En torno a la Fraternidad Laica
Creo que la discusión que se está dando en torno al “miedo” en estos días me lleva a escribir este post y a sentirme identificado con mucho de lo que se está diciendo por allí.
¿Existe algo tal como “lo social”? Si existe, ¿cómo se los circunscribiría a un espacio, a un tiempo, a una cultura? ¿Cual sería su dominio?
Para los cosntructivistas radicales, por ejemplo, solo existe lo distinguido del entorno, por lo que para tener una identidad (social), en ese dominio se deberían distinguir algunas conductas básicas tales que la haga reconocible como “entidad distinguida”. Desde esta óptica, lo medular sería analizar si realmente se “construye” algo a partir de interacciones sociales simples y si esto es así, cómo logra lo “construido” distinguirse del entorno y luego qué tendría que hacer para hacerse sostenible en el tiempo.
Nada de lo que digo hoy es nuevo, discusiones parecidas a esta hemos tenido muchas veces por acá, pero lo que quiero proponer hoy es una nueva mirada sobre lo social basada en La Fraternidad Laica como la bautizó Juan Urrutia Elejalde en este post.
¿Que sería una fraternidad laica? Para tratar de explicarlo voy a echar mano de la concepción de amigo-enemigo de Carl Schmitt desde donde parte la politóloga belga Chantal Mouffé en "En torno a lo político” para contradecirlo contradecir al propio Schmitt. Dice Carlos Ruiz Schneider
“A partir de la obra de Schmitt, pero contra Schmitt, Chantal Mouffe esboza una concepción agonística y no antagónica de la política, que logre mantener la relación adversarial sin que ésta se transforme en una relación amigo-enemigo radical como en el autor alemán.”
«es imprescindible un minimo de informacion compartida»…para supera el enfrentamiento amigo-enemigo.Amigo Boyle,explayese sobre sobre ese punto,por ser de gran utilidad.Y bienvenido su retorno al blog.
Piénselo así Isabel. Ante una misma situación de demanda, pogamos alimento, mucho hambre, la respuesta para la satisfacción esa demanda cambia radicalmente en base al nivel de información que tenemos del «ellos». Me explico.
El desconocimento absoluto del ellos podría a prima facie a anular al otor como otro. Mi demanda está total y absolutamente desprovista de contención. Es urgente e inocente y su satisfacción, en este caso, es automática mas allá de quién sea el otro. Por lo que mi acción, al no tener una consideración ni siquiera vaga del otro, termina por anularlo y excluirlo (ojo esta exclusión no es la misma que la moral que plantea Mouffé, es el sálvese quien pueda de la cubierta del Titanic)
Si en cambio si tenemos algo de conocimiento del otro, por ejemplo podemos saber que el otro es un «hijo de una mala madre», o un buen tipo, o lo que sea. Ese dato, y solo ese dato, hace la diferencia con el caso anterior. Un acto reflexivo deviene al hecho informativo de saber quién es el que tenemos enfrente, en consecuencia tanto el miedo o la culpa pueden modificar la acción subsiguiente.
Si estamos absolutamente a ciegas a lo único que le vamos a dar importancia es a nuestra demanda lisa y llana.
Esto es para explicarlo un poco fuera de la teoría de juegos que plantea el economista Urrutia Elejalde
Si en cambio tenemos
de acuerdo.Si no sabemos nada del otro ni siquiera aparece como projimo,cercano,parecido.Resulta imposible la socializacion tampoco.Ahora bien,una cosa es la empatia y otra el juicio de valor que de sobre el otro.Y como lo que nos preocupa es la politica,sigo sin tener totalmente claro como se aplica esto a las antinomias amigo-enemigo o amigo-adversario.
sumando ideas a partir de la relectura de su exposicion inicial advierto que la»buena intencion»de lograr un» universo simbolico comun»que a la vez signifique»la puesta en escena del conflicto»a fin de resolverlo»virtualmente»y no por la violencia me parece desembocar en un terreno literario y tal vez disolver lo politico en lo linguistico.
