En principio, los muertos se cuentan fríos.
No perdamos entonces el calor en el pecho.
Que no cuenten sólo ellos. (¿400? ¿400.000? ¿40.000.000? Todo depende de quién cuente qué.)
Contemos también nosotros, entonces.
Por ejemplo, contemos que nuestra desazón nos aúna, nuestra tristeza, llegado el caso. Y que por eso tenemos reparo y contención, y, llegado el caso, hasta una humilde -entrañable- sensación de bienestar.
Tampoco es que estemos solos, ¡vamos!
Que lo que vivimos en la efervescencia de la campaña no lo olvidemos justo ahora, en la necesaria hora del necesario reagrupamiento.
Este invierno, al menos en Capital, esperemos el colectivo sobre el calorcito del subterráneo.
Para seguir, primero está la Patria, después el movimiento y después los hombres. El compañero Néstor ha impulsado sobradas iniciativas para sentirnos recompensados. Y si yo me convencí recién con la 125, el problema es primero mío. O: si él se equivocó en no haber agitado, yo me equivoqué en no meterme antes.
De todos modos son, llegado el caso, datos irrelevantes: Néstor y yo apenas somos hombres, y lo primero que debe importar es el proyecto nacional, representado ahora en la función presidencial ejercida por Cristina Fernández. ¡Institucionalidad!
En tal sentido, y para decirlo en los propios términos PRO: va a estar bueno que se dejen de joder las pelotas con el patetismo conceptual del clientelismo. Hoy, y va de nuevo (ya por cuarta vez, luego de que Duhalde perdiera previamente tres veces en la provincia Buenos Aires): ya que no quisieron aceptarlo por la investigación del tema (verbigracia Javier Auyero) o sólo por buena fe, deberían hacerlo ya con los números en mano, con el resultado puesto. Y aceptar de una vez por todas que el clientelismo va y viene, pero que lo que importa es el Proyecto.
En última instancia, el clientelismo es la propiedad emergente del sistema, del sistema de un Estado -como el nuestro- que no alcanza a cumplirle al pueblo las promesas que su Constitución les asegura para exigir sujeción, un Estado que no alcanza a garantizar los derechos básicos de la población.
Si el reclamo es por más institucionalidad, la respuesta debe ser más (aun más, sí) institucionalidad.
Lo estamos viendo: las pestes avanzan. Y las últimas vacunas contra la rabia autóctona fueron desarrolladas en los tiempos de Perón. Amén de que, hoy, a Ramón Carrilo -ese gran sanitarista-, lo respetan todos: los propios y los ajenos. Pues bien, es hora de inversión estatal en medicamentos: el desarrollo de laboratorios estatales y de laboratorios privados a los que el Estado les garantice sustenbilidad para el desarrollo de sus productos. Simultáneamente, hay que ampliar la red de medicina preventiva: la salita del barrio, en todos los barrios; el médico de cabecera, al lado de todas las camas.
Es necesario. Y lo necesario es el ámbito de toda política de Estado.
De toda política, a secas.
Finalmente por ahora, desalentar la sojización es necesario, más allá de que este haya sido un proceso favorecido por la política kirchnerista de búsqueda de divisas que nos den, llegado el caso, la posibilidad de proyectar una política nacional. Porque, bueno, el caso ha llegado. Pero no es hora de desalentar. Por el contrario, hay que alentar. Por ejemplo, la lechería. Ya lo dijo el compañero Rossi. De modo que no es bajarse de la nuestra: es ampliar el ámbito de la nuestra. es el momento de apoyar la ajena que nos conviene a muchos.
Hay que buscar las normativas que favorezcan a ciertos sectores de la oposición que también favorezcan a los nuestros. Ya que somos los que estamos: 25 millones de votantes, 40 millones de habitantes. Esos son los límites de nuestro Estado-nación. Aunque no de nuestra política: somos una nación inserta en el mundo.
De modo que, también, así como se reclama por la soberanía en las Malvinas, aun a sabiendas de que el Reino Unido no moverá un pelo en tal sentido, así, del mismo modo, una política de Estado debe reclamar por la restitución en su cargo de Zelaya, único presidente actual de Honduras reconocido por la comunidad internacional. De paso, habría que exigir la pronunciación de los ex candidatos al respecto de tal golpe de Estado.
Además. ya que la opisición ganó preponderancia parlamentaria, ya es hora de que presente sus proyectos para que se integren a debate democrático. ¿Qué proponen? Que se abra el debate.
En efecto,»en la cancha se ven los pingos»…Porque el discurso de campaña olio a nada.
En efecto:»en la cancha se ven los pingos»…porque el discursp de campaña tuvo»sabor a nada»