La opinión de los «propios» choca contra la realidad mientras la de los «extraños» es cada vez más unánime. Nos referimos a los medios o economistas habitualmente refractarios a las políticas politico-económicas de Argentina en esta última década.
Siguiendo con la nota anterior, repasemos hoy cómo se sigue agrandando la brecha entre la visión (más bien, diría posición) de los medios hegemónicos y muchos de los políticos opositores con respecto al debate entre Argentina y los fondos buitre bajo la justicia norteamericana, aunque ya podemos decir a la controversia entre los fondos buitre más el juez Griesa con la realidad económica-financiera del mundo. La distancia entre la opinión de los más representativos medios y expertos de la economía internacional y la de los medios argentinos y famosos economistas (cuyos habituales pronósticos nunca se cumplen) es tan grande como los intereses que estos últimos representan.
Vayamos, ya, a los últimos ejemplos, empezando por lo que se dice en la prensa extranjera:
El premio Nobel de Economía volvió a defender a la Argentina.
«¿Default argentino? Griesafault es mucho más apropiado», se titula la columna que escribió el economista Joseph Stiglitz para el diario británico The Guardian.
El premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz, y el economista argentino e investigador en la Universidad de Columbia, Martín Guzman, coincidieron este jueves en afirmar que los tribunales de Estados Unidos «han sido una farsa» y que está «claro» que el juez Thomas Griesa «nunca comprendió la complejidad del tema».
Esta es la primera vez en la historia en que un país que puede y tiene intenciones de pagar a sus acreedores, es impedido a hacerlo por un juez– Thomas Griesa –.
El 30 de julio los acreedores de la Argentina no recibieron el pago semestral de los bonos que fueron reestructurados en 2001, luego del último default del país.
Unos días antes, la Argentina había depositado US$539 millones (£320 millones) en el Bank of New York Mellon, pero el banco no pudo transferir los fondos a los acreedores: el juez federal Thomas Griesa ordenó que la Argentina no puede pagarle a los acreedores que aceptaron la reestructuración, hasta que haya pagado completamente – incluyendo intereses vencidos a aquellos que la habían rechazado.
Fue la primera vez en la historia, en que un país que está dispuesto y es capaz de pagarle a sus acreedores, es impedido de hacerlo por un juez. Los medios de comunicación lo denominaron ‘default’ argentino, pero el hashtag #Griesafault es mucho más adecuado.
La Argentina ha cumplido con sus obligaciones tanto con sus ciudadanos, como con los acreedores que aceptaron la reestructuración. Sin embargo, el fallo de Griesa, alienta al comportamiento usurero, amenaza el funcionamiento de los mercados financieros internacionales, y desafía a un principio básico del capitalismo moderno: los deudores insolventes necesitan un nuevo comienzo.
Los buitres no eran ni los inversores a largo plazo en la Argentina, ni los optimistas que creían que las políticas del Consenso de Washington iban a funcionar. Sino que eran simples especuladores que se abalanzaron tras el default del 2001 y compraron bonos a los inversores en pánico, hasta por una fracción de su valor nominal. Luego demandaron a la Argentina para obtener el 100% de ese valor.
Las cifras son tan altas, en parte debido a que los buitres buscan cobrar intereses vencidos, lo que, para ciertos títulos, incluye a la prima de riesgo país – la tasa de interés más alta, ofrecida cuando se emitieron, para compensar la mayor probabilidad percibida por incumplimiento.
Griesa lo consideró razonable. Sin embargo, a nivel económico, no tiene sentido. Cuando un país paga una prima de riesgo de su deuda, significa que el default es una posibilidad. Pero si un tribunal dictamina que un país siempre debe pagar la deuda, no hay riesgo de impago a ser compensado.
El reembolso en los términos de Griesa, devastaría a la economía de la Argentina. NML capital y los otros buitres comprenden sólo el 1% de los acreedores, pero recibirían un total de US$1.5 mil millones.
Otros holdouts (un 6,6% del total de acreedores) recibirían US$15 mil millones. Y, debido a que la reestructuración de la deuda estipula que todos los acreedores que aceptaron el cambio, pueden exigir los mismos términos que los holdouts, la Argentina podría estar enganchada a pagar US$140 mil millones más. (…) – todo para llenar los bolsillos de algunos multimillonarios, decididos a exprimir hasta dejar seco al país.
