I
En el Diario Tiempo Argentino del 14/06/2010 salió, en un pequeño recorte, un comentario de Sebastián Piñera, Presidente de Chile, sobre su experiencia en los festejos del Bicentenario argentino. Dijo el mandatario que “lo impresionó mucho” que se “expusieran de manera tan descarnada las divisiones y quiebres de la sociedad argentina”. Y aseguró también que espera que en Chile esos festejos sean “una fiesta de unidad y futuro”.
Esto me hizo recordar una historia que recuerda Heródoto en uno de sus libros: “Habiendo hecho representar Frínico una tragedia, La toma de Mileto, que él había compuesto, el teatro (entero) prorrumpió en lágrimas; en cuanto a él, le infringieron una multa de mil dracmas por haber(les) recordado desgracias que les concernían sólo a ellos y ordenaron que en lo sucesivo nadie volviera a hacer uso de esa tragedia”.
El domingo, por otra parte, en un debate televisivo en TN entre Beatriz Sarlo y Horacio González, la primera cuestionaba justamente el recorte histórico que se había realizado en función de la puesta en escena por parte del colectivo Fuerza Bruta, por entender que el mismo era tendencioso y que el guión no había sido supervisado por un grupo de historiadores más amplio o, al menos, los que ella consideraba que deberían haber participado, como el caso de Hilda Sábato y Luís Alberto Romero.
II
Es la historia, y lo que en ella hay de doloroso, una cuestión que para muchos sectores políticos, intelectuales y periodísticos, debe ser contada como un relato en clave positiva, sin aristas filosas ni rústicos estiletes que puedan dañar el humor ni la conciencia colectiva de los muchos (de la gente, preferirían decir ellos). Una “linda historia”, donde los muertos ya no nos dañen, donde los fantasmas del pasado no nos interroguen. ¿Para qué? ¿Cuál es el objetivo? Mejor olvidar y seguir, tirar para adelante, no estar atado a nada, como dice la canción de García; en la historia sin fisuras, todos somos hermanos y el presente es una incesante cantinela de buenos augurios.
III
¿Cuál es el problema de crecer recordando qué fue nuestro pasado? ¿Qué sucedió, quiénes participaron, cuáles fueron las causas de los sucesos ocurridos? ¿Es necesario inocularnos dosis de olvido como si nos pusiéramos una vacuna contra algún tipo de enfermedad?
Cuando leo las palabras de un presidente latinoamericano o escucho las frases pulidas y masticadas de una intelectual como Sarlo sobre la historia, me pregunto si en sus vidas comunes y terrestres harán ese tipo de elecciones vitales. Quiero decir: siempre consideré que uno es el mismo en las diversas manifestaciones en las que incurre, es decir, si yo soy un desgraciado en el trabajo, un mal tipo, seguramente lo sea en el resto de mi vida, con mi familia, en la escuela o en la Universidad, etc.; de la misma forma que si uno es buena persona, esa condición no está circunscripta a una situación en particular, sino que es una buena persona en todas la situaciones por las que atraviesa.
Entonces, Piñera o Sarlo, en sus vidas, ante algún inconveniente, problema o tragedia que los implique, ¿serán de los que olvidan para poder continuar ilesos por el camino? ¿Harán borrón y cuenta nueva? ¿Le dirán a los suyos que el pasado es un cántaro de bondades, donde la felicidad y la armonía reinaban como en una especie de aldea ficticia? O, más sinceros pero igual de cínicos, les dirán ¿es mejor no hacer muchas preguntas por el pasado; es algo que ya pasó y, por más aleccionador que pueda ser, por ser igual de doloroso, es mejor dejarlo atrás y dedicarse a pensar en el presente?
IV
Los usos de la memoria o los usos del olvido. Está claro que la cuestión es un interrogante que no puede ser saldado así nomás. Es una cuestión, decidida y profundamente política, puesto que involucra al conjunto de la sociedad. Es la sociedad, el colectivo social compuesto por todos nosotros, el dueño, heredero y responsable de ese pasado. Es nuestro derecho y, también, nuestra obligación velar por él. Querer maquillarlo para que no nos hable de nuestras tragedias, querer disfrazarlo para que su voz no retumbe en nuestras entrañas, sino que sea más bien como un susurro gentil que nos habla de paraísos por venir, sin sustancia ni sustento, es el error de los pueblos mutilados, de los pueblos sin sentido histórico que parecen más una sucesión de hechos desafortunados que una historia de luchas, contradicciones y proyectos de emancipación. Cuando el relato es el de otro, no sólo la voz te quitan, sino también la historia, la identidad.
