Murió Arturo Peña Lillo

Informamos y homenajeamos desde acá.

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Ediciones Continente informa con pensar que en la madrugada de hoy viernes 20 de mayo de 2009 falleció Arturo Peña Lillo

Había nacido el 30 de agosto de 1917 en Valparaíso, Chile, pero a los 2 años se mudó con su familia a la Argentina. Desde la década del 50 del siglo XX, Arturo Peña Lillo puso al servicio de los pensadores nacionales una plataforma de lanzamiento que con los años conformaría la ideología que hoy llamamos “pensamiento nacional”.

Durante toda su vida se dedicó, al frente de la editorial que lleva su apellido, a publicar textos que juzgaba esenciales para comprender la historia argentina. Fue mentor del campo intelectual argentino de la segunda mitad del siglo XX. Arturo Jauretche, Raúl Scalabrini Ortiz, Rodolfo Puiggrós, José María Rosa, Ernesto Palacio, Norberto Galasso, J. J. Hernández Arregui y Jorge Abelardo Ramos fueron algunos de los autores que encontraron en Arturo Peña Lillo el interés por difundir sus pensamientos que ningún otro
editor profesaba.

Peña Lillo por Peña Lillo: “Nunca fui afiliado a ningún partido y, sin embargo, siempre me sentí militante. Expresaba mi militancia a través de la editorial, cuyo objetivo fue el de sistematizar el pensamiento nacional y popular disperso. Fue sencillamente lo que hice, y lo hice con mucho fervor. Muy poco sé de administración de empresas… mi único objetivo era sacar todos los días un libro, costara lo que costara. No me importaba. Felizmente, estuve recogiendo durante los últimos 20 años las expresiones que ustedes
–el obrero y muchos más– me brindan. Es el reconocimiento que me justifica seguir viviendo”. (Página 12, Entrevista con Cristian Vitale, 9 de diciembre de 2005).

Comenzó a editar junto a Del Giúdice en 1947, .Sus primeros textos fueron Instrucciones del Estanciero de José Hernández, textos de Atahualpa Yupanqui, y El idioma de los argentinos, por el cual Jorge Luis Borges cobró su primer dinero por derechos de autor.

Peña Lillo estuvo al frente de su propia editorial entre 1954 –cuando debutó con La historia de Argentina de Ernesto Palacio– y 1982. Editó unos 400 títulos y fue difusor insoslayable del pensamiento de una generación que intentó enfrentar a las fuerzas opresoras y reflejar una realidad nacional cada vez más influida por “lo extranjero”. Al mismo tiempo dio origen a algunas revistas que fueron tribuna y espacio libre para periodistas y políticos, como Cuestionario y Quehacer Nacional.

Su ingreso al mundo editorial

“Un día, en 1939, me vestí con carteles llenos de pensamientos. Aproveché, porque era una época de  escritores muy petardistas, que gustaban de la frase “la historia se escribe con sangre” de
Nietzsche. Me puse un sobretodo, salí a la calle y me lo saqué frente al diario Crítica para llamar la atención. Al otro día, sacaron un montón de crónicas sobre mi actitud y conseguí un trabajo en los talleres de la revista Radiolandia. Fui delegado gremial y tenía participación activa en las huelgas, hasta que un
día el dueño me llamó y me dijo “si el sueldo no le alcanza deje de ir al cine o apriétese el cinturón” y me rajó. En esa época no existía una organización en la que el delegado fuera intocable. Al primero que echaron fue a mí

El segundo trabajo de Peña Lillo en su mundo fue una editorial francesa (Hachette) en la que también trabajaba Rodolfo Walsh. Permaneció en ella siete años y vio pasar, desde ahí, la revolución de junio de 1943, el 17 de octubre del 1945 y el ingreso de las masas obreras a la arena política argentina. Pero
él estaba del lado de la Unión Democrática. “Viví el 17 de octubre ajeno al movimiento de masas que se estaba gestando. Yo era empleado de la editorial y estaba comunicado con una organización
de editoriales de izquierda. Fue una desgracia la actitud del Partido Comunista, porque no nos orientaba, no nos decía la expresión popular que tenía el peronismo. Ellos decían que era la barbarie que había salido a la calle. El partido estaba completamente despistado ideológicamente”.

