En los últimos días se ha podido leer dentro del kirchnerismo –al cual este espacio no dejará de pertenecer en función de reveses electorales o multas de tránsito– que varios interpretan como esperanzadoras ciertas declaraciones de Sergio Massa. Que anduvo alertando con que luego de 27 de octubre la presidenta CFK “insista” con la re reelección –que nunca intentó, siquiera–, o con el “avance sobre la Justicia”, que acá llamamos reforma de los tribunales y el sistema judicial.
Cuestiones semánticas al margen, pues son lo de menos, entendemos que los/as compañeros/as harían mal en concluir “si Massa dice eso es porque la cosa se puede estar dando vuelta”. Pues, no.
Que quede claro desde ahora, y para que no sigamos dando vueltas con cuestiones ya resueltas: el massismo va a repetir el 27 de octubre venidero su triunfo del 11 de agosto último, de seguro con mayores márgenes. No hay golpe en la cabeza, para tranquilidad de Joaquín Morales Solá, Luis Majul, Alfredo Leuco y Nelson Castro, que vaya a alterar eso. Punto, y pasemos a otro tema. La discusión pasa a ser, entonces, y en realidad ya está siendo, la del escenario post eleccionario y el que comienza a organizarse a partir de ello tanto como a organizar la carrera hacia la sucesión presidencial de 2015.
Para ir rápido al punto: el jefe del Frente Renovador ha iniciado la construcción de su razón de ser a partir de su asunción como diputado nacional.
Tanto él como sus laderos han instalado sus respectivas imágenes desde el hacer en el día a día de la gestión municipal, donde el impacto se nota mucho y rápido. Eso le bastó para imponerse en una disputa en la que el valor gestión adquirió un relieve de rango superlativo. Pero en adelante le toca ver cómo podrá destacarse en medio de 257 pares, la mayoría de los cuales cuentan con mayor experiencia que él en esas ligas. Porque, además, la agenda que mayormente intentarán articular legislativamente tiene cabida en la PBA y no en Nación, que es donde recalará la figura de mayor peso.
La variable institucionalista puede ser la ruta por la que aguantar arriba en el ranking durante dos años en los que las realizaciones se notarán menos.
Manuel Barge, histórico del peronismo tradicional y referencia obligada a la hora del análisis del mismo, explicó, en una entrevista con la Agencia Paco Urondo, que, mientras Martín Insaurralde retuvo el voto más duro del peronismo (los del segundo y tercer cordón del conurbano de PBA, donde la proporción, cuenta Barge, fue 65/35 a favor del FpV), Massa representó una variante encargada de “vaciar de contenido los votos que, en teoría, tendrían que haber ido para el no peronismo, los republicanos, o sea votos que fueron para Alfonsín en el ’83 y en el ’85.” Y agregó que captó a un electorado que requiere de alguien “que dé una imagen lo menos peronista posible. Que sea peronista pero que no lo parezca.”
Incluso Luciano Chiconi dijo cosas parecidas apenas anunciada la candidatura del intendente de Tigre: “Las pretensiones de la candidatura de Massa están claramente relacionadas con esa eterna búsqueda voraz que tiene el peronismo por capturar nuevos esquemas (tanto simbólicos como prácticos) de representación.”
El Frente Renovador tuvo la virtud de ofrecer una construcción más seria, porque nace desde anclajes territoriales y estatales, y con posibilidad de duración consolidada. El sistema político se había desequilibrado con peligrosidad durante 2012, cuando la seguidilla cacerolera explotó en el vacío de una representación opositora que no era tal desde que el segundo espacio en las elecciones generales de 2011 había acabado a casi 40 puntos de distancia de la triunfante Cristina Fernández.
En cualquier caso, queda claro, como hasta el hartazgo hemos venido diciendo, que no habrá lugar para continuar lo bueno y cambiar lo malo, habida cuenta que Massa ha crecido a partir de sectores fuertemente contradictores del oficialismo nacional. Sólo se trata de seguir confirmándolo. Verificando cómo el personaje en cuestión va amoldando sus acciones a los contornos del tipo de representatividad que las urnas le han dictado. Racionalidad instrumental de la más pura.
Al kirchnerismo le toca, de aquí y hasta el 27 de octubre, reducir daños, impidiendo que ingrese el Frente Renovador a su territorio representativo. Y de allí en más, iniciar la reconquista de los sectores oscilantes que lo acompañaron en 2011 y ahora se han ido con el massismo a base de, como dijera el filósofo quilmeño Aníbal Fernández, probarse como mejor garante del cuidado de los garbanzos. A tales efectos, ante todo requiere de ofrecerle al peronismo una alternativa de poder hacia 2015, frente a la incertidumbre que representará un FR crecido a través de las realizaciones a la hora de tener que reinventarse parlamentariamente. Las elucubraciones han explorado un parate debido a la convalecencia de CFK.
Sin embargo, la posibilidad de reconfigurar el gabinete en función de iniciar un bosquejo sucesorio puede que indiquen que ella está pensando en esa dirección.