Si hay algo interesante que ha puesto en evidencia el kirchnerismo es que un país, un colectivo social, crece cuando los hechos que lo preceden son puesto a la luz, como una herida que necesita curarse con el aire y los rayos del sol. Un país no crece yendo por la banquina de su historia, no avanza si está amputado de su pasado y de su voz sino, justamente, un país crece cuando los hechos que lo alumbran son, más allá del grado de tragedia que conlleven en sí mismos, aquéllos a los que arribaron en la búsqueda de justicia. Ahí hay riqueza. Lo contrario es esconder debajo de la alfombra. Tarde o temprano, mal que nos pese, eso sale, eso aparece. Y no pide permiso.
V
Recordando las palabras del presidente de Chile respecto de lo que espera para los festejos de su país (una unidad forzada por el relato de una historia mutilada), sólo me queda recordar los días de mayo y preguntarme: ¿esa fiesta fue producto de una operación del gobierno (un modo de contar la historia, por ejemplo) o fue el resultado de un proceso (doloroso) de maduración y crecimiento, un proceso surgido a la luz de la búsqueda de la verdad sobre lo que somos a partir de lo que fuimos? En otras palabras: ¿somos mejores a pesar de nuestro pasado o lo somos cuando comprendemos lo importante que es nuestro pasado como una parte constitutiva de nuestras vidas?
Al final, como es de esperar, con la historia sucede siempre lo mismo: nos acercamos cargados de interrogantes -esa es la forma en que nos relacionamos con su cuerpo- esperando encontrarnos con las respuestas indicadas y, como saldo, no nos llevamos más que otra cantidad de interrogantes. Ahí es cuando nos damos cuenta que las respuestas no eran tan importantes como sí lo eran las preguntas. Ahí, imaginamos, estuvo la ganancia.
Amigo Piñera, no tema en plantear lo que hace falta, seguramente de esa faena, tanto usted como su pueblo, saldrán más integrados, unidos y fuertes para lo que viene.
de acuerdo,Mingus.Y hago «mea culpa»por otro comentario que hice en artepolitica(en Costumbres argentinas)sobre el debate entre Gonzalez y Sarlo,donde,si bien adverti sobre la verdadera itencion del programa de TN,acuse a Gonzalez de ambiguo por no haber sabido neutralizar a Sarlo.Es que ella,en realidad se pone en evidencia sola como alejada del pueblo.
González es un blando, yo le hubiera recordado la adhesión casi fanática de Sarlo al alfonsinismo y la Alianza.
Me parece que la operación de juntar a Piñera con Sarlo,como si pensaran igual,es temeraria.
Piñera propone sepultar el pasado y Sarlo propone que haya diversas miradas sobre hechos históricos,que la revisión del pasado sea plural,como es la sociedad.
Lo que propone Sarlo es que la historia no la cuente solo Felipe Pigna y el kirchnerismo.
Sarlo quiere que la historia la cuenten sus amigos del ex Club de Cultura Socialista, es decir el alfonsinismo luego reciclado en la Alianza y ahora que ha caído el invento Cobos parecen ir detrás de Ricardito.
Ante la requisitoria de González «¿y qué otros historiadores?», Sarlo no dio respuesta, sólo H.Sábato y L.A.Romero. La muy amplia y tolerante Sarlo podría haber nombrado, por ejemplo, al marxista José Vazeilles, pero ese es enemigo de ella.
La historia tiene versiones, pretender integrar una versión en una junta de notables es un chiste sin gracia. Seguramente un comité agradable para Sarlo dirigido por L.A.Romero le hubiera dado al acto otro color, basta recordar que L.A.Rolmero en los medios fue uno de los mitificadores de la grandeza del Primer Centenario.
Por supuesto que la historia tiene versiones, ni siquiera critico la versión que simbolizó Fuerzabruta,pero una cosa es proponer una mirada diferente de la historia,que es lo que adjudicas a Sarlo y otra muy distinta sepultarla, que es lo que quiere hacer Piñera.
Respondí a tu oración: «Lo que propone Sarlo es que la historia no la cuente solo Felipe Pigna y el kirchnerismo.»
Sos libre para informarte de la versión de romerito y su amiga la bety sarlo, el kirchnerismo no te prohibe enterarte de que dicen ellos. Sarlo cuestionó la versión del Bicentenario por falta de «pluralidad». Es decir, la impugnó con un argumento falaz, hecho que vos mismo reconociste implícitamente con tu afirmación «Por supuesto que la historia tiene versiones».
