Luego del cimbronazo de las PASO y de la conferencia fallida el presidente Macri o quienes lo rodean tuvieron una buena lectura. Tan buena que si hubiese tenido más tiempo por delante la diferencia hubiera sido mucho más estrecha de lo que fue. Superando su fobia social aprendió del peronismo sobre lo determinante que es el encuentro con las masas, lo fundamental de movilizar a la gente y sacar a su base política a la calle. Sin ir más lejos el punto de inflexión durante su gobierno fue justamente la movilización en contra de la reforma previsional. A partir de allí todo fue cuesta abajo para Macri.
Así fue que salió a patear la calle, a visitar todos los lugares donde ganó. Polarizando y radicalizando su discurso sacó dos millones de votos más que en las PASO. Demostrando una vez más su pragmatismo audaz. Una vez asumida la derrota se dio inicio al paréntesis asfixiante de la transición. En su metamorfosis como opositor pareciera que profundizará esa táctica manteniendo activa y movilizada su base. Tanto como mensaje hacia el próximo gobierno como hacia el interior de su partido en la disputa por el liderazgo. Aunque Larreta mantenga la Ciudad de Buenos Aires, a Macri (ahora desde la periferia) lo legitima el 40% de votos que son de él. Podrá ser un mafioso inepto pero es un gran político electoralista.
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Junto a Pichetto, Carrio y Patricia Bullrich intentará configurarse como un opositor acérrimo a la venezolana. Con la gran diferencia que en Venezuela la oposición es dura y extrema hacia un gobierno que está hace 20 años en el poder. En cambio Macri sería un opositor duro y extremo con un gobierno que acaba de reemplazar al suyo que fue fatal. Eso deja muy frágil esa estrategia.
Por ahora será pura intención. A priori uno ve muy difícil ese pasaje sin escalas cuando acaba de perder las elecciones en primera vuelta por una diferencia considerable dejando un país devastado. Por más distancia que haya acortado no deja de ser un fracaso total. Es el primer presidente que presentándose a la reelección la pierde aún habiendo recibido el pleno apoyo del FMI, los EEUU y el poder económico. Solo podrá presumir el mérito exclusivo de ser el único presidente (no peronista) que duró hasta el último día del mandato.
Pero por el nivel de cinismo de Macri no sorprendería que se ubique de todos modos en ese lugar y se presente como si nunca hubiese gobernado. De hecho siempre se comportó como oposición, como un ciudadano más, sin responsabilidad alguna.
Hay que ver si no se licua el apoyo popular estando por fuera del gobierno. Macrì se va muy repudiado por los sectores populares, la clase media y un sector significativo del empresariado nacional. Pero tampoco goza de la simpatía de su propia estirpe. Hacen filas los grandes empresarios que hizo desfilar por tribunales usándolos como una simple ficha más de su rencilla política con CFK.
Habrá que ver cuánto de su caudal de votos podrá conservar desde el llano. ¿Qué grado de movilización mantendrá la gente de las marchas del “sí se puede” luego del 10 de diciembre? Las clases medias tilingas quizás comiencen a enterarse de cosas que antes no sabían o no querían saber sobre Macri y su accionar. Y si el nuevo gobierno logra aunque sea una leve mejoría rápida y generalizada para la mayoría ¿cuánto tiempo aguantará su nucleo duro cohesionado bajo una dirigencia que representa los intereses de 1% de la sociedad?
Por su forma de hacer política el alineamiento mediático es indispensable para el macrismo. Como mantienen una plena disociación con el lenguaje, porque lo que hacen es inconfesable y lo que dicen es mentira necesitan al extremo de la cobertura mediática. Las vacías palabras de pastor evangélico dependen del desconocimiento y de la desinformación generalizada que ofrecen los grandes medios. Por eso es importante cuál será su comportamiento. ¿Habrá luna de miel?
Gran parte del periodismo fue y seguirá siendo colaboracionista. A penas le concedieron impericia económica. Los grandes medios seguirán con el “periodismo de guerra” contra el peronismo porque saben que su posición privilegiada obtenida es única en el mundo. Y la seguirán defendiendo caiga quien caiga.
