Quisiera copiar esta mi opinión hecha sobre la Unasur en ocasión de la Cumbre en Bariloche, no sé si la recuerdan, pero fue cuando el presidente de Colombia de entonces, Uribe, levantando el dedo índice acusaba a Correa y a Chávez; fue una cumbre muy accidentada, en la que Lula golpeaba la mesa y disentía con la idea de que la reunión se transmitiera «en vivo» a través de los medios, cuestión que podía ser usada más para representar lo doméstico que la unión entre los países del sur. Apenas terminó la reunión, indignado por la falta de acuerdos y el sabor amargo que había dejado la cumbre, y lo intempestivo de todo lo que allí se produjo, ingresé a la página de la Unasur http://www.comunidadandina.org/unasur/opiniones_foro4.htm y dejé mi opinión. Fue hecha antes de que Néstor Kirchner asumiera la presidencia pro tempore de la entidad. Para mi perplejidad, incredulidad y anónimo beneplácito, sin embargo, ¡qué escuchado me sentí y cómo me lo arrogue y arrogo!, ¡ah, qué solazado estaba!
Si alguno cree que es too much, ¡bueno!, estoy plenamente de acuerdo con él, así que para el paladar del caballero y la lengua de la dama…
Aquí va:
Opinión 298 | Emitir Opinión |
¿Por qué el soberano de un país debe ser el presidente pro tempore de la UNASUR, en vez de ocupar ese cargo otra persona elegida en el ámbito institucional de los países intervinientes; una persona que haya desempeñado un rol activo en el desarrollo permanente del funcionamiento de unidades interregionales sociales, empresariales, educativas, culturales, de salud, solidaridad, etc.; y con vocación política; y que sea elegido por el voto de los cancilleres de los respectivos países?
De esta manera, la convocatoria a una cumbre -la cual debería ser impulsada por la inquietud y las decisiones que en su investidura toman los mandatarios de cada país miembro y que van conformando una agenda de alcance latinoamericano ante las realidades globales o de influencia en la región- y la representación de los intereses interregionales que los países quieren o deben poner en discusión en la UNASUR, se delegaría en una autoridad a cuyo concierto se acercarían los cancilleres y diplomáticos de cada país, principales encargados de en cada cumbre, preparación para una cumbre, preparación de la agenda, etc., instituir y poner lo instituido en nuevo debate instituyente por parte de los mandatarios, pero siempre llegando a un resultado institucional, que debería ser un “producto final” del presidente de la Unasur y de su equipo de diplomáticos y cancilleres, en quienes al habérseles sido delegada la representatividad y funcionalidad de la Unión permiten el diálogo entre los mandatarios de cada pueblo.
Y puesto que el diálogo no implica consensos muchas veces, ni tampoco va de suyo que el consenso culmine en una declaración universal de intenciones, lo que sin embargo es buen indicio de que el objetivo no es sólo salvar la fórmula sino promover la “unidad en la diversidad” . Sí, debe entonces elaborarse un documento con influencia directa en la negociación bilateral y/o regional de los países miembros, pero los puntos decisivos del mismo deben ser productos de una correcta organización de la cumbre, estructuración de la agenda, moderación del debate y planteamiento de su posterior comunicación a los pueblos; para lo cual debe considerarse como instituyente el diálogo entre los mandatarios, delegar lo instituido por el diálogo entre ellos al Presidente de la UNASUR y su equipo de diplomáticos y cancilleres, para un nuevo debate instituyente por parte de los mandatarios y un resultado institucional, que debe tener el carácter de ejecutivo, doctrinario y conformador de un estilo de negociación bilateral y plurilateral de los miembros de la UNASUR.
Pablo Zambrano
Estudiante
Buenos Aires – Argentina
pablodzambrano@yahoo.com.ar