Yo no quería tu sonrisa ni tu llanto
y en verdad te imaginaba
como una comadreja criando
muertitos en su bolsa
Pero en la Soledad te vi
te vi y tomé tu mano
y estabas bella como la luz del dolor
Casitas de chapa salían de vos
jacarandaes ojerosos
hilachas de flores de lapacho
angelitos pordioseros salían de vos
zorzales lastimados y en los picos
banderas de jazmines y lavandas
Te vi y estabas bella y temblabas
sombras de niños salían de vos
corriendo hacia un zaguán oscuro y viejo
(PATRIA, GUSTAVO CASO ROSENDI)
A treinta años de la Guerra de Malvinas, es una cuestión que vuelve a estar en el tapete, algunos la celebran y otros la miran con desconfianza, en lo personal sostengo que debemos analizar siempre con todos los obstáculos que se puedan presentar en su análisis con una mirada de esperanza, como un modo de encontrar en el tema, claves para comprender lo que nos pasó en el periodo de la última dictadura militar y nos pasa como sociedad en la actualidad (crisis del 2001), quizás en esta cuestión puedan encontrarse eso que algunos hace años pensaban casi desaparecido en el lenguaje político;la idea de patria como un marco de posibilidad que nos incluya a todos y que además de esa idea inculcada por años que se debe matar o morir por la patria, además se puede vivir por y para ella.Recalcando un punto de vista: no es una cuestión menor por las diferentes aristas que ofrece el tema: cultural, histórico, geoestratégico, desde la defensa nacional, de la consolidación de una política exterior en el marco de su destino histórico: el sudamericano y un punto de unidad nacional (como pueden ser otras además) entre todos los argentinos.
En un post tan corto es imposible abordar en toda su dimensión la cuestión, pero sí nos sirve al menos de manera introductoria para futuros escritos en las vísperas del aniversario el 2 de abril para ir ampliando el enfoque y no caer en los peligrosos juegos de suma cero, en donde oponemos el tema Malvinas con cuestiones no menos importante pero no excluyentes como el tema de los recursos naturales, su cuidado y su gestión autosustentable. Hace algunos años hice un trabajo sobre el tema (“Agua, Pobreza y Gobernabilidad en Santiago del Estero” y jamás se me ocurrió y ni ocurriría plantear que un tema en oposición al otro).
Observo muchas posiciones que realmente no sé cómo calificarlas. Se quejan porque el gobierno argentino “usa el tema Malvinas para ocultar problemas internos”, sin desconocer los manejos que se hacen desde los gobiernos de la cuestión de la opinión pública, aunque agregaría que no es propiedad de gobiernos también de poderosos intereses económicos ligados a los medios de comunicación que instalan temas y ocultan otros. El punto en cuestión es que sobre la ingenuidad viene algo peor, la actitud retrograda de oponer lo que no debemos hacerlo, no obstante lo absurdo es que ni un tema y ni otro se han tapado, por el contrario, están en la consideración de la opinión pública.
Ahora, me pregunto ¿vivimos en el reino de Utopía de Tomas Moro? ¿O en un país como la Argentina que está saliendo de una crisis casi terminal que vivió hace 10 años? ¿Qué debería hacer el gobierno callar y mirar para el costado? ¿Pensar que porque estamos ante una potencia mundial no podemos hacer nada, y tenemos resignarnos? ¿Creer que nunca volverán a ser nuestras y dejar que el Reino Unido avance en la militarización de áreas estratégicas de nuestro litoral marítimo?
Hoy se vive una situación inédita en donde la postura argentina tiene un acompañamiento casi total de todo el cono sur, hasta tiene acompañamiento en importantes sectores políticos de Chile. Además, hay una cuestión geoestratégica de recursos naturales y de seguridad nacional y hasta continental, por el peligro que implica el establecimiento de una sofisticada base militar de una potencia hostil hacia el país. Pregunto qué hacer ¿qué hacer? ¿mirar para el costado?
