Es decir: queda claro que esta Estadista con mayúscula que hoy nos representa —nunca en mi vida me había sentido tan bien representado, como desde 2003—, pasa con holgura el mencionado «test».
Lamentablemente, no todos comparten la amplitud de criterio de la Presidenta. Al menos cuatro gobernadores hablan—y actúan— muy distinto. Son gobernantes que expresan sin ambages que sus actos de gobierno están regidos por sus creencias religiosas, imponiendo postulados de la Iglesia sin consultar a un pueblo que los puede compartir o no, y hasta ignorando leyes nacionales*. Y ojo, que algunos podrían ser «presidenciables».
Por ejemplo, dijo Capitanich (Chaco) — aquí el video—: “Nosotros, como creyentes, siempre, creemos que Dios considera nuestro proyecto de vida. Somos instrumento de su voluntad divina. En consecuencia, nosotros tenemos que seguir, continuar, y ejecutar el plan de Dios. En este sentido, la protección de la vida desde la concepción en el seno materno, es un principio esencial. Por eso nosotros estamos en contra de cualquier política abortista”.
* Según Mariana Carbajal en Página|12, en Salta (Urtubey), en vez de la cartilla de educación sexual enviada por el Ejecutivo Nacional según la ley vigente, «se imparte catecismo en las escuelas públicas como materia con calificación, las alumnas y alumnos rezan antes de ingresar al aula, y escriben en sus cuadernos oraciones de agradecimiento a la Virgen María”─.
En Corrientes, Ricardo Colombi (“Radical K.”), “tras un acuerdo con el arzobispo local”(sic), estableció por decreto que la provincia es “pro-vida” —i.e. para él, algo contrario a la despenalización—.
En La Pampa, el gobernador, Oscar M. Jorge (Justicialista) vetó la ley que reglamentaba la atención de los abortos no punibles (!!), aprobada por amplia mayoría en la Legislatura y con el apoyo del oficialismo provincial.
Estos hombres, que también se dicen (y quizá creen sinceramente) democráticos, en realidad practican, en sus provincias, formas de TEOCRACIA inaceptables. ¿Podrían ser presidentes democráticos?
No es tema menor. Estas gentes que proclaman estar “en favor de la vida”, en realidad causan MUERTE —muertes, evitables con la despenalización— de mujeres que SÍ son personas, no meros cigotos (óvulos fecundados, que no son más que células sin capacidad de sentir nada, ni subsistir y multiplicarse, como no sea parasitando (sic, es el término apropiado) un cuerpo de mujer). ─Por lo cual, la decisión de la mujer de dar, generar —o no—, una nueva vida, debería ser el único parámetro a considerar─.
Tampoco es pequeño el desafío: Para terminar de una vez por todas con prácticas teocráticas que contradicen la Democracia con mayúscula, es encesario empezar por una reforma constitucional que anule o enmiende el artículo segundo, aquél que nos impone a todos apoyar a la Iglesia Católica (“Santa», según Capitanich). Para que haya verdadera libertad de cultos y creencias hace falta una separación real , clara y definitiva, entre Estado e Iglesia. Hace falta un Estado laico y prescindente, respetuoso de todas las creencias pero sin imponer ninguna.
Claro, una reforma constitucional no es moco’e’pavo ─sobre todo si se quiere hacerla bien─.
Pero tenemos cuatro años. En los que se puede aprovechar para hacer una bien a fondo, con «»sintonía fina», incluyendo todos los temas debatibles, hasta ¿por qué no? El más “polémico” o urticante, el de los períodos de gobierno o gestión (presidencial y/o legislativa) ─que en democracia todo es debatible, nada debe ser tabú─. ¿Por qué deben ser de cuatro años y una sola reelección? ¿Es que siempre debemos imitar a los “Usanos”?
Ricardo Moura.
P.D. No perderse este otro artículo de Mariana Carbajal en Página
P.D. Al cierre de este artículo, juraban ministros y secretarios: No todos incluyeron a»Dios» en su juramento.
Tristes inspectores de braguetas (ajenas).
La iglesia y esos gobernadores dan asco. Que vayan a rezarle a su amigo imaginario y luego se peguen un tiro. Lo de salta es terrible y triste.
buen texto.
saludos.-