Lo que no mata, fortalece
(Acerca del fallo a favor de los fondos buitres)
El fallo de la Corte Suprema de Justicia de EEUU representa un duro golpe contra la Argentina.
Son muchas las cuestiones que el fallo provoca o puede provocar, todas perjudiciales para el pueblo argentino.
El fallo, en primer lugar del Juez norteamericano Griesa y luego de la Corte norteamericana, pone en jaque (se lo proponga o no) a las políticas económicas, sociales, educativas y culturales iniciadas por Néstor Kirchner y continuadas por Cristina Fernández.
Frente a ello no es una buena política desdramatizar el asunto, relativizarlo, decir “no es para tanto” y que “sólo hay que ganar un poco de tiempo hasta diciembre” (cuando ya los del 92% que acordó no puede intentar una vuelta atrás con el reclamo) o creer que se resuelve con intentar algún acercamiento con el juez.
Aquí hay mucho que está en juego. Mucho lo que peligra y la sombra del 2001 y de sus artífices comienzan a perfilarse como alternativa de recambio. Porque por supuesto es muy fácil salir de esta situación desde esa postura: pagar deuda con más deuda, recurrir al FMI como pedía Binner cuando la negociación del Club de París; “volver a los mercados de créditos” (como plantea el massismo, el peronismo Federal, el radicalismo, el socialismo y el macrismo), hacer algún nuevo mega o mini megacanje y volver a la situación pre 2001, a la fiesta para unos y la miseria absoluta para otros.
No le será fácil al gobierno nacional enfrentar la situación sin arriar alguna bandera. Y la pregunta principal es ¿lo hará?.
Por lo poco que conocemos a Cristina -o mucho, pues hace años hay una lupa sobre ella-, esa pregunta tiene una sola respuesta: no. Justamente la única cosa tranquilizadora que puede existir en este momento tan difícil es en manos de quién está el gobierno. Pero eso nos lleva entonces a otra pregunta. ¿podrá?
Naturalmente el exitismo o el fanatismo o el cariño pueden hacer que quienes adhieren a este proyecto digan que sí. Pero no es fácil. Para nada.
Nada le fue fácil a este gobierno y perdió algunas batallas aunque a la postre salió fortalecido. Pero hoy el gobierno no está en sus mejores momentos.
El rápido olvido de buena parte de la población de dónde estábamos antes del 2003 y todo lo conseguido desde entonces, las limitaciones y errores en ciertos aspectos, el martilleo permanente de una cadena nacional anti K y pro libre empresa y mercados, junto al horizonte del 2015 y el hecho de que el kircherismo no tiene ningún candidato incuestionable, establece un nuevo escenario. Más cuando no es imaginar demasiado que en un eventual ballotage funcione la misma “alianza” entre los grandes poderes económicos, mediáticos y principales fuerzas políticas “no peronistas-FPV-kircheristas”, de centro, derecha e izquierda como cuando la 125, o en elecciones intermedias, y se restablezcan las políticas que tanto daño han hecho a nuestro pueblo.
Y no es fácil pues de no cumplir Argentina con la decisión de la Justicia Norteamericana lo que pasó con la Fragata Libertad y tantos otros casos de embargos tendrán otra entidad. Y ya vimos que frente a cada uno de esos hechos cómo se movían los medios hegemónicos y los diversos partidos políticos antiK y cómo a los obstáculos externos se le suman los internos. Además, ¿cómo pagar a los acreedores con los que se acordó, si esa plata puede llegar a ser embargada antes de que llegue a sus manos? ¿Y qué pasa con otros deudores que no acordaron y que pueden amparase en el fallo norteamericano y exigir el pago, sin quita y constante y sonante? ¿Y algunos de los que ya acordaron?. Y así una larga lista de posibles problemas.
El panorama es incierto y complejo. Pero hay por lo menos, y a vuelo de pájaro, cuatro cuestiones a tener en cuenta:
Uno) Si los partidarios del actual proyecto (peronista, kircherista, como se quiera llamar) se sientan a esperar confiados en que como otras veces el gobierno saldrá airoso, hay más probabilidad que el gobierno fracase, pues esta no será cualquier lucha, esta no es cualquier situación.
La juventud militante de hoy conoce sólo de oídas, si la conoce, lo que significa la Patria Financiera. Y es una Patria mundial. De allí que sea importante poner de manifiesto quiénes y cómo endeudaron a Argentina, que son los mismos que hoy se presentan como alternativa contra el modelo K y responsabilizarán al gobierno de no saber negociar o de su «aislamiento» (léase no someterse a los mercados financieros). Y cómo se movió el capital financiero, los bancos, las grandes corporaciones, sean de aquí, argentinos, como los internacionales. Y vincular esto con la inflación, con los ataques al peso, con propiciar las devaluaciones, etc. Al respecto me remito al artículo que salió los otros días en la revista Pasiones y Razones (Inflación, Precios y Ganancias: ¿dónde está la clave) que puede bajarse aquí.
El capital financiero la ha sacado barata en los juicios contra los genocidas. Y en todo el mundo sus políticas y su hegemonía han dado resultados que impactan en el trabajo, en la inversión productiva, en el tejido social, en todo. Y siempre están impunes y siempre conservan el poder, no importa los desastres económicos y sociales que producen la consecución de sus intereses ni el partido que esté de turno. Y obviamente atacan de mil formas a los gobiernos que no se someten a sus dictados.
