seguro. Pero Lulú ahora tiene un problema más grande: El «Post-Kirchnerismo» que añoraba se le ha tornado «Neo-Kirchnerismo».