Primero lo desconocimos, después nos burlamos cuando tristón lo imitaba en la campaña, más tarde nos reímos porque tachuela parecía manejar los hilos, después no lo votamos, y también lo descreímos. Después escuchamos sus palabras y nos sorprendimos, lo vimos gobernar y nos asombramos, lo vimos corajear y nos animamos…
Nos animamos a caminar con un presidente que no fuera el General, nos animamos a creer, a soñar con los pies sobre la tierra, a pelear con un horizonte cierto y a ser oficialistas una vez más. Nos animamos a volver a creer que se podía y que el peronismo resucitaba para llevarnos a la victoria una vez más.
Lo bancamos, lo quisimos, lo admiramos, lo idolatramos, lo puteamos y lo despreciamos, pero desde la primera vez nunca nos arrepentimos de habernos dejado mandonear y llevar de los pelos por él a la construcción de la argentina del nuevo siglo.
Lo defendimos como a un padre, que eso fue en la política, y nos cansamos de pedirle perdón por haber sido idiotas útiles en aquel 2003 en que no lo votamos. Nos gustaban hasta sus cachetazos, y sus destratos.
Ahora queremos llorar pero no podemos, no nos sale nada, no creemos nada, lo único real son los buitres que ya carroñan para que Cristina afloje o que se quiebre. Lo único real son los cantos de sirena de los pusilánimes que lo traicionaron, que lo abandonaron cuando la pelea era más dura, los que se acercaron al solcito trucho de los monopolios, los que ahora lo elogian como si nunca le hubieran dicho lo peor: lo acusaron de tranzar, lo acusaron de no ser verdadero, de demagogia y de simulador.
Pero él era de hierro, flexible en la política pero firme en los objetivos, nos tenía cortitos y no nos dejaba nunca un respiro. Nos enseñó como nadie, y no lo vimos flaquear ni ante la derrota…
¿¿¿¿Pero qué derrota?????
No hay derrotas para líderes como él: transformó el país y nos cambió a todos, tuvo caídas pero se levantó. Nos dejó un país distinto, un proyecto en camino y el legado de que los sueños siempre se pueden concretar.
La muerte se lo quiso llevar dos veces y no pudo. No podía dejarnos en la derrota y en los momentos más duros. Entonces la peleó contra la muerte hasta que Cristina volvió a enderezar el barco de la Patria, hasta que nos volvió a poner en el sueño de que el 2011 iba a ser nuestro, hasta que todos asumieron que iba a volver a agarrar el timón del país.
Cuando todos nos convencimos que se podía, que teníamos 20 años de proyecto nacional por delante, en ese momento lo perdimos.
Nadie lo venció, nadie podía con él, ni siquiera nuestra flaqueza cuando pensamos que todo estaba perdido, que todo se iba a la mierda una vez más.
Sólo la muerte, que lo había marcado de tan joven, y que le había advertido dos veces finalmente se lo llevó. Se dice que el General y la Capitana no aguantaron más tamaña muestra de coraje en una pelea desigual y le dieron el ok para que suba.
Que orgullo tendrán allá arriba de abrazarlo por fin, el hijo que nunca tuvieron, el heredero de su legado, el alma viva del peronismo del siglo XXI. Hijo de las Madres y las Abuelas en la tierra, de Perón y Evita en el más allá. El padre de los HIJOS y de todos los militantes por siempre.
Qué solos que estamos, cuánto dolor, pero cuántas ganas de mostrarles a todos que aprendimos su lección, que nunca más nos va a ganar la desesperanza, que siempre vamos a sequir creyendo, que hay movimiento nacional para rato, y Cristina por mucho tiempo más.
No podemos llorar, nos da verguenza que él nos vea flaquear…
¡Así hablan los militantes! Seguramente Néstor se sentiría orgulloso de Uds.