Mingus:
Beatriz Sarlo no es historiadora, a pesar de lo cual siempre se ha ocupado del pasado y, a diferencia de lo que vos pareces sostener, no pretende que se olviden las tragedias. En «Tiempo pasado» (siglo XXI. Bs. As. 2005. pág. 24) sobre ello sostiene: «Como es evidente el campo de la memoria es un campo de conflictos que tienen lugar entre quienes mantienen el recuerdo de los crímenes de estado y quienes pretenden pasar a otra etapa, cerrando el caso más monstruoso de nuestra historia. Pero también es un campo de conflictos entre los que sostenemos que el terrorismo de estado es un capítulo que debe quedar jurídicamente abierto, y que lo sucedido durante la dictadura militar debe ser enseñado, difundido, discutido, comenzando por la escuela. Es un campo de conflictos también para quienes sostenemos que el «nunca más» no es un cierre que deja atrás el pasado sino una decisión de evitar las repeticiones, recordándolo».- Creo que fue clara.-
Saludos.-
Yo diría que Sarlo prefiere olvidar ciertas tragedias, por ejemplo la de la Alianza, yo todavía me acuerdo de cuando se presentaba como orgánica de esa porquería.
Bueno, el Chile de Piñera seguramente no se parecerá a Alemania, donde permanentemente se hace docencia sobre su propio pasado.
Y la Betty… ¿Seguirá sosteniendo la Teoría de los Dos Demonios?
Camargen: agradezco el uso de la palabra «temerario». Debe haber pocas palabras que me gusten tanto como esa.
Que Sarlo y Piñera se encuentren en el mismo texto no quiere decir que sean lo mismo. El título del post es «los usos de la Historia». En él va implícito el hecho de que no hay una sola forma de comprender, interpretar y relatar la histotria sino que hay muchas y, en esa variedad lo que entra en juego es las definiciones políticas que se tengan previamente. Estoy totalmente de acuerdo en que la revisión del pasado sea plural: de hecho, esa es la única posibilidad de crecimiento real. Por eso el post, para pensar esas formas en tensión que hay alrededor de nuestra historia. El caso es que Piñera prefiere ocultar su pasado tras una operación de «ninguneo» y Sarlo, por otro lado, nos propone un pasado en discusión permanente, en donde la palabra válida y autorizada la tiene la intelectualidad vernácula. Prefiero tirar sobre la mesa una versión y ponerla a discusión, antes que sentarnos en una mesa redonda y tratarnos como caballeros.
Otra cosa: Piñera no quiere sepultar la historia, sino hacer su propia versión. Es ahí en donde, claramente, entra en juego el hecho de que los usos de la Historia (la memoria y el olvido) son políticos.
Daio: me parece perfecto y estoy 100 por ciento de acuerdo con la cita que hacés. El problema es que, se me ocurre, se la deberías recordar a ella y no a mí. Porque hay una gran diferencia entre lo que escribe y lo que opina.
La discusión que propongo, de hecho, es deudora del párrafo que citás de Sarlo: es allí donde se enmarca, en el «campo en conflicto». No hay que temerle al conflicto, todo lo contrario: es allí en dodne crecemos. Me parece acertada tu cita, pero te vuelvo a repetir: no va de la mano con las opiniones que luego tiene en un programa de TV, cuando el lenguaje y la velocidad cambian rotundamente.
Por último, que se entienda, no es mi intención pegarle a Sarlo (aunque eso se desprenda indirectamente de lo que escribo), mi intención es interrogar políticamente los usos que de la historia se hacen en torno al pasado reciente. Si elegimos la opción de la mentira (Piñera), estamos fritos y si elegimos la opción de los «notables» (Sarlo), estamos igualmente fritos.
Saludos
Mingus:
El tema del recuerdo del pasado es algo tan complejo que es difícil ponerse de acuerdo sobre ello. Probablemente lo que B.Sarlo ha señalado actualmente es esa especie de cotidiano recuerdo de ese pasado y la tentación de imponer desde el Estado una Historia Oficial, que rescate voces olvidadas y silencie voces recordadas. Todas las voces deben ser registradas. Lo cierto es que es imposible vivir diariamente recordando todo, nos puede ocurrir lo de Funes el memorioso, del cuento de Borges, al recordar todo, no existe el presente ni la posibilidad de pensar en un futuro.-
La para nada sencilla lectura de las obras de Paul Ricoeur, especialmente «La memoria, la historia, el olvido», siempre es provechosa.-
Saludos.-
Daio:
Me parece injusto decir que es el Estado el que quiere imponer «esta» versión de la Historia, cuando por «esta» versión hay mucha gente que viene luchando hace más de 30 años (HIJOS, Madres, Abuelas, entre otros). Me parece, en todo caso, que este Gobierno en particular ha comprendido la necesidad de acompañar ese proceso.