Como siempre salen algunos sectores de derecha en querer comparar a un gobierno democrático con uno de la dictadura (de ultima no pueden justificar lo injustificable, se conforman con decir que son “iguales o peores”), más que un insulto a la figura presidencial, es a toda una sociedad. Lo irrisorio es que son los “inconformistas de siempre”, los que reclaman una política exterior “seria” como los países centrales, todos por cierto “colonialistas”, en algunos casos por no decir todos, genocidas de amplias franjas de población del mundo, desconociendo que la política exterior no es hacer “buenas mieles” con todo el mundo, sino es la capacidad de relacionarse con los demás países del mundo en base a los intereses nacionales del país. En el fondo, es la misma derecha que sigue cantando loas a la Argentina “prospera y granero del mundo” de finales del siglo XIX e inicios del siglo XX, en donde le daba la espalda a América Latina, donde era como señalaba Sarmiento, “un país hecho para las vacas” y no tanto para las personas, en donde se vivían situaciones de fuerte carencias sociales por un Estado ausente en la materia que luego sería llamada “la cuestión social” y en donde existía el fraude, no existía el voto secreto y menos que menos existía el femenino, en donde la educación era solo cuestión de elites y el resto solo la educación primaria a los efectos que aprendan lo básico, leer y escribir, me pregunto al leer y escuchar todo esto, ¿son o se hacen?
Son los mismos “incorformistas de siempre” que cuando se recuerda los derechos humanos por lo sucedido en la dictadura militar, claman por los derechos humanos en la actualidad, son los mismos que cuando reclaman por la cuestión Malvinas, exigen que no se tenga actitudes de confrontación diplomática con Gran Bretaña o los mismos que ayer cuando pedían liberación de rutas antes los cortes de piqueteros, hoy se rasgan las vestiduras cuando se intenta poner un poco de orden y usan livianamente la palabra “represión”, tan sensible en la historia argentina.
Bienvenidos las posturas inconformistas, que saben encontrar nuevas propuestas que contengan a nuevas realidades, a nuevas necesidades, que sigan involucrando actores al proceso de la vida social, económica y política de un país, pero cuando todo es una cuestión de reacción, todo se reduce a posturas espasmódicas, por ahí reaccionarias o directamente sectarias, sin mirar el conjunto, sin analizar que hay acciones que hago hincapié de nuevo, exceden a un gobierno, son cuestiones de Estado, que nos involucra a todos, y sí la respuesta a esto es: “el no me importa eso porque no me afecta”, tarde o temprano nos hará sentir parte de esto, cuando la realidad nos ponga en sus lugar y veamos que esta cuestión sigue estando entre nosotros. Aprendamos a valorar lo construido, dejemos de lado nuestros odios, rencores y por qué no decirlo, frustraciones, que de ultima encontraran algunos caminos para la solución cuando pensemos menos como individuos solitarios y más como personas parte de una sociedad.
Siguiendo con lo detallado más arriba hubo presencia de diputados opositores en el anuncio presidencial sobre el tema, además de un consenso en las comisiones que debían tratar el caso en el Senado. Miremos
el vaso medio lleno, nos costara quizás varias generaciones retomar la soberanía de las Islas, sepamos valorar los avances logrados y dejar las miserias de lado. Por supuesto, hay muchos problemas en Argentina, no se sí mas graves, o para decirlo si quieren en un tono más contemporizador, tan preocupantes, y saben ¿por qué? Porque la cuestión Malvinas es, además de las aristas ya mencionadas, un punto de unión entre los argentinos, en torno a ellas hay muchas historias de solidaridades que existen (ya sea forjadas en las islas, o desde ellas hacia el continente), que son reales y tienen a sus protagonistas vivos: los soldados que combatieron en ella. Pienso en el Centro de Veteranos de Guerra de la Banda, Santiago del Estero y su tarea solidaria con las escuelas del medio, además de mi amigo y veterano de guerra “Pipi” Pacheco, luchador incansable por el derecho de sus compañeros de armas, o en el Soldado que luego de 25 años retornó a mi escuela primaria para reencontrarse con los niños del Jardín de Infantes que le escribieron la carta, sentir la emoción en un abrazo con la maestra y a partir de ahí generar vínculos, que llegó hasta la construcción de una ampliación del Jardín por parte del Veterano, y como estas historias, hay miles, que importa muchísimo recordarlas, nos hacen ver que ese sueño colectivo de ser una Nación aun no ha muerto, y mas que posturas excluyentes, debemos encontrar a partir de ellas otros lugares en donde se seguir forjando este anhelo que nos contenga a todos.
Más cuidado a la hora de hablar de este tema, por favor, y lo digo en especial a gente que uno estima “seria”, “pensante” y hasta colegas de trabajo.