Ayer Ricardo Kirschsbaum le responde a Nestor Kirchner con una frase matadora
«La obsecuencia no es periodismo»
Se conoce lo que Kirchner proclama sobre los medios. No se sabe qué clase de medios quiere en realidad. O sí se sabe: los años en Santa Cruz y la relación como presidente con la prensa muestran la diferencia entre sus palabras y los hechos concretos. Habla de democratizar la prensa. Pero la razón de ser de la prensa en una democracia no es la obsecuencia sino la crítica.
No se me ocurre mejor respuesta a Kirchsbaum que la que ensayó aqui _ARIEL_ del blog «bolazos de los medios» con respecto a Victor Hugo Morales, varios dias antes que sucediera el cruce entre el Presidente del Partido Justicialista y el alto dirigente del Partido del Monopolio Multimedial
«Los alcahuetes silenciosos»
Los Morales, los Tenembaum, las Magdalenas, la van de independientes por no recibir dinero desde el Estado, pero el costo que pagan gustosos por ese áurea es la reducción drástica de la temática a analizar diariamente. Una reducción que nos hace mal a todos: a los que opinan de una forma o de otra. No es lo mismo un periodista que sea bancado por un puñado de pequeños y medianos auspiciantes, que uno con sueldos altísimos, gracias a ingresos que dependen de las principales empresas del país. Porque el medio en el que trabajan, sostiene unidades de negocios que necesitan de ese flujo importante de dinero. Es vital para su existencia entre los primeros planos del mundo mediático. Respetar, sostener y profundizar la línea editorial de un medio como Continental es más miserable que defender a un gobierno desde un canal público. Porque los intereses de Continental no son sometidos a elecciones regulares. Porque Continental (como Mitre, como tantos) depende más de un puñado de grandes empresas que políticamente juegan tanto o más que los gobiernos nacionales, por no mencionar que les pasan el trapo a los provinciales o municipales. ¿Quién es el alcahuete acá? Un periodista que está de acuerdo con las medidas de un gobierno (y lo viene diciendo desde antes que estuviera en Canal 7) y «confiesa» a quien vota o uno que no dice ni una sola palabra en contra de los intereses económicos que sustentan a los principales medios, ya sea por el auspicio o por la propiedad? ¿Qué es más dañino para la sociedad? ¿Uno que se calla críticas a un gobierno o uno que calla críticas a sectores que, se sabe perfectamente, condicionan la actividad política y lo vienen haciendo desde hace décadas? Volvemos a lo de siempre: nos han metido en la cabeza que el periodismo independiente es aquel que pone a los políticos como blanco de sus críticas, y analizándolos como en un laboratorio, excluyendo de la agenda la presencia siempre condicionante de grupos económicos. Contrariamente a lo que sostiene VHM, pienso que lo más bajo que se puede caer no es opinar desde el periodismo a favor de un gobierno, sino hacerse el boludo ante la constante presión de sectores privados cuando un gobierno toca una mínima parte de sus intereses. Casi tan miserable como hacerse el independiente por depender más de esos intereses que de los del Estado.
Kent Brockman al menos es sincero, es un hombre de empresa, va por la renta. La información es su medio de enriquecerse y a la ganancia empresaria somete los demas principios. Pero en algo tienen razón los «clarinetes» , los nazionales y María Luisa Zapiola de Anzoategui: «Pasan los dias, Bonelli no renuncia y nadie hace nada, Susana»