Utilizar la obra de Carl Schmitt, contra el propio Schmitt. Una aventura con sus riesgos puesto que cuando uno es encandilado por este autor, cosa que le ha ocurrido tanto a la izquierda como a la derecha, puede ser dirigido hacia una concepción para nada democrática de la política – Una rápida recorrida de la obra de Jorge Eugenio Dotti: “Carl Schmitt en la Argentina”, nos ilustrará sobre ello.-
Así como el pensador alemán habla de amigos/enemigos, en la concepción de Chantal Mouffe el enemigo será considerado como adversario, pero: ¿No correrá en definitiva la misma suerte que el enemigo?, ¿no llegará a ser excluido definitivamente del campo de la política?
Chantal Mouffe considera que concebir el objetivo de la política democrática en términos de consenso y reconciliación no sólo es conceptualmente erróneo, sino que también implica riesgos políticos. Un mundo donde se haya superado la discriminación nosotros/ellos se basa en premisas equivocadas, por ello la tarea de los teóricos y políticos democráticos consiste en promover la creación de una esfera pública de lucha agonista donde puedan confrontarse diferentes proyectos políticos hegemónicos.- Lo político para ella es entonces un espacio de poder, conflicto y antagonismo, donde el enfrentamiento nosotros/ellos permanece, pero no como enemigos, sino como adversarios.
Como esa confrontación tiene por objetivo lograr una profunda transformación de las relaciones de poder existente y el establecimiento de una nueva hegemonía, que requiere que el adversario sea derrotado, y aunque Mouffe expresa que eso no es incompatible -¿pero puede serlo?- con el mantenimiento de las instituciones de la denominada “democracia formal”, siempre se corre el riego que el nuevo proyecto hegemónico intente ser permanente y obstruya toda posibilidad de que en el futuro existan proyectos políticos alternativos.-
Cuando se persigue la construcción de una sociedad homogénea, que se identifica con el poder y teniendo en cuenta como lo ha destacado Claude Lefort, que la democracia ha instituido el poder como un espacio vacío, donde nunca puede afirmarse una concepción definitiva y sustantiva del bien común, pues los principios de libertad y de igualdad siempre pueden ser reformulados y siempre es posible desafiar una hegemonía dada, y ese espacio vacío, inocupable, un lugar simbólico, es ocupado en forma definitiva por quien temporalmente ha llegado al gobierno, se pasa a constituir un sistema totalitario.-
Corramos el riesgo de estudiar a Schmitt, pero tomemos algunas precauciones.-
Saludos.-
Mas alla de Lefoort,me parece erroneo hablar de un espacio vacio.El poder debe ser renovable y si avanzamos en democracia real debe darse una circulacion y renovacion de elites,lo que no implica un ente hueco,pues cada uno tendra su lenguaje e ideologia.Llegar al totalitarismo es el peligro de un gobierno que por defender a las mayorias establezca restricciones(lo cual para muchos es inevitable).En Argentina lo curioso es que,con las variantes que presenta el peronismo en el curso de la historia,se mantiene la heterogeneidad social manejada por un mismo partido politico que es y no es el mismo.
Isabel:
Lo que Lefort quiere decir cuando refiere al lugar del poder como «un lugar vacío», es que es un espacio potencialmente de todos, que ninguna persona, grupo o camarilla puede legítimamente ocupar y personificar. Por eso en democracia quienes ejercen la autoridad política, o mejor dicho la soberanía,son simples gobernantes y no pueden apropiarse del poder. Dicho ejercicio debe ser sometido al procedimiento de una renovación periódica que implica una competencia regulada entre hombres, grupos y partidos, que garantiza que nadie pueda caer en la tentación de encarnar el poder. El lugar del poder sólo puede ser ocupado provisionalmente por los representantes de turno de la sociedad, nadie tomará posesión de él ni lo ocupará permanentemente.- Por eso, lo de lugar vacío lo es en forma simbólica.-
En su concepción se le da entonces mucha importancia a las minorías, puesto que sin reconocer los derechos de la minoría, la democracia se puede convertir en una ilusión, pues la mayoría puede decidir en cualquier momento ponerle fin.-
Saludos.-