Lo inconcebible, lo irremontable, lo irremediable, cuando es repentino sacude las conciencias y remueve barreras convirtiendo las certezas en dudas, y aflorando certezas encubiertas.
La muerte de Néstor Kirchner disparó en un sector importante de los argentinos la traba que mantenía contenido un cambio de parecer subterráneo que venía sucediendo desde las elecciones del 2009. Un cambio que comenzó en el instante mismo en que Néstor subió al escenario del comando de campaña junto con Scioli a reconocer la derrota ante el colonarco esa fatídica madrugada del 2009.Un cambio que fue tomando forma con los papelones opositores, la actitud carroñera de los 4 jinetes del apocalipsis y los popes monopólicos, y la gestión audaz de Cristina en estos meses, y que se fue consolidando de a poco a medida que gambeteabamos la crisis internacional mientras el sueño europeo se rompía en mil desocupaciones.Ese movimiento subterráneo no pudo ser contenido del todo por los grandes medios porque hubo un movimiento simultáneo de gestión y de instalación de debates públicos que tanto Néstor como Cristina fueron pulseando paso a paso. Un cauce que llegó a su tope máximo de acumulación contenida en los festejos del Bicentenario y que finalmente desbordó con la inmolación del jefe.El cambio de escenario drástico y connovedor permite a muchos reconocer los logros sin sentir que se traicionan. Es una excusa que permite en algunos casos mentirse a sí mismo y esconder tras la misericordia un cambio de actitud que se hace público. Una excusa para cambiar el sentido común dominante en muchos ámbitos.A pesar de lo que aparece a primera vista, es un movimiento de las clases medias, de clases medias altas pero también en gran medida de clases bajas y medias bajas que en las grandes ciudades del interior nunca fueron kirchneristas, y ahora se permiten la duda.Los infernales escuchamos a muchos de los que abandonaron al jefe por su “pejotismo” durante o tras la derrota de la 125, refunfuñar “si todos estos hubieran estado en la 125 otra hubiera sido la cosa”, y nos da risa que frunzan el ceño y lo utilicen para esconder su falta de huevos para sostener el proyecto cuando todas eran pálidas.Nos da risa porque no pueden con su izquierdismo inútil a pesar de que lo intenten, esa mezcla de testimonialismo y gorilismo bienpensante que amalgama el ladriprogresismo argentino. Ese gorilismo que los hace despegarse de la CGT de Moyano porque defienden a los trabajadores pero son “mafiosos”, o de los punteros peronistas porque son “aparato” o de las convocatorias multitudinarias porque son “llevados a la rastra por la plata que ponen”.Y ahora, tras la explosión popular por la muerte del que abandonaron y dejaron rengo en mitad de la pelea porque les falto el coraje, inauguran una nueva operación política: el gorilismo hacia los recién llegados porque “recién ahora se dan cuenta”.Los infernales en cambio nos ponemos alegres, porque el peronismo siempre está en la búsqueda de nuevas incorporaciones, de sumar cada vez más, no nos asusta la multitud ni la diversidad, porque es lo que nos hace fuertes y nos permite persistir. No creemos en dogmas ni en verdades reveladas, estuvimos siempre en el proyecto porque no podíamos hacer otra cosa, porque el peronismo es ante todo intuición de lo popular, sea medio, bajo, medio alto, o excluido.Nos ponemos alegres porque nos era durísimo sobrellevear la no mayoría, tratábamos de hacerlo con dignidad porque nos curtimos en los tiempos neoliberales en que éramos franca minoría, pero no nos sentimos cómodos en ese terreno.Al fin y al cabo un proyecto nacional es verdadero sólo si es de mayorías, y a nadie se le piden antecedentes para entrar sino que se le pide compromiso y voluntad de aportar mientras esté. Es tarea nuestra seguir siendo siempre mayoría, construir los cauces para contener a todos, seguir siendo el motor del cambio, mas allá de las intenciones de cada uno, fijándonos en las acciones y no en las razones que las mueven.El debate de “por qué lo hacen, cuáles son las intenciones” siempre fue la excusa del ladriprogresismo para negar las transformaciones de los líderes populares, y ahora ante el nuevo flujo popular invierten