Más allá de esto, la existencia de los Swaps de incumplimiento crediticio, genera la posibilidad de mayores ganancias para los buitres. Los CDS aseguran contra un default, garantizando el pago de los bonos, si es que éste no se hace. Pueden producir beneficios sustanciales, independientemente si los bonos son pagados, o no – reduciendo de esta manera, el incentivo de sus titulares, para lograr un acuerdo. En el período que antecedió al 30 de julio, los buitres llevaron a cabo una campaña de miedo.
Según ellos, un segundo default en 13 años, sería un gran revés para la Argentina, amenazando la frágil economía del país. Pero todo esto presumiendo que los mercados financieros no distinguirían entre un default y un Griesafault. Afortunadamente, lo hicieron: las tasas de interés para las diferentes categorías de préstamos a empresas argentinas, no han reaccionado frente al evento.
De hecho, los costos de endeudamiento a partir del 30 de julio, fueron más bajos, que la media para todo el año. Sin embargo, en última instancia, el Griesafault conllevará un alto precio a pagar – menor para Argentina que para la economía mundial y los países que necesitan acceso al financiamiento externo. EE.UU. sufrirá también.
Sus tribunales han sido una farsa: como señaló un observador, es claro que Griesa nunca profundizó en la complejidad del hecho. El sistema financiero de los Estados Unidos, que ya tenía práctica en la explotación de los estadounidenses de bajos recursos, ha ampliado sus esfuerzos hacia un nivel mundial. Los prestatarios soberanos no confiarán – y no deberían hacerlo – en la imparcialidad y competencia del poder judicial de los Estados Unidos. El mercado para la emisión de dichos bonos, se moverá hacia otra parte.
Nota original en el diario británico The Guardian.
Qué puede hacer Obama para solucionar el conflicto de la deuda.
En una columna publicada en el diario inglés The Guardian, el periodista Greg Palast señala que la Constitución de Estados Unidos habilita al presidente a intervenir en estos casos. Duras críticas a los fondos buitre y defensa de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner.
Palast, autor de investigaciones sobre los fondos buitre para medios como The Nation y la BBC, escribió una columna en el blog económico de The Guardian, administrado por el equipo periodístico del periódico y los más importantes economistas del mundo. Allí, criticó las dudas de Barack Obama para enfrentar al fondo de Paul Singer, al que definió como “un verdadero buitre”. Además, elogió la firmeza de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y dio ejemplos de cómo estos fondos especulativos han amenazado a la economía de Estados Unidos, Grecia y la República del Congo.
“Los buitres financieros que amenazan con devorarse a la Argentina pueden ser completamente detenidos con una simple nota de Barack Obama a las cortes de Estados Unidos. Pero el presidente, mientras oficialmente apoya a la Argentina, no hizo lo que podría salvar a Buenos Aires del default”, escribió Palast al inicio de su columna.
“Obama podría evitar que el fondo buitre del multimillonario Paul Singer cobre un solo centavo de la Argentina al invocar la largamente establecida autoridad concedida a los presidentes por la cláusula de la Constitución norteamericana sobre separación de los poderes. Bajo ese principio conocido como “comity”, Obama sólo necesita informar al juez federal de Estados Unidos Thomas Griesa que la demanda de Singer interfiere con la autoridad presidencial de manejar la política exterior. Caso rechazado. De hecho, el presidente George W. Bush invocó este poder contra el mismísimo fondo buitre que ahora amenaza a la Argentina. Bush bloqueó el embargo de las propiedades de la República del Congo en Estados Unidos, a pesar de que el fondo buitre es uno de los más amplios y poderosos contribuyentes a los candidatos del Partido Republicano”, remarcó.
“La devastante duda de Obama no es sorpresiva”, advirtió Palast. “Repite la capitulación presidencial ante Singer durante la última vez que se fueron mano a mano. Fue en 2009. Singer, a través de una brillantemente compleja maniobra financiera, tomó control de Delphi Automotive, la única proveedora de la mayoría de las autopartes que necesitan General Motors y Chrysler. Las dos automotrices ya estaban en la bancarrota. Singer y sus co-inversores demandaron a la Secretaría del Tesoro de los Estados Unidos a que les pagaran billones de dólares, incluyendo 350 millones en efectivo y de manera inmediata. De no hacerlo, el consorcio de Singer profirió la siguiente amenaza: “Vamos a cerrarlos”. Iban a dejar sin insumos a General Motors. Literalmente”.