Dos) Es un error considerar que aquí hay una pelea con los fondos buitres. O meramente una cuestión de una deuda con un capital especulativo. Eso es la punta del iceberg.
Aquí el actor principal es el propio capitalismo en su expresión máxima de abstracción: el capital financiero. Su hegemonía. Su modelo de mundo. Y así como CFK decía que aquí no es simplemente pagar los 1.500 millones de dólares y listo, sino que esto abría otro tipo de reclamos, sea de 15,000 millones de otros, como los del 92% de los que se arreglaron, lo mismo pasa con ese juez y esa Corte Suprema. Ellos dicen: aquí no está en juego esos pocos (para ellos) millones de dólares, está en juego lo que pueden hacer otros gobiernos, otros países si siguen el modelo propiciado por NK y CFK. Modelo que no era ni revolucionario ni expropiatorio, pero sí que se salía del libreto y lo que es peor, cuestionaba el control absoluto que pretenden los organismos internacionales y el “mercado” de las economías locales.
Tres) Debemos de una vez por todas asumir un error que tuvimos muchos en considerar que el último baluarte para defender los privilegios y para hacer fracasar los cambios sociales eran las fuerzas armadas. Es el ante último.
Hay un baluarte más fuerte, más importante, más oculto, más poderoso, más perdurable en el tiempo y más allá de todo gobierno: el poder judicial.
En Argentina o en EEUU. Forma parte del miedo y desconfianza del republicanismo a las mayorías, a la participación directa del pueblo incluso de los gobiernos que puede elegir. Ya lo vimos en la historia argentina: dieron legalidad a todos los golpes de estado. Trabaron leyes populares o directamente las anularon. Un mínimo intento por democratizar un 0,001% de la corporación judicial los encontró encolumnados en bloque y como tal la impidieron.
Son el único poder no elegido directamente y lo que es peor, que no tienen mandato por un tiempo limitado. Esto último le da la impunidad, la soberbia y por supuesto, la fortaleza para actuar como actúan.
A la corta o a la larga, para conseguir una sociedad más justa, habrá que terminar con esta corporación judicial y que los jueces sean eternos. Deberán tener un plazo en su cargo con una eventual reválida por otro período y listo.
Por eso si bien fue un claro ejemplo de cómo los gobiernos de facto, como democráticos corruptos basados en las proscripciones (como el de Frondizi, Guido, Illia), como democráticos radicales (Alfonsín, De la Rua) y peronistas (Menem) rifaron la soberanía argentina, entre otras, al aceptar plata a cambio de que en caso de demandas la Justicia a fallar fuera la de EEUU, no hubiera pasado algo distinto si la Justicia fuera la argentina, ya lo vimos con cómo lograron la impunidad a los negociados comprobados en canjes de deudas al dejar perimir las causas, o la rapidez para dictar fallos para impedir leyes que afectaban intereses de corporaciones (la ley de medios, por ejemplo) o cuando el gobierno argentino quiso usar los fondos propios para pagar deuda sin endeudarse como le reclamaban.
Cuatro) Los comentarios de muchos dirigentes políticos frente a esta situación son como mínimo pusilánimes, caso del Pro (Pinedo), Binner, Alfonsín y tantos otros que dijeron que se negoció mal y que el gobierno debe actuar con responsabilidad (es decir, acatar o refinanciar ayudados por los organismos internacionales de crédito). Pero no vale la pena detenerse en ellos. En todo caso sí marcar la diferencia, que mientras el gobierno actual siempre trató de resolver el tema de la deuda (con mayor o menor acierto), ellos de lo que siempre se encargaron fue en generar deuda, cosa que no hizo el actual gobierno. Y será bueno confrontar con sus votantes y simpatizantes sus actitudes, con sus acciones pasadas o sus programas actuales y futuros.
Sabemos que frente a los embates que ya se insinúan y vendrán, pues tarde o temprano existirán hechos que repercutirán económica y políticamente y aprovecharán y hasta desearán el fracaso del gobierno -y por ende de Argentina- con tal que cierre el ciclo K. Pero no hay que quejarse: No podemos esperar menos de ellos. Pero hay una cuestión que no podemos olvidar. Muchas veces, y esta seguramente será una de ellas, lo que no mata, fortalece.
Y aquí la clave es trazar una nueva linea divisoria y convocar para defender una estrategia que defienda la posibilidad de ser soberanos. Una nueva linea divisoria que incorpore del otro lado a actores que permanecen ocultos y que permanentemente nos perjudican. Y definir mejor qué significa defender y profundizar este proceso iniciado en el 2003 pero que no nace de un repollo. Se inscribe en una inclaudicable lucha de minorías y de mayorías por conseguir un mundo mejor.
El fallo y los agoreros pro mercado forma parte de un mundo. Allá los que quieran ese mundo.
No aceptar el chantaje o la extorsión implicará riesgos, problemas y seguramente hasta pueden existir algún tipo de privaciones o riesgos. Por aquel mundo viejo no vale la pena. Pero por una sociedad mejor, seguramente vale la pena y la alegría. Nadie garantiza que la obtengamos, Pero sí estamos seguros de por el viejo camino nos alejamos de ella. Y está en nosotros y nosotras si sabemos defender lo que hay que defender y construir algo mejor. Por eso frente a esta situación no hay que quedarse esperando que todo salga bien. Hay que ayudar a que salga mejor. Y se sale mejor si más allá de los avatares salimos fortalecidos.
Fernando J. Pisani
fjp2001@gmail.com
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