la fórmula para apuntar las dudas hacia los miles que se asoman al movimiento nacional. “Son los mismos que votaron a nemem dos veces diciendo yo no fui, ahora apoyan a los k” dicen para alivar su conciencia y su desazón porque ahora los abandonan a ellos en el afuera opositor. No nos importa porqué, sino que vengan, ya habrá tiempo de consolidar los apotegmas para unificar una visión común. Lo importante es que acepten la conducción de la jefa a gusto o a regañadientes, pero que la acepten.Está en camino la operación gorila de despreciar al recién llegado, de señalarlo y estigmatizarlo, desde el afuera la motorizan los testimoniales que se desbarrancaron en la pelea, y desde adentro los obsecuentes e incapaces que prefieren ser minoría para resaltar ellos, y porque son timoratos a los que alegra la falta de fuerza que limita profundizar los avances.Gracias Néstor por tu último aporte, volvemos a ser mayorías clara y contundente, todo es más fácil ahora, aunque la pelea adentro vaya a ser feroz siempre va a ser adentro. No se discute más el proyecto, ahora se discutirá la profundidad, el debate eterno del movimiento nacional.Después de la derrota tan dura, de la casi soledad, de la burla y la persecución cruel. Porque te bancaste todo y seguiste vos y ella porfiados, poroteando los sueños y los proyectos de a uno pero sin pausa. Porque supiste estar solo, ahora sos millones.Volvemos a ser nosotros, perdidos en las mayorías, testigos del nacimiento del mito, soñando la argentina grande, y admirando la realidad efectiva que supimos conseguir.Total, ya va a haber tiempo para pensar en el quilombo que se viene puertas adentro…
“El más difícil arte del demócrata es saber quedar solo, cosa en la que fue maestro Hipólito Yrigoyen. Sólo al pie de la bandera abandonada, en la certidumbre de que un día, alrededor de ella, se reunirán las multitudes. Porque si el conductor no sabe estar solo, es que no cree en la bandera; no puede infundir la fe que le falta.” -Arturo Jauretche-
Lo inconcebible, lo irremontable, lo irremediable, cuando es repentino sacude las conciencias y remueve barreras convirtiendo las certezas en dudas, y aflorando certezas encubiertas.
La muerte de Néstor Kirchner disparó en un sector importante de los argentinos la traba que mantenía contenido un cambio de parecer subterráneo que venía sucediendo desde las elecciones del 2009. Un cambio que comenzó en el instante mismo en que Néstor subió al escenario del comando de campaña junto con Scioli a reconocer la derrota ante el colonarco esa fatídica madrugada del 2009.
Un cambio que fue tomando forma con los papelones opositores, la actitud carroñera de los 4 jinetes del apocalipsis y los popes monopólicos, y la gestión audaz de Cristina en estos meses, y que se fue consolidando de a poco a medida que gambeteabamos la crisis internacional mientras el sueño europeo se rompía en mil desocupaciones.
Ese movimiento subterráneo no pudo ser contenido del todo por los grandes medios porque hubo un movimiento simultáneo de gestión y de instalación de debates públicos que tanto Néstor como Cristina fueron pulseando paso a paso. Un cauce que llegó a su tope máximo de acumulación contenida en los festejos del Bicentenario y que finalmente desbordó con la inmolación del jefe.
El cambio de escenario drástico y connovedor permite a muchos reconocer los logros sin sentir que se traicionan. Es una excusa que permite en algunos casos mentirse a sí mismo y esconder tras la misericordia un cambio de actitud que se hace público. Una excusa para cambiar el sentido común dominante en muchos ámbitos.
A pesar de lo que aparece a primera vista, es un movimiento de las clases medias, de clases medias altas pero también en gran medida de clases bajas y medias bajas que en las grandes ciudades del interior nunca fueron kirchneristas, y ahora se permiten la duda.
Los infernales escuchamos a muchos de los que abandonaron al jefe por su “pejotismo” durante o tras la derrota de la 125, refunfuñar “si todos estos hubieran estado en la 125 otra hubiera sido la cosa”, y nos da risa que frunzan el ceño y lo utilicen para esconder su falta de huevos para sostener el proyecto cuando todas eran pálidas.
