Sin duda, tras la crisis de los bancos de Inversión en Estados Unidos y el desplome de las Bolsas del mundo, el factor económico ha sido el que ha dominado la semana. De aquí que hayan sido los economistas quienes hayan inundado páginas y páginas con análisis, lobbys y predicciones. Tal vez por ansiedad o por la misma lógica mediática que exige títulos rimbombantes y videograph atrayentes, algunos parecen haberse apresurado a hablar de una crisis similar a la de los años 30 o el fin de, al menos, una etapa del capitalismo. Dado que probablemente nadie sepa bien cuál es la magnitud de una crisis que parece recién comenzar, toda elucubración debería llevar a conclusiones provisionales si es que no pretendemos que un archivo nos ponga en ridículo algunos meses más tarde.
Más allá de ello, la crisis deja lecciones que algunos en Argentina parecen deseosos de desaprovechar. En rasgos generales, verdad de perogrullo pero verdad al fin, la economía y la política tienen muchos más grises de lo que los varios precandidatos abonados a programas de opinión parecen estar dispuestos a reconocer. Llama la atención en este sentido que economistas como Samuelson acaben reconociendo que “El capitalismo puro no puede evitar algunos ciclos económicos. Ni se puede contar con que los mercados, librados a sí mismos, curen sus problemas” (Ver la nota en el Clarín Económico del domingo 21/9/08), y sin embargo debamos oír a los gurúes argentinos recordsman de desaciertos, dirigirse al público con recetas caducas que encienden la alarma ante el más incipiente intento de intervención estatal. El gobierno de Estados Unidos, parece entonces adoptar una lógica que cuando es aplicada aquí es acusada de “fidelo-chavista-soviética”. Podría sucintamente expresarse así: “Que el Mercado ande solo lo que pueda pero cuando se necesite salvarlo, bienvenido el Estado”. De esta manera, una estatización solapada como la que promovió el gobierno de Bush al comprar el 80% de AIG, una empresa de Seguros, es interpretada como una medida de un Estado inteligente que trae confianza a los mercados. Como contrapartida, insólitamente, la estatización de la Aerolínea de Bandera en Argentina, es vista como la nueva manifestación del Estado bobo y un negociado en el que se encuentra entre las sombras Kirchner; como si esto fuera poco la estatización de Aerolíneas Argentinas demostraría la importancia de los sindicatos. En cuanto a AIG nada se dice de ellos a pesar de suponer que no puede ser menor un sindicato de una empresa que cuenta con 116.000 empleados. Tampoco se habla de la injerencia del Poder Ejecutivo en el Poder Legislativo estadounidense ante la insoportable presión que se ejerce sobre los demócratas para que éstos aprueben en el Congreso el pago de 700.000 millones de dólares por el rescate del sistema financiero. Allí, seguramente, los legisladores, como la mitad más uno de nuestros senadores, no son venales, ni corruptos, pues todos votan “con el corazón”.
En el ámbito vernáculo se vienen dando señales claras en un sentido más allá de que los operadores “corran siempre el arco”. La recompra de los bonos para demostrar voluntad y capacidad de pago, pasando por el anuncio del pago al Club de París, la apertura de la negociación con los holdouts anunciada hoy y el aumento de tarifas a los hogares de más consumo, son señales claras a lo que podría llamarse establishment. Si el gobierno hace mal o bien, ese es otro asunto. En términos económicos, sin duda, el default de 2001 trae inconvenientes para que lleguen inversiones y normalizar esta situación permitiría, teóricamente, en un tiempo, recuperar la confianza del Mercado además de refinanciar la cuantiosa deuda que Argentina debe honrar en 2009. Por otra parte, también es verdad que estando “desconectados” del mundo no nos ha ido tan mal. Sin caer en chauvinismos vulgares podemos decir que Argentina ha logrado crecer a “tasas chinas” estando “fuera” del mundo” y ha salido completamente airosa, cuando no fortalecida, de las últimas crisis globales. Si bien este crecimiento “con lo nuestro” tiene límites, podría aprenderse la lección de una vez por todas para el día de mañana adoptar políticas de apertura que no contengan los vicios de la década del 90. En este sentido, parecen más auspiciosos y relevantes para la Argentina los vínculos con Brasil y el Mercosur hacia una cada vez algo menos utópica unión monetaria.
Lo que sí parece un hecho es que habrá menor crecimiento en el mundo lo cual afectará a la Argentina por la reducción de los precios de los commodities y la posible revaluación del peso frente al dólar. Si efectivamente esto se da, espero ansioso que aquellos que afirman que la economía va bien sólo por unas condiciones inmejorables en el mundo, consecuentemente, no carguen las culpas en el gobierno cuando en vez de crecer a un 8% se crezca a un 4%.
En el plano político, la ecuación parece aún más compleja. Podríamos preguntarnos si el gobierno gana algo electoralmente dando estos gestos hacia los mercados, lo que en el frente interno sería el segmento ABC1. Si se busca una reconciliación con esos sectores la batalla parece perdida de antemano: nada que haga este gobierno podrá calmar críticas que en algunos casos proceden de un odio ancestral y visceral. Al fin de cuentas, es el mismo dilema que se dio a lo largo del conflicto contra algunas entidades del campo: conciliar (eufemismo por el cual se quería decir “ceder”) o doblar la apuesta hasta “quemar las naves”. Si bien se cedió mucho, en el imaginario popular, el gobierno “quemó las naves” y se quedó sólo en la Isla. Doble fracaso: el de la elección de una de las patas del dilema y, tal vez el más importante hoy, el de la comunicación a la opinión pública.
Más allá de esto quizás debamos reconocer que buena parte de estas señales pueden comprenderse mejor a la luz de las consecuencias de la caída de la 125. En todo caso, comienza el tiempo en que quizás debamos evitar los análisis acerca de en qué medida este gobierno es más o menos progresista presuponiendo ingenuamente que la coyuntura del 2008 es similar a la del 2005 y que el gobierno puede elegir casi libremente qué política seguir. Sin llegar a decir que el kirchnerismo no ha podido profundizar su progresismo porque no lo dejaron, quizás tengamos que empezar a acostumbrarnos a un gobierno que deberá sortear un escenario en el que el margen de maniobra y la capacidad de imponer su voluntad parece ser cada vez más estrecho.
Bueno, los que festejaron con Dom Perignon la caida de la 125, hoy piden su escalonamiento. Y cuando desconocían el concepto de «renta extraordinaria» de la soja a 600 para poner la tarasca, hoy piden a grito pelado las leyes de «emergencia agropecuaria» por la sequía. Porqué no sacaron un seguro, muchachos? No sabían que podría haber sequías? Ahhhh…, claro, el seguro había que pagarlo, bien. Entonces la sociedad tiene que hacerse cargo de sus riesgos, fantástico. Perder, nunca. Si la levantan en pala, es sólo de ellos. Si no, es de todos. Qué maravilla!
No digas pavadas Edurdo. Todavía se esta pagando una barbaridad de retenciones, además de diversas maniobras para bajar los precios dealgunos productos.
A la «sociedad» no se le pide nada. Solo que se lleven menos, mientras ahaya un nivel de retenciones mayores al 5% que paga la industria, hay algo para reclamar.
Mariano T.: Bueno, entonces ponete en Plaza de Mayo a vender los dólares a 3.80. Si alguien te los compra, son tuyos. Pero no quieran ahora que el 99% de los argentinos no-chaca les pague pelotudeces por sus papeles verdes. Querían mercado? Ahi lo tienen. El mercado los paga 3.12. Quiénes serían los que debieran donarles los 58 centavos extra? Y porqué?