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Seguramente seguirán con el discurso anticorrupción. En todo gobierno se pueden colar corruptos o haber hechos de corrupción, inclusive muchísimos. Pero en el caso de este gobierno la propia matriz del Estado es corrupta. Macri es su propio Lázaro Báez. No es solo un toma y daca, una sobrefacturación o un vuelto de más. Es el Estado embebido por una entramado mafioso de negocios legales e ilegales. Son las propias decisiones políticas y económicas. Decretos, adjudicaciones de contratos y pasamanos de concesiones. En cada área puso al lobo a cuidar las gallinas. Fue una vergüenza internacional en los Panamá Papers que dejó a la vista la red de empresas fantasmas y cuentas ocultas para su plata sucia. Son muchísimas causas en contra y son muchos negociados.
El pavor por un supuesto Ministerio de la Venganza kirchnerista deja a la vista la cola de paja del macrismo, su más profundo sentimiento inconsciente de culpa. Tanto miedo por la venganza inunda de razones para ella. Pero más que abrirlo habría que cerrar el que funcionó durante el gobierno saliente. Un engranaje complejo de servicios de inteligencia nacionales e internacionales, periodistas, legisladores, fiscales, jueces y funcionarios con el único objetivo de perseguir a la oposición política. Implantó un estado de sospecha permanente para privar de la libertad a dirigentes peronistas con justificaciones lisérgicas tales como “no podían no saber”, o que la falta de pruebas es prueba de su culpabilidad.
El poder económico lo mantendrá ya que su única eficiencia fue hacer caja propia pero desde el llano, sin la lapicera y con una lista interminable de poderosos enemigos de su propia calaña. Pareciera que la Justicia Federal comienza a posar su mirada sobre él y su trup. ¿Se le vendrá en contra su propio dispositivo?
Pero más que ello sea una razón para dejar la política e irse del país podría ser lo que defina su inclinación a quedarse movilizando y radicalizando a su base electoral como escudo contra la embestida judicial.
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Pareciera que durante 2015 vivenciamos una especie de ensoñación colectiva que, así fuere por unos escasísimos puntos porcentuales, habilitó a Macri y su banda para que vengan a hacer negocios hasta que reviente todo como si no hubiese un mañana.
Macri deja una deuda externa que no tiene antecedentes mundiales contemporáneos y la generó sin otro efecto buscado que permitir una fuga de divisas también inédita. Se fumó el préstamo más grande en la historia del FMI. Lo hizo a cambio de nada que haya redundado en un solo beneficio, ni el más mínimo, a favor de nadie que no fuere su pandilla.
El intento del macrismo fue imponer un sistema neo-colonialista no solo basado en la valorización financiera donde capitales foráneos maximicen su dinero a costa del sobreendeudamiento y el saqueo del país sino también en la explotación/extracción extranjera de los recursos naturales que sólo favorezca a nivel nacional a la oligarquía diversificada. El agua en la triple frontera, el litio en el Norte, el petróleo en el Sur y las tierras fértiles en el Centro.
Sistema que si aún no fue implementado del todo fue por la existencia del peronismo. Podrá ser lo que sea pero es el único motivo que impide que la Argentina todavía no se haya convertido en un país completamente dependiente de los EEUU, al estilo de los ya estallados Chile y Colombia, gobernado por un bipartidismo mentiroso que jamás cuestione el status quo del poder imperante. Cuya base de funcionamiento sea dejar afuera al 70% de la población.
Pero Macri fue tan cínico en la praxis de su rol que no solo lo fue en contra la sociedad a la que gobernó sino también en contra de la supra-estructura que lo colocó allí en primera instancia. Porque fue tan brutal, burdo y experimental su accionar que a pesar de todo el mega-apoyo recibido no pudo garantizar su continuidad. Sino que generó todo lo contrario: las condiciones para un nuevo advenimiento nacional y popular.
Este nuevo advenimiento “de todos” va a heredar una encerrona trágica completamente condicionante. Totalmente asediados por una región explotada que marca a fuego y sangre el fracaso de la estrategia norteamericana para recuperar el control de la región y su contraofensiva aún más violenta y vil.
Asumirá subsumido en una vulnerabilidad impresionante que lo ubica sin chances de equivocarse. Si pretende perdurar en el tiempo deberá tomar decisiones rápidas y audaces. Así como Macri aprendió que necesita de cierto populismo el nuevo gobierno deberá aprender de su forma pragmática de gobernar. No deberá cometer los errores del pasado y esta vez al tomar el gobierno deberá también tomar el poder.