¿Cómo terminó el conflicto? “General Motors y Chrysler, con insumos para unos pocos días, habrían cerrado de manera permanente y habrían sido forzadas a la liquidación. El negociador de Obama, el vice del Tesoro Steven Rattner, consideró que la demanda de los fondos buitre era una “extorsión”, una caracterización repetida la semana pasada por la presidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner. Pero, mientras Fernández declaró: “Como presidente, no puedo someter al país a semejante extorsión”, Obama se sometió en cuestión de días. Al final, el Departamento del Tesoro pagó tranquilamente al consorcio de Singer unos 12,9 billones de dólares en efectivos y subsidios para un fondo de la industria automotriz administrados por esa dependencia pública”.
“Singer respondió a la amabilidad de Obama con el rápido cierre de 25 de las 29 autopartistas de Delphi y el traslado de 25.000 puestos de trabajado a Asia. Elliott Management, de Singer, depositó 1,29 billón de dólares, de que Singer personalmente se quedó con la parte del león. En el caso de Argentina, Obama tiene sin dudas razones para actuar. El Departamento de Estado de los Estados Unidos advirtió que adoptar las teorías legales de Singer pondría en riesgo las reestructuraciones de deuda a través del mundo.
Y subrayó: “La prensa financiera se ha vuelto contra Singer. Editorialistas en el Wall Street Journal y el Financial Times están enfurecidos con la reinterpretación quijotesca que el financiero hace del endeudamiento soberano en términos de lo que un talibán interpreta un acuerdo de paz. Sin paz, sin acuerdo”.
“Seguramente, el presidente intervendría. No lo hizo. No lo ha hecho. ¿Por qué?”, se preguntó el columnista de The Guardian. “No soy psicólogo. Pero sé esto: desde su atraco a la Argentina, Singer abrió su millonaria cuenta bancaria en dólares, convirtiéndose en el donante más importante a las causas republicanas de Nueva York. Es el fundador de Restablecer Nuestro Futuro (Restore Our Future), un club de multimillonarios que canaliza las donaciones de Bill Koch y otros republicanos ricos dentro de temerarios fondos de campaña dedicados a campañas políticas sucias. Y Singer otorgó, recientemente, un millón de dólares a la Operación Kart Rove´s Crossroads, otra máquina de ataque político”.
“En otras palabras, hay un precio por enfrentar a Singer. Y, a diferencia de la presidenta de Argentina, Obama aparece poco dispuesto a pagarlo”, concluyó.
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«Una victoria buitre amenazaría al mundo».
«La pelea con los buitres debe transformarse en un asunto de política exterior, no de derecho internacional, finanzas ni justicia«, explicó ayer el periodista británico Greg Palast, elogiado por la presidenta de la Nación luego de escribir un artículo en el diario The Guardian a favor de Argentina.
Palast aseguró que «es difícil, pero debe quedar claro que las relaciones entre Argentina y Estados Unidos se van a deteriorar, y esto tal vez le dé a Obama la excusa para actuar. Hay un problema, sin embargo: el secretario de Estado John Kerry es un millonario que odia a la izquierda latinoamericana.
Asimismo, el periodista inglés afirmó que «una victoria contra Argentina amenaza con las reestructuraciones de deuda de todos los países«. En línea con su análisis, se refirió al impacto mediático de las denuncias a los buitres: «en Gran Bretaña, el Commonwealth y África, son bien conocidos los buitres y sus trucos, en parte por los informes que hicimos con mi equipo para canales de la BBC y The Guardian. Por esa razón, a Singer y a los buitres se les impidió recurrir a las cortes de Gran Bretaña y la Commonwealth desde el año 2011.»
Uno de los trabajadores de medios más críticos del accionar de los fondos especulativos, concluyó que «desafortunadamente, en los Estados Unidos las noticias están más controladas. Mi informe sobre el ataque de Singer al Departamento del Tesoro de Estados Unidos –tomó 12,9 billones de dólares en 2009– fue tapa de la revista The Nation, pero después fue removida de los medios por una serie de amenazas de Singer.» Y agregó que «en lo que respecta a la Argentina, Congo y Perú, a las audiencias estadounidenses simplemente no les interesa: son extranjeros y creen que sus destinos les son insignificantes».
La revista The New Yorker reclamó que Washington ayude en la negociación.
La presidenta Cristina Fernández de Kirchner probablemente estuvo en lo cierto al defaultear. Y es Washington, no Buenos Aires, el más capacitado para resolver como salir de este último impasse financiero”. Así se expresó la prestigiosa revista The New Yorker en un extenso artículo en el que describió la pelea entre el país y los fondos buitre por la deuda en cesación de pagos.
