2) Están los cantantes y los grandes cantores populares. Ambos reunen las mismas condiciones desde el punto de vista técnico, pero los «cantores» tienen algunos dones que les han sido amarreteados a los otros. Hay buenos cantantes, con técnica depurada y afinación justa a los que les falta ese don de comunicación que es el componente central del ADN de los «cantores».
Y no sobran, eh, para nada.
La especie humana se toma sus tiempos para alumbrarlos: Frank Sinatra fue uno de estos casos; Edith Piaf fue otro y por supuesto nuestra Mercedes, la tía Mercedes.
Los grandes cantores populares son una exquisita minoría porque reunen todas las condiciones técnicas que requiere la música pero además tienen ese plus de comunicación, de sensibilidad que les falta a otros. Esto se comprueba, sin ir más lejos, cuando se escucha a figuras como, por ejemplo, Plácido Domingo cantando boleros o tangos: Los cantan bien desde el punto de vista técnico, pero con una frialdad que congela el auditorio.
Porque otra gran condición de los grandes cantores populares es que tienen muy pero muy claro que no pueden meterse en todos los géneros. Mercedes no cantó boleros, por ejemplo, incluso cantó pocos tangos porque sabía que no era su territorio y que aunque lo hiciera bien desde el punto de vista técnico, le faltaba ese «olor a pizza» que es la condición básica para interpretar la música de Buenos Aires al decir de Astor Piazzolla.
Me gustó esta frase de Eva Row;
«Encima los más engolosinados con los símbolos no son los peronistas viejos, sino los conversos de hace dos días. Si empezás a hurgar, todos son hijos de radicales o de comunistas. Los hijos de peronistas son más cautos y menos ostentosos. He dicho.»