Nadie pide que recordemos todo el tiempo todo, sino que comprendamos parte de nuestro pasado para fortalecer nuestro presente mirando hacia el futuro.
Lo interesante del cuento de Borges que mencionás no es justamente la lectura que hacés de él. El problema de Funes no está en tener una gran memoria sino en la incapacidad de sintetizar. Y para sintetizar, para «hacer un recorte», primero hay que comprender. Eso es lo que Funes no puede hacer.
El post no es sobre Sarlo. Si fuera sopbre ella sería muy injusto y miope reducir su carrera a una frase. El hecho de que ella sea parte del texto obedece a que en la discusión con Horacio González sobre la «síntesis» que hace Fuerza Bruta sobre la historia argentina, Sarlo prioriza discutir el hecho de que no se halla invitado a los historiadores que ella cree son buenos, en vez de discutir, para enriquecer, los puntos de vista que había propuesto Fuerza Bruta. ¿A quién le importa si fueron 1, 2, 3, 5 o 20 historiadores los que participaron? ¿Esa es la discusión real? ¿La cantidad de historiadores que hicieron el guión? ¿El nombre de esos historiadores? Me parece que lo interesante es sacar la discusión de ese atolladero. Creo que hubiera sido más interesante tomar algunos de esos hechos que proponían los de Fuerza Bruta y discutir sobre el presente y sobre el futuro a partir de la imagen que teníamos del pasado.
Saludos
Mingus:
No hay «una versión de la historia» por la que se esté luchando desde hace treinta años. La versión ha venido cambiado según soplen los vientos de la historia, y que en síntesis desde una inicial versión de la inocencia de las víctimas y hasta la última, a partir del 2003, donde no se los reivindica como víctimas inocentes sino por sus luchas. Esa evolución está muy bien recordada en Hugo Vezzetti, Sobre la violencia revolucionaria», Siglo XXI, 2009.-
Entre los muchos ejemplo de los actos del Estado para imponer su versión del pasado, estuvo la modificación del Prólogo del informe «Nunca Más». ¿Has visto alguna vez que se cambie un documento oficial?. Una aberración.-
Lo que sucede es que la historia siempre ha ayudado a vivir a los que detentan el poder, lo que se concreta en una práctica historiográfica justificadora, cuya función consiste en recoger del pasado aquello que sanciona su poder e imponer en el presente, y de ser posible a las generaciones venideras, el culto de esa memoria. A esa operación se la llama ideología, siendo una de sus tareas presentar como eterno y necesario lo histórico y contingente.-
Saludos.-
Daio: El «cotidiano recuerdo de ese pasado» es inevitable, ya que los juicios que debieron hacerse en 1983, intentaron ser sepultados con indultos, OD, PF, y etcéteras, pero como los cadáveres flotan, no hay más remedio que cerrarlos como debió hacerse en su momento. Ése es el motivo por el que HOY debemos seguir hablando del tema: La justicia que fue denegada en el momento en que era menester.
Es obvio que hay más de una visión sobre la historia. Y sostenidas por académicos de renombre.
No creo que el Bicentenario sea el momento para plantear todo con una sola visión excluyente, máxime con la imbecilidad de pretender competir con el primer Centenario.
Muchos se retorcerían de bronca si en 2016 un gobierno radical se mandara un espectáculo semejante con la visión totalmente opuesta, con Rosas retratado como un dictador sediento de sangre, Perón ninguneado, Evita ausente, etc.