«Llegar a un acuerdo con Elliot solo le daría a la Argentina una probable ventaja de reducir la tasa de interés en unos pocos puntos porcentuales», agrega. «Por ello, decidir ir al default, califica como una de las pocas y sabias decisiones económicas que la presidenta Kirchner haya tomado«, dijo la revista sobre el caso argentino.
Para la publicación «el Congreso de Estados Unidos» debería aprobar «una ley que garantice la entrega del pago de la deuda soberana a sus destinatarios, incluyendo cuando los países no pueden pagar la totalidad a sus acreedores a la vez».
Repasemos ahora lo que dicen los opositores «propios» en abierta contradicción con lo anterior (y con la realidad), utilizando todos, no sorprendentemente, el mismo argumento:
Cristina y la malvinización del default.
Jorge Lanata.
La equivocación de Galtieri fue fatal: Estados Unidos apoyó a Inglaterra y dejó en segundo plano la contribución argentina en la guerra sucia en Centroamérica. La malvinización oficial del default registra otros paralelos: el apoyo declarativo de la Unasur recuerda las lastimosas giras del canciller Costa Méndez, en plena guerra de Malvinas, tratando de conseguir algo más que una palmadita en el hombro. Tuvo también, para el Gobierno, su costado positivo: Cristina subió unos pocos puntos en las encuestas a partir de la consigna “Patria o Buitres”. Habrá que ver cuántos baja cuando empiecen a sufrirse las consecuencias del default. Víctima de su propia coherencia, el Gobierno está más preocupado por las palabras que por los hechos: la presidenta expresó que habrá que inventar un nuevo término, ya que lo que sucede no es un default. Esta opinión no parece ser compartida por el resto del mundo.
El mundo, por ahora, no parece querer entender la clase de economía que le dio durante estos días un egresado del Colegio Nacional Buenos Aires que se olvidó la corbata.
Con renovado voluntarismo setentista la Presidenta anunciaba el jueves en la Casa de Gobierno que el mundo sigue andando, e insistía en el argumento oficial: no hay default, lo que sucede es que pagamos pero el juez Griesa no permite que el dinero llegue a los acreedores.
Ahora, bajo el disfraz de “la Patria”, el Gobierno pide que se lo declare infalible.
Elisa Carrió: «Los buitres están en la Argentina y gobiernan».
Los diputados nacionales Elisa Carrió , Fernando Sánchez y Pablo Javkin, de la Coalición Cívica ARI, afirmaron en una visita a Pilar que «los buitres están en la Argentina y gobiernan» y que «la estrategia suicida de la Presidenta y Kicillof es romper todas las negociaciones».
Además, la diputada criticó la medida del gobierno de demandar a los Estados Unidos en La Haya: «la demanda es para romper con los Estados Unidos y con las instituciones que están dispuestas a ayudar».
Para los diputados, «la irracionalidad, el capricho y la voluntad expresa o implícita de llevar a la ruina a la Nación están detrás de esta estrategia».
Por último, los diputados concluyeron: «los argentinos que hoy aplauden mañana van a llorar como en Malvinas».
El Gobierno no puede buscar épica en el default.
Diego R. Guelar Secretario De Relaciones Internacionales de PRO.
Tampoco es importante el desacuerdo que tengamos con ese juez. La responsabilidad es nuestra. Tenemos los recursos para cumplir con nuestras obligaciones internacionales, nos gusten o no.
No podemos aceptar otra vez la “malvinización” al servicio de los intereses de un grupo de funcionarios aterrados con el fin de su ciclo y la alucinación de rescatar consignas que ya nos hicieron mucho daño en el pasado.
No es cierto que se pueda tener un “default técnico o parcial”. El default es default y sus consecuencias persistirán por largo tiempo.
Esta vez, el mundo no nos tendrá pena, sino que nos atribuirá una irresponsabilidad que caerá sobre toda la Nación.
Que no espere el Gobierno las plazas llenas, ni las banderas flameando, ni los partidos políticos aplaudiendo el despropósito. En los últimos 38 años hemos pasado por un genocidio, una guerra perdida, una hiperinflación y un default. No hay tiempo ni espacio para un nuevo desatino.
Un país rehén de Cristina y Kicillof.
Eduardo Van Der Kooy.
Está claro que Cristina Fernández y Axel Kicillof se sienten mucho más cómodos lidiando públicamente con los fondos buitre que debiendo afrontar las andanzas de Amado Boudou, la recesión de la economía o los latigazos cotidianos de la inseguridad. Aún cuando aquella práctica suponga deslizar a la Argentina en las orillas de un abismo, la Presidenta y el ministro de Economía, con espíritu baladí, conjeturan sobre réditos políticos para el Gobierno que, a un año y medio de su despedida del poder, parece deflecarse.
