Cada vez que un gobierno critica a un medio, o se defiende de lo que entiende son ataques de los mismos, alguien cita la clásica metáfora de “matar al mensajero”. Según la misma, atacar a quien trae la noticia es necio e inmoral, ya que lo que debería solucionar son los hechos y la causa de los hechos, no atacar a quien los comunica.
Pero los medios no son mensajeros. No son tampoco “el chico de la moto”, que trae las noticias en sobre cerrado y se limita a entregarlas al destinatario sin saber lo que contienen.
Se parecen más bien a un cartero que sabe que tiene demasiadas cartas en la bolsa, que cada día se suman más y nunca va a terminar de entregarlas. Por eso decide qué cartas entregar y cuáles no llegarán nunca a destino. Cuáles va a entregar en mano al destinatario, insistiéndole que las lea con urgencia, y cuáles va a dejar por debajo de la puerta a la mujer que limpia después de las 20.
No lo decide aleatoriamente: abre las cartas, las selecciona y en base a su contenido elige cuáles va a entregar con prioridad, cuáles va a entregar sólo si hay tiempo y cuáles no va a entregar jamás. Decide qué cosas son mensajes para sus lectores u oyentes y cuáles no. El mensajero decide qué es un mensaje y qué no lo es.
Debería hacerlo priorizando la importancia del mensaje, pero lo que realmente prioriza no es lo que piensa el destinatario, sino lo que él mismo considera importante. Considera especialmente qué cosas quiere que el destinatario sepa y de cuáles preferiría que no se entere. El mensajero establece el orden de prioridad con que se distribuyen las noticias.
El mensajero también edita el mensaje. Elige qué párrafos incluir y cuáles no. Enfatiza en los títulos, en los copetes, repite expresiones. Pone el acento en lo que no quiere que sea pasado por alto, y da poca importancia a lo que no considera importante; o a lo que no quiere que se sepa. No sólo no entrega un sobre cerrado, sino que es el mismo cartero quien redacta el mensaje.
El mensajero elige además combinar el mensaje que lleva con otros mensajes, estableciendo asociaciones y prioridades.
El mensaje nunca es uno, único y evidente, no hay una única verdad. Cada hecho de la realidad contiene varios mensajes y tiene varios puntos de vista posibles. El mensajero rara vez expone varios, diferentes puntos de vista.
Muchas veces, el mensaje mismo es generado por el mensajero, creado por él. Entrega sus propios mensajes a quien no los pide. Muchas veces, el mensajero es el autor del mensaje.
El mensajero puede decidir qué mensaje llevar, con qué texto y con qué prioridad llegará al receptor. El mensajero es parte del mensaje.
Discutir al mensajero no es atacar al inocente cartero. Es discutir el mensaje mismo, discutir lo que el mensajero quiere que el lector sepa o crea. Y lo que el mensajero prefiere que éste ignore o ni siquiera imagine.
La discusión con los medios no es sobre lo que dicen, sino cuándo y cómo lo dicen.
Mucho más aún, es sobre lo que no dicen.
Marcelo
Buen post… me dejó a la reflección…
Creo que lo que más irríta al mensajero es que lo atáquen con su mismo argumento y con la información de archivo, donde queda demostrada la hipocrecía de éste.
leer el link de Daio sobre la pax bicentenaria.
Creo que la mejor respuesta al artículo de Daio es la de Estudiante crónica: «El periodismo no nacio para enfrentar al poder. El periodismo nacio para llegar al poder.» Agregaría: o para conservarlo. Basta leer a Moreno hablando desde el poder. O a Sarmiento y Mitre hablando desde el poder que pretendían alcanzar; y que posteriormente alcanzaron.
Marcelo
Excelente, tal cual. Muy parecido a lo que expreso en mi post «Feliz día». Pensamientos gemelos tuvimos.
Bueno, los pensamientos pueden ser gemelos, pero vos lo decís un poco mejor que yo.
Ya lo dijo Marshall McLuhan: El medio es el mensaje. Ni más, ni menos. Y acerca del poder del cartero, decía Eco al comenzar su ensayo «Para una Guerrilla Semiológica»(1):
«No hace mucho tiempo que para adueñarse del poder político en un país era suficiente controlar el ejército y la policía. Hoy, sólo en los países subdesarrollados los generales fascistas recurren todavía a los carros blindados para dar un golpe de estado. Basta que un país haya alcanzado un alto nivel de industrialización para que cambie por completo el panorama: el día siguiente a la caída de Kruschev fueron sustituidos los directores de Izvestia, de Pravda y de las cadenas de radio y televisión; ningún movimiento en el ejército. Hoy, un país pertenece a quien controla los medios de comunicación.»
(1) http://textos-ciudadanos.blogspot.com/2008/03/umberto-eco-para-una-guerrilla.html
Bueno, yo he leído muy poco de Eco, y nada de McLuhan. Así que es pura intuición. Pero intuición después de bastante más de tres años en que los medios han sido nuevamente puestos en escena. No la escena que nos muestras los medios, sino os medios mismos. No el supuesto prístino mensaje, sino al mensajero.
Marcelo
Sátamente. Ellos mismos son objeto de escrutinio, ya no sólo lo que dicen o dejan de decir. Y éso está bueno.