Link a una de sus últimas entrevistas que concedió a la revista Noticias:
http://www.revista-noticias.com.ar/comun/nota.php?art=768&ed=1608

Hasta este tiempo,  Peña Lillo estaba coeditando con Ediciones Continente. Para más información pueden ingresar al link:
http://www.edicontinente.com.ar/Coleccion_Pena_Lillo.htm

Acerca de Nicolás Tereschuk (Escriba)

"Escriba" es Nicolás Tereschuk. Politólogo (UBA), Maestría en Sociologìa Económica (IDAES-UNSAM). Me interesa la política y la forma en que la política moldea lo económico (¿o era al revés?).

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16 comentarios en «Murió Arturo Peña Lillo»

  1. Lamentable. Un grupo de amigos estuvieron intentando en 2008 que le den un honoris causa en una universidad bonaerense y no les dieron pelota. Temíamos no llegar a tiempo y eso ocurrió… Con un par de años menos, seguramente lo tendríamos a Peña impulsando a los blogs.

  2. Peña Lillo abrió la posibilidad de difusión, a través de su editorial, de autores y tématicas que de otro modo no hubieran sido recepcionadas por el público. Vale el recuerdo, porque siempre fue subvalorado.

    Buen post.

  3. Comparto el homenaje. Conocí gente que tenía el proyecto de filmar un corto dedicado a él con reportaje incluido, ojalá que lo hayan podido hacer.

  4. Escriba
    A partir del 76 tenia un local de exposiciones y venta en Congreso, si no me equivoco en la calle H Yrigoyen.
    A un par de cuadras de la Casa Radical y la Biblioteca del Congreso.
    Todo lo que no se podía exponer en los kioscos o librerías estaba ahí.
    El pícaro ponía en la puntera la Revista Cabildo y revistas financiadas por los militares, pero si te ibas para el fondo te encontrabas desde la “Línea” de Pepe Rosa a libros de la editorial Norma.
    Un abrazo

  5. Y muchísimos argentinos, entre los que me cuento,leyeron a los escribas de la historia NO oficial gracias a Peña Lillo. Ese hombre aportó lo que la escuela y especialmente la universidad pública trata de ocultar desde siempre, EL ESPACIO NACIONAL POPULAR, entre parvas de literatura liberal y/o marxista. Se fue un verdadero grande.

  6. Digamos que se fue el editor del antisemita Ernesto Palacio, de la cortesana roja de Apold que terminó como embajador de Menem (previa chupada de medias a Onganía, Isabel y Galtieri), de Jauretche en su etapa de fracasado resentido, del reaccionario del Pepe Rosa, del inútil Hernández Arregui.

    Murió el editor del nacionalismo, el que editó lo poco de bueno y lo mucho de malo de esa corriente. Vayan mis respetos a un muerto. Punto.

    1. Sus mejores libros no son los de los popes del nacionalismo. Los «ni yanquis ni marxistas» como suscribiría el Mono Gatica.

      Sus mejores libros siempre fueron textos de divugalción y traducciones.

      1. Julián:

        Probablemente tengas razón, pero a eso no lo menciona el homenaje, los nacionalistas se deleitan con lo peor de Peña Lillo.

  7. En Los profetas del odio queda en evidencia el derrama biliar que sufría Jauretche. Pese a que luego él moderó en escritos porteriores el profundo resentimiento, a ese libro no lo revisó, por el contrario, lo amplió con la yapa. Jauretche en su odio se comportaba igual que aquellos a quienes criticaba.

    Los nacionalistas en su anacronismo todavía repiten acríticamente textos escritos en épocas de enfrentamiento visceral. Al menos Jauretche tenía un motivo. Los nacionalistas de hoy en día no tienen excusa, ni ideas.

  8. Gracias a ustedes su familia de España nos acabamos de enterar de su fallecimiento. Hace años que intentamos ponernos en contacto con su socio en la Editorial pero sin resultado, nunca obtuvimos respuesta. Arturo era una persona excepcional que no dudó en cruzar el océano Atlántico para conocer la tierra donde nacieron sus padres y pasar unos dias con sus primas. Es una triste noticia, pero me alegra haberla sabido, ahora podré informar a mi madre, su prima, de que ya no se encuentra entre nosotros. Muchas gracias

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