Nos da risa porque no pueden con su izquierdismo inútil a pesar de que lo intenten, esa mezcla de testimonialismo y gorilismo bienpensante que amalgama el ladriprogresismo argentino. Ese gorilismo que los hace despegarse de la CGT de Moyano porque defienden a los trabajadores pero son “mafiosos”, o de los punteros peronistas porque son “aparato” o de las convocatorias multitudinarias porque son “llevados a la rastra por la plata que ponen”.
Y ahora, tras la explosión popular por la muerte del que abandonaron y dejaron rengo en mitad de la pelea porque les falto el coraje, inauguran una nueva operación política: el gorilismo hacia los recién llegados porque “recién ahora se dan cuenta”.
Los infernales en cambio nos ponemos alegres, porque el peronismo siempre está en la búsqueda de nuevas incorporaciones, de sumar cada vez más, no nos asusta la multitud ni la diversidad, porque es lo que nos hace fuertes y nos permite persistir. No creemos en dogmas ni en verdades reveladas, estuvimos siempre en el proyecto porque no podíamos hacer otra cosa, porque el peronismo es ante todo intuición de lo popular, sea medio, bajo, medio alto, o excluido.
Nos ponemos alegres porque nos era durísimo sobrellevear la no mayoría, tratábamos de hacerlo con dignidad porque nos curtimos en los tiempos neoliberales en que éramos franca minoría, pero no nos sentimos cómodos en ese terreno.
Al fin y al cabo un proyecto nacional es verdadero sólo si es de mayorías, y a nadie se le piden antecedentes para entrar sino que se le pide compromiso y voluntad de aportar mientras esté. Es tarea nuestra seguir siendo siempre mayoría, construir los cauces para contener a todos, seguir siendo el motor del cambio, mas allá de las intenciones de cada uno, fijándonos en las acciones y no en las razones que las mueven.
El debate de “por qué lo hacen, cuáles son las intenciones” siempre fue la excusa del ladriprogresismo para negar las transformaciones de los líderes populares, y ahora ante el nuevo flujo popular invierten la fórmula para apuntar las dudas hacia los miles que se asoman al movimiento nacional. “Son los mismos que votaron a nemem dos veces diciendo yo no fui, ahora apoyan a los k” dicen para alivar su conciencia y su desazón porque ahora los abandonan a ellos en el afuera opositor. No nos importa porqué, sino que vengan, ya habrá tiempo de consolidar los apotegmas para unificar una visión común. Lo importante es que acepten la conducción de la jefa a gusto o a regañadientes, pero que la acepten.
Está en camino la operación gorila de despreciar al recién llegado, de señalarlo y estigmatizarlo, desde el afuera la motorizan los testimoniales que se desbarrancaron en la pelea, y desde adentro los obsecuentes e incapaces que prefieren ser minoría para resaltar ellos, y porque son timoratos a los que alegra la falta de fuerza que limita profundizar los avances.
Gracias Néstor por tu último aporte, volvemos a ser mayorías clara y contundente, todo es más fácil ahora, aunque la pelea adentro vaya a ser feroz siempre va a ser adentro. No se discute más el proyecto, ahora se discutirá la profundidad, el debate eterno del movimiento nacional.
Después de la derrota tan dura, de la casi soledad, de la burla y la persecución cruel. Porque te bancaste todo y seguiste vos y ella porfiados, poroteando los sueños y los proyectos de a uno pero sin pausa. Porque supiste estar solo, ahora sos millones.
Volvemos a ser nosotros, perdidos en las mayorías, testigos del nacimiento del mito, soñando la argentina grande, y admirando la realidad efectiva que supimos conseguir.
Total, ya va a haber tiempo para pensar en el quilombo que se viene puertas adentro…
Había necesidad de escribirlo dos veces para que fuera legible? gorilismo bienpensante / ladriprogresismo argentino?? Por lo menos se bajó un cambio con la estigmatizada clase media.
Igual percibo un fuerte mensaje hacía adentro.
De acuerdo en todo pero dos cosas . No podés llamar gorila al que desde adentro se queja de los que recién se dan cuenta. Se equivocan per no son gorilas. De lo contrario estarías cometiendo el mismo error. Segundo celebro tu optimismo pero no me parece que ahora la batalla sea sólo adentro , Los buitres están activos siempre medio tontos por lo que se hunden solos pero tiene por detrás el buitre mayor ahora son dos que nunca duerme y maneja muy bien los hilos de los mendicantes títeres.