Podemos decir que a partir de anoche hay mayor justicia social en Argentina. Que triunfó el respeto por la dignidad humana. Que se reconocieron los derechos de una minoría postergada. Que muchos y muchas podrán ahora sentir que fueron incluíd@s y disfrutarán -como corresponde- de los mismos beneficios que vos y yo.
Me saco el sombrero ante los colectivos que lucharon para que este proyecto fuera finalmente aprobado.
Mis respetos a la estrategia llevada adelante por el oficialismo para conseguir su aprobación. Me gustó mucho esta frase que leí en lo de musidora: «El kirchnerismo es hoy un polo imantado para cualquier demanda de esencia profundamente democrática».
Un reconocimiento también a los políticos de la oposición que estuvieron a la altura de las circunstancias y votaron a favor, se abstuvieron o se ausentaron.
Un par de consideraciones nomás.
No creo que el proyecto del Matrimonio Igualitario tenga que ver con el amor. Lo digo por argumentos que escuché durante este tiempo: «Se aman, tienen que poder casarse» o «No se puede legislar contra el amor».
Me alegro si se aman. Bárbaro. Pero el amor no se mide, no se toca ni se firma una declaración jurada que certifique que uno está enamorado para casarse. No aparece en los análisis de sangre tampoco. Al momento de dar el «sí» no te dicen que tenés que alimentar el amor todos los días, como se riega una flor. No te van a obligar a que te divorcies si se acaba el amor. En lo referido a lo estrictamente legal el amor no es nada. Para los Beatles si lo era todo -y podemos discutirlo largo rato- pero ni John, Paul, George o Ringo votaron jamás en la Cámara de los Comunes.
El Matrimonio para Tod@s® es el reconocimiento de un derecho que le corresponde a cualquier hijo de vecino que se quiera casar con el hijo de otro vecino. Por la razón que fuere: herencia, hijos, amistad, que los dos son de Atlético Tucumán, etc. Estamos hablando de derechos humanos y de la dignidad de las personas. Y de la libertad que tienen para ejercer esos derechos.
Un párrafo final para los legisladores que votaron desde sus convicciones o creencias personales. Todo bien con ustedes, pero no creo que se deba legislar pensando en la Ley que le gustaría a uno sino en aquella que posibilite una sociedad más justa, igualitaria y respetuosa; una que haga que todos nos sintamos partícipes de la misma.
A casarse ahora, que en 2012 se acaba el mundo.
http://loshuevosylasideas.blogspot.com/2010/07/matrimonio-para-tods.html
Tal cual. Lo del párrafo final es exactamente lo que yo también pienso. Yo estoy de acuerdo en que pueden estar en desacuerdo: pero tienen que fundarlo en derecho, no en creencias personales. Si me presentan un argumento sostenible que me demuestre que es al menos discutible mi tésis de que prohibir casarse a los homosexuales era flagrantemente inconstitucional, yo no digo nada. Pero apelar a «mis creencias», «mi convicción personal», «lo normal», «lo natural», es flojo. ¿No será que no hay como defender lo que defendían y entonces por eso ponen un argumento contra el cual es muy dificil entablar debate alguno, no?
Y… discutir racionalmente conceptos bastante irracionales es complicado.
Muchos de los discursos de quienes se opusieron al proyecto eran más para la tribuna que para argumentar algo más o menos razonable.