El “debate” en torno a la ley de medios me trae siempre a la memoria la histórica disputa cuyo slogan fue “laica o libre”. Me voy a exorcizar de esta obsesión comentándoselas para ver si tiene asidero.
La disputa en torno a la “laica o libre” giró en torno a la posibilidad siempre anhelada por la Iglesia de impartir títulos habilitantes en Educación Superior. Fue un hito en la historia de las Universidades de gestión privada, cuya vanguardia fue la Iglesia Católica. Pero todavía no mencioné la razón de ser de la analogía que intento hacer: la condición de posibilidad comunicacional que brindan ciertas disputas para posicionarse desde un punto de vista a priori ventajoso. Veamos. Para los que no conocen esta historia, la Iglesia (que había instalado el slogan “laica o libre”) se ubicó de la vereda de… ¡libre! La argumentación: “ellos” dicen que tiene que ser laico (posibilidad que excluía a la Iglesia). “Nosotros” decimos que tiene que ser libre, que vos elijas. Muy bien jugado.
Ese es entonces el principal hilo conductor entre ambos “debates”: una situación que presenta la posibilidad (luego, claro, hay que saber explotarla) para posicionarse bajo el paraguas de un valor inobjetable: la libertad. La libertad de elegir, en aquel caso, en qué Universidad (pública o privada) cursar los estudios, aquí y ahora, de elegir qué canal ver.
Si se acepta que el eje es coincidente en este sentido, seguramente se hará lo propio con los factores concomitantes: es una discusión destinada a un mismo “target”, una clase media y media alta que se presupone cuenta con las herramientas para discernir a partir de una reflexión concienzuda. Cada uno tendrá su opinión al respecto, nobleza obliga a explicitar posición: no firmo ese postulado.
Y bueno, yendo al grano: ¿cómo se hace si uno quisiera ganar ese debate, en el supuesto caso de que se estuviera convencido que la razón lo asiste? ¿Cómo fijar posición en un debate televisivo en el cual se otorga al tema diez minutos entre cinco disertantes? ¿O en una discusión cotidiana en un ámbito cualquiera, donde también se otorga al tema diez minutos entre cinco disertantes? Complicado. ¿Será tan exagerado como está planteado aquí, que fijadas tales y cuales condiciones, hay equipos que por razones que desde cierta perspectiva son cuasi fortuitas, comienzan el partido dos a cero arriba o abajo? ¿Ma’PerQué?
Aunque no es ajena, tal vez la realpolitik del oficialismo logre los votos necesarios, y a otra cosa mariposa. Tal vez no. Para bien y para mal “el sistema político” tiene sus particularidades, su dinámica, y una cierta autonomía relativa respecto a influencias externas. Ojalá el debate sirva para que “la gente” a la cual va dirigido se avispe un poco. Cada vez que alguien se pregunta si detrás de determinada posición hay un interés real, un paso hacia adelante ha sido dado. No soy entendido en temas de comunicación, seguramente quien mejor maneje el tema podrá enriquecer y mucho las argumentaciones que se intentaron desarrollar, o al menos insinuar. Eso sí, todo en menos de diez minutos.