Mariano T:
Los centenarios, bicentenarios y afines festejos, siempre se prestaron para que los gobiernos lo utilicen para resaltar su propia gestión y realizar comparaciones con los héroes del pasado. Recuerdo 1950 y el centenario del fallecimiento del general José de San Martín, donde se lo llegó a comparar, con todas las letras, con el General Juan Domingo Perón y hubo toda una escenificación parecida a la actual.-Había que presentar la historia de tal manera que el homenaje al «Libertador» del pasado sirviera de homenaje al «Libertador» de los tiempos presentes, como lo recuerda Diana Quatrocchi-Woisson en «Los males de la memoria. Historia y política en la Argentina». Emecé. Bs. As. 1998. págs. 303 y sgts.- Como se observa, el gobierno no ha sido muy original que digamos.-
Saludos.-
Daio: Nadie es original. Nadie crea algo ex nihilo. Díganme, en este caso en particular, ¿qué resaltó el actual Gobierno sobre su Gestión? Por ejemplo, en las imágenes del Cabildo no hubo ni una sola mención hacia los gobiernos de NK y CFK. Y, si hubo algo en algún otro lugar, fue marginal. Nunca se pusieron como el «centro» del festejo.
Y en caso de hacerlo, cuál es el problema? Acaso no tienen derecho? Como cualquier otro actor, este Gobierno u otro, tienen derecho a plantear su versión del pasado para fortalecer su presente. Podemos estar o no de acuerdo con esa versión y, ahí justamente, es en donde se encuentra la disputa. Eso es también parte de la política. Piñera propone su versión, CFK la suya, vos la tuya y así sucesivamente.
La historia que hoy nosotros estamos viendo, por ejemplo la versión que de la misma hizo Fuerza Bruta, hubiera sido imposible hacerla en el Gobierno de Carlos Menem. Eso demuestra que las versiones y los usos son variados y complejos y que la política siempre los atraviesa.
No le tengan miedo a la política. Si creen que vale la pena contar otra historia, por favor, cuéntenos cuál es. Quizá podamos enriquecer el debate.
Saludos
Daio: en tu planteo encuentro algo interesante y que pone en evidencia esto que vengo diciendo desde el principio. Para mí, siempre hay versiones de la historia que se encuentran en pugna, que son objetos de lucha y que esas luchas son realizadas por hombres y mujeres. En cambio para vos las versiones, o la jerarquía que exista entre ellas, es producto de «los vientos de la historia». Esa evolución, como vos la llamás, no es producto de los vientos sino de la lucha. Y, esa lucha, es una lucha política (entendiendo a esta, siempre, como algo que excede a los partidos políticos por supuesto).
No me incomoda (y mucho menos me parece aberrante) que se modifique el prólogo al Nunca Más. No se está modificando el Informe sino las interpretaciones de los sucesos que lo hicieron posible. Esto no es 1984: vos podés acceder al anterior Prólogo y poner a ambos en tensión. Eso es muy rico! te permite hacer tu propia síntesis, orientar tu mirada, hacer tus críticas, etc.
Por último, vos decís: «Lo que sucede es que la historia siempre ha ayudado a vivir a los que detentan el poder, lo que se concreta en una práctica historiográfica justificadora, cuya función consiste en recoger del pasado aquello que sanciona su poder e imponer en el presente, y de ser posible a las generaciones venideras, el culto de esa memoria. A esa operación se la llama ideología, siendo una de sus tareas presentar como eterno y necesario lo histórico y contingente».
El escriba siempre estuvo al lado del Príncipe, eso no es una novedad. Y la ideología siempre opera, eso no es tampoco una novedad. ¿Cuál sería tu propuesta entonces? ¿Qué otra variante de hacer historia hay que no esté sobredeterminada ideológicamente?
Vuelvo a lo mismo de siempre: hay una elección que es la que se propone Piñera; hay otra que es la que vivimos nosotros. Ambas ideologizadas, ambas con el Gobierno siendo un actor protagónico, ambas con claras implicancias para el presente y futuro. Yo sé en dónde prefiero converger. No me queda clara tu propuesta.
