El doctor Gustavo Arballo, con su excelente comentario al fallo definitivo de Corte Suprema en la causa que planteó Clarín contra la ley de medios, llamó la atención respecto de que el fundamento del decisorio estaba más cerca de las deficiencias probatorias del multimedios que de los argumentos que a favor de la 26.522 esgrimen sus defensores cuando y donde tienen oportunidad de hacerlo. La Corte, por resumirlo de modo sencillo, dijo que más que un triunfo del Estado nacional se trató de una derrota de Clarín, que es a quien correspondía llevar la carga del caso que acaba de finalizar.
Esa forma de clausurar el asunto dice mucho acerca de lo que aquí terminó discutiéndose. Que ya de por sí no era libertad de expresión, y no terminó siendo derechos patrimoniales tampoco.
Como bien explica Mariano Grimoldi, el mercado castiga por estas horas el agotamiento de la versión que Clarín históricamente difundió de sí mismo: su capacidad de posarse por encima del Estado de Derecho como estrategia comercial. Que lo llevó a creer que ahora podría vencer judicialmente sin necesidad de argumentar nada; apenas con el sencillo expediente de, metafóricamente hablando, agitar la mayor longitud de su miembro. Como ha venido haciendo desde su fundación en 1945, habida cuenta que, desde entonces, creció casi exclusivamente a expensas de favores gubernamentales.
Ese comportamiento se verificó (y, más: estalló) de modo patente con el baile papelonero que se comieron sus abogados el día de las audiencias públicas que, previo a definir el pleito, convocó el máximo tribunal.
La inteligencia sobre la que cabalga la resolución de este contencioso puede proyectarse a otras dimensiones de la marcha nacional. Es cierto, pues, que la Corte, desafiando la noción meramente caprichosa a través de la que Clarín intentó excepcionarse de la ley, intervino en el clima político actual: no es menor la enseñanza de una sentencia que pondera, siquiera por la negativa, la importancia de vencer en un debate con razones a escasos días del triunfo en las urnas de la pobrísima –considerando la complejidad de la vida pública– lógica ABL.
Articulaciones y derivaciones simbólicas y culturales, que les llaman.
Es cierto, Pablo. Las deficiencias mostradas por el grupo Clarín han sido enormes. Vi gran parte de las dos audiencias (no todo) sin lograr comprender cómo Clarín fue tan mal preparado. Creo que, en definitiva, se trata de lo que decís: no están acostumbrados a la disputa argumental a ningún nivel, porque se hicieron poderosos negociando a puertas cerradas. Y creyeron que serían siempre invencibles.
Saludos.
Esther
Como dijo poéticamente Mario Wainfeld sobre los abogados de Clarín:
«La luz los debilita, como a los vampiros».