Saludos
Mingus:
Introducir un nuevo prólogo al informe de la CONADEP, es como querer incorporar una nueva acta a la de la independencia de 1816, o a las actas capitulares de la semana de Mayo,con una nueva interpretación. ¿Qué ocurriría si cada gobierno hace lo mismos? El Estado no debe intervenir en la elaboración de nuestro pasado, porque se corre el peligro de imponer una versión de ese pasado y de sancionar a quienes no la comparten.- Recuerdo que en algunos estados es delito cuestionar ciertos hechos del pasado, tentación que todos los gobiernos experimentan, en mayor o menor medida.- El nuevo prólogo critica al anterior el que supuestamente habría justificado la represión al considerar por igual a la guerrilla y el terrorismo de Estado, configurándose así “la teoría de los dos demonios”. Según el nuevo prólogo “es inaceptable justificar el terrorismo de Estado como una suerte de juego de violencias contrapuestas como si fuera posible buscar una simetría justificatoria en la acción de particulares, frente al apartamiento de los fines propios de la Nación y del Estado que son irrenunciables.” Contribuyendo a la desmemoria y al rechazo del pensamiento, canónicamente se establece que la guerrilla ya había sido derrotada antes del 24 de marzo de 1976, que en ese fecha se inicia el terrorismo de Estado y que el objetivo era imponer un sistema económico de tipo neoliberal, que hizo desaparecer a 30000 personas.- Todos pueden libremente hacer las interpretaciones que quiera del pasado, pero no debe utilizarse el poder del Estado para imponer o instalar una versión determinada.-
Cuando utilicé la palabra ideología, lo hice según la versión que entiende por tal una cosmovisión del mundo, que se trata de imponer como la única y verdadera.- Esa cosmovisión la construye cada uno, pero no es tarea del Estado.-
Para mayor claridad delo que he tratado de decir, me remito a mí último post.-
Saludos.-
Pero además, Daio usa la palabra «ideología» en un contexto negativo, lo que lleva a pensar que tener dos o más ideas congruentes entre sí es malo. ¿O estoy entendiendo mal?
Y además, parece no registrar la existencia de otro «poder» que el poder político, como si el poder real o poder fáctico no existiera. De hecho, el poder político es el que legitima o no la ciudadanía cada cuatro años, mientras que el poder real es atemporal.
Eduardo Real:
Estamos hablando del Estado, no de los otros poderes, que también hacen de las suyas.-
No existe ninguna palabra que esté a la par de ideología, por la frecuencia es que es utilizada y por la gama de significados distintos que le son atribuidos, dice Norberto Bobbio en su «Diccionario de Política», al que me remito, yo he utilizado uno de ellos, desgraciadamente muy utilizado, especialmente para descalificar al que no coincide con nuestra visión del mundo.-
Daio: En el caso actual, por hablar de los poderes electivos, no hay dos ideologías en pugna: Hay una ideología que confronta con un interés. O Estado vs. Mercado, como quieras llamarle.
Sinó, no se entiende en qué consiste la ideología del «Grupo A». Solanas (el Ominami argento) con De Narváez ¿Cuál es su «ideología»?
no se,me parece que»el poder real»no puede ser atemporal,porque es historico.Si que detras del poder politico actua otro poder(economico)que influye por sus intereses en la interpretacion y version de lo acontecido.Daio se acerca a la actitud de B.Sarlo que quieren señalar al gobierno como»aprovechado»y que ven los festejos del bicentenario un hecho»ideologizado».
Repito que el»nunca mas»tiene dos lecturas:tratar de que no se repita una represion tan cruel,y otra que avisa a la izquierda que no repita aquel accionar.
isabel: Con poder real me refiero a los grupos de empresas a las que les interesa el país, el poder que permanece mientras los gobiernos pasan, los Roca, Fortabat, Macri et. al.
Daio: lo único que me queda claro de tus comentarios es la ingenuidad con que mencionás conceptos como Estado, Ideología, Historia y los entrecruzás a tu gusto. Decís, por ejemplo: «El Estado no debe intervenir en la elaboración de nuestro pasado, porque se corre el peligro de imponer una versión de ese pasado y de sancionar a quienes no la comparten». Te cuento, por si todavía no lo sabés, que el Estado siempre interviene en la elaboración del pasado, desde los libros de historia que utilizan las Escuelas hasta los Museos, el Estado siempre está operando. Vos podés estar en contra de la versión que expresa el Estado y ahí entrarás en tensión y mostrarás tus cartas (si es que las tenés). Ahí, vuelvo a repetirlo por enésima vez, hay política, hay un campo de batalla y una lucha por la interpretación de los hechos (interpretación que no hace otra cosa que hablar del presente desde el pasado).
Y ahí están en juego los «2 prólogos», si querés. Durante la década del 80 hubo un discurso muy ligado a los Derechos Humanos que obturó la posibilidad de pensar esos hechos en términos más políticos. No sólo pensar a los desaparecidos y asesinados como víctimas sino también como militantes que tenían un proyecto de mundo. Esta visión que rescata el aspecto que acabo de mencionar, empezó a surgir con fuerza a partir del fin de siglo XX y comienzos de este. Y esa evolución no fue fruto de un viento sino de una lucha.
Por último, dos cosas más. Primero, no confundas Gobierno con Estado y segundo: ¿el Estado no tiene ideología? O, como vos decís, ¿no es su tarea construir una cosmovisión del mundo? El Estado es pura ideología Daio! Construye, por ende, todo el tiempo una «cosmovisión del mundo». Es parte de una cosmovisión del mundo, justamente, la que dice que debemos organizarnos de una manera específica.
Vuelvo sobre la esencia de todo esto: mi intención era rescatar la posibilidad de poner en discusión nuestro pasado a través de una apertura sobre lo sucedido. Mostramos qué pasó y abrimos los canales para que actúe la justicia por un lado y, por otro, discutimos el proyecto de mundo que tenían los que hoy no están. Otros grupos o actores argentinos prefieren lo que planea hacer Chile: aquí no ha pasado nada y vayamos todos juntitos mirando al frente.
Daio, creo que te enganchaste con una discusión bizantina sobre el Estado (ya muy vieja). Pero bueno, es respetable por supuesto.
Saludos.
Si el gobierno es algo transitorio, que puede cambiar periódicamente y el Estado es algo permanente, como puede enseñar la ciencia política, esa concepción en nuestra sociedad aún no se ha logrado, y el gobernante intenta identificarse con el Estado y apoderarse de sus estructuras para construir su proyecto de poder, y si el saber es poder, venga para aquí también el saber. He seguido en mis consideraciones, a quien para vos sería un ingenuo, y que conoce algo de sistemas totalitarios, como Tzvetan Todorov, quien considera que los estados totalitarios se arrogan el derecho de controlar la selección de elementos que deber ser conservados y que «Ninguna institución superior dentro del Estado, debería poder decir: usted no tiene derecho a buscar por sí mismo la verdad de los hechos, aquellos que no acepten la versión oficial del pasado serán castigados. Es algo substancial a la propia definición de la vida en democracia: los individuos y los grupos tienen el derecho de saber; y por lo tanto de conocer y dar a conocer su propia historia; no corresponde al poder central prohibírselo o permitírselo». En: «Los abusos de la memoria», Paidós. Barcelona. 2000. págs. 15 y sgts.- Que el Estado, el gobierno, tengan su propia ideología, y que traten de imponerla, es algo que se da en la realidad, pero salvo que uno tenga una concepción autoritaria del poder, no hay por que aceptarlo.-
Con relación al informe de la CONADEP, me remito a los trabajos de Hugo Vezzetti, que ha sabido precisar como fue cambiando el discurso de los Derechos Humanos y los motivos de esos cambios, de jóvenes idealistas inocentes a combatientes revolucionarios.-
La historia la van escribiendo personas en forma individual, instituciones, academias, que el gobierno apoyará o no según las épocas; el Estado autoritario buscará controlar las instituciones y silenciar las voces discordantes sobre el pasado, ocurrió muchas veces en nuestra historia y sigue ocurriendo.-
Saludos.-
Daio: no digo que Todorov sea un ingenuo, digo que se pueden hacer lecturales literales de textos complejos que provocan miradas ingenuas sobre lo real.
Por ejemplo en tu caso, utilizás tanto «totalitario» como «autoritario» no como un adjetivo (lo cual sería discutible también) sino como sustantivo. Sino no se entiende cómo podés decir que el actual gobierno (y aquí volvés a mezclar a gobierno con estado) es «autoritario» o «totalitario».
Evidentemente sos un estudiante de Ciencia Política o carrera afín (o recién egresado) que ha leído todos los libros que correspondía leer y te gustan que hablen por vos, porque eso te da más seguridad y, además, «queda lindo» en el ambiente en el que te movés.
Por suerte ya pasé por eso. Respeto que pensemos diferente, pero termino aquí, mi intención no es convencer a nadie.
Saludos
Mingus:
Lo de Todorov refería a una entrada de Matías Molle. El concepto de Estado autoritario lo uso para referirme a una estructura de poder político intermedio entre el democrático y el totalitario, si consultas a Claude Lefort, vas a ver que no es difícil pasar de un Estado o de un estado a otro.
No estudio ni estudié Ciencia Política, hace 40 años que soy un simple abogado de provincia, sin tiempo para otros estudios que los que he podido encontrar en los libros. Autoritario, totalitario y otros conceptos pueden utilizarse tanto para referirse al Estado como a un gobierno.-
Saludos.-
Mingus:
Muy posiblemente la síntesis de la historia realizada por el pueblo en el camino de su liberación no se construya desde un único punto de vista, sea más integral y tenga una mirada más plural.
No se puede negar la crítica de Sarlo al recorte de la historia, en no incluir a otros historiadores. La puesta en escena era necesariamente tendenciosa. Pero criticar estos aspectos no implica abogar por el olvido, por la desmemoria. En todo caso, Mingus, si no nos gustan sus opiniones, tomemos lo que escribe, el párrafo de «tiempo pasado» que apunta Daio, y démosle construcción política. Veamos que algo se ha hecho en políticas de Educación (formación docente, en particular) pero que lo sucedido durante la dictadura militar no se ha enseñado, difundido, discutido en la escuela.
Daio: Cambiar el prólogo del «Nunca más», también es parte de la historia. es sólo un acto, un gesto. El nuevo prólogo por sí mismo no desmonta la «teoría de los dos demonios». Al respecto, en cuaderno de ADIUC nro 2, Graciela Daleo dice: «…fundamentalmente, es una clave interpretativa no sólo de lo que pasó durante la dictadura militar, sino una relectura de la historia Argentina» (En http://www.adiuc.org/modules.php?name=News&file=article&sid=306)
Esta teoría se empecina en persistir, incluso en boca de Cristina F. de Kirchner durante la conferencia de prensa de Cristina F. de Kirchner en ocasión de la visita de Amoud Habbas:
(http://sanalatina.com/index.php?option=com_content&task=view&id=228&Itemid=91&limit=1&limitstart=0)
Hace falta desarmar dicha teoría y comprender que la relectura de la historia es tarea de todos.
saludos
¿Será posta ésto?: http://www.puntojus.com.ar/index.php?option=com_content&view=article&id=155:exclusivo-la-duena-de-clarin-seria-procesada-buscaria-asilo-en-el-exterior&catid=76:serajusticia
Eduardo Real:el poder real mas bien seria el de las empresas a las que NO les interesa el pais,sino su ganancia…y que desgraciadamente «participan»en la politica(como ahora tambien lo hace descaramente la Iglesia Catolica)…pero por suerte el poder real en el fondo lo tiene TODA la sociedad.(Y LAS EMPRESAS TAMBIEN CAMBIAN CON EL TIEMPO).
Hilda Sábato vaya y pase, pero ¿Romero? ¿Qué se tomó Sarlo antes de ir al programa? Luis Alberto solo consigue que lo lean escribiendo los prólogos de las reediciones de los libros del padre, José Luis, que era poco riguroso —al punto de hablar de «capitalismo internacional» en el siglo II a.C.— pero al menos tenía más imaginación.
Martín L:
Es evidente que el compromiso de L.A.Romero con con ciertas virtudes republicanas molesten a mucho, pero yo te pido que señales cuáles son los aspectos de la tarea histórica que no te gustan o consideras que está equivocado, porque labor histórica tiene de sobra, sólo con considerar el excelente ensayo «Breve historia contemporánea de la Argentina», que imagino habrás consultado.- El sitio historiapolítica.com, que dirige contiene interesantes artículos de investigación de quienes serán futuros historiadores, también su partición en colecciones de historia de la editorial siglo XXI.- Por supuesto no es fácil destacarse cuando se tiene un padre famoso.-
Saludos.-
Daio: Ni que Romero fuera Halperin Donghi! El libro que citás es una introducción light a la historia argentina, no problematiza nada. Es lo que leen los chicos en el CBC. De todas formas, no es necesario que salgamos a defender ni a Sarlo, ni a González, ni a Sábato ni a Romero. La intención del post no era hablar sobre ellos sino sobre el particular momento que estamos viviendo, donde en el festejo del Bicentenario pudimos ver una síntesis de algunos de los hechos más trascendentales de nuestra historia, en donde no se intentó contar una historia lavada que hablara de nuestras virtudes sino una historia llena de problemas y conflictos, como lo que fue.
A mí eso me parece muy alentador, por eso decidí confrontar con la idea de Piñera y con la de Sarlo (que se quejaba de la falta de historiadores en el guión). A Sarlo la respeto muchísimo, la he leído y muchas de las cosas que ha escrito son muy buenas. Así que no la voy a dejar de leer por esa frase. Mucho menos juzgar. No soy ni un juez ni un fiscal, como tampoco un abogado defensor. Simplemente se polemiza con una idea.
Si el post hubiera sido sobre Sarlo o Romero o, incluso, sobre Piñera, lo hubiera aclarado en el título, como se suele hacer en esos casos.
Agradezco de todas formas todas tus intervenciones.
Saludos.