La Presidente y Kicillof, en cambio, hallan suelo fértil para su relato cuando plantean un combate contra los holdouts, contra el fallo del juez Thomas Griesa, que condena a nuestro país a pagarle US$ 1.330 millones a quienes no ingresaron en los canjes de la deuda, contra el mediador Daniel Pollack, contra el capitalismo salvaje y contra los hipotéticos conspiradores de EE.UU. y de aquí que buscarían desestabilizar al Gobierno. Cristina estaría dispuesta a exprimir esa ventaja aunque la maniobra implique potenciar un conflicto inexplicable e irracional.
Está en discusión una suma irrisoria, al margen de las connotaciones jurídicas y legales, en comparación con los US$ 144 mil millones de deuda externa que fueron reestructurados.
En la opción política tomada hasta ahora por Cristina y su ministro de Economía existirían otros factores incidentes, amén del relato.
El temor y la impericia serían dos de ellos.
Ambas cuestiones, probablemente, tengan relación con el ensimismamiento presidencial. No acostumbra a escuchar a nadie sobre el pleito con los buitres –en otros tópicos tampoco–, a excepción de Kicillof. La Presidenta nunca se caracterizó en su larga trayectoria, incluso en el Congreso, por sus conocimientos económicos. Y analiza el enrevesado mundo financiero desde una perspectiva sólo ideológica. Kicillof fue un aplicado estudiante de Facultad pero tuvo un ascenso fulminante en el poder que, de repente, lo enfrentó al quid jurídico-financiero-diplomático más complejo que le tocó a la Argentina desde la crisis del 2001.
La Presidenta y su ministro se han plantado en la descalificación de Griesa, en la del mediador Pollack y en denunciar la crueldad – vaya descubrimiento– de los fondos buitre. Pero no emiten una señal de cómo continuarán con esta historia.
No hurgaron ningún plan alternativo. Ni siquiera con los bonistas. Terminaron apostando a la influencia política de Barack Obama.
Tampoco les sirvió.
Entre varias, por dos razones: hace rato que la Argentina mantiene un vínculo anómico con la Casa Blanca; la lógica de la interrelación de poderes en Estados Unidos no es similar a la que impera aquí.
Otro aspecto al cual se le habría corrido el velo sería al supuesto éxito kirchnerista sobre el desendeudamiento.
Cristina y Kicillof estarían empalagados con la presunta épica de la pelea contra los buitres. Se entusiasmarían con algunas encuestas que habrían mejorado módicamente la imagen presidencial. Se verá por cuánto tiempo. (…) En varios aspectos, esa aventura amagaría rozarse con aquella que se transformó en dictadura en la tragedia de Malvinas.
La Presidenta dijo con desprendimiento que jamás pensó en parecerse a José de San Martín. Debería cuidarse, quizá, de no quedar en la historia emparentada con Leopoldo Galtieri.
Un error no forzado.
(…) la presidenta Cristina Fernández de Kirchner cometió por razones puramente ideológicas un error no forzado que le costará caro al país: a partir del fallo del juez Thomas Griesa, hubo 30 días de negociaciones con un mediador judicial, pero los emisarios argentinos sólo se vieron cara a cara con los holdouts en los últimos dos días, pero Cristina Fernández y su preferido, el ubicuo ministro de Economía Axel Kicillof, bloquearon a último momento un acuerdo privado, quejándose de las garantías que pedían los bancos, y que apoyaba el respetado Banco Central. El problema para la quijotesca dupla de Fernández de Kirchner y Kicillof es que fuera de su feudo poco importa la semántica.
No se explica poner la ideología por delante de la realidad cuando está en juego la credibilidad del país.
A los autoritarismos les cuesta entender que la economía es epistemológicamente distinta a la política: la ideología no puede alterar realidades que no son teóricas, sino empíricas. Tanto el fascismo como el comunismo pudieron abolir el Estado de derecho, pero no así la ley de gravedad. Tarde o temprano, la manzana cae sobre la cabeza de Newton. No se envidia el trabajo de los funcionarios de Kicillof cuyo deber diario es negar la ley de la gravedad. Si las revoluciones también envejecen, la kirchnerista ya se cae madura. ¡Qué final para una “década ganada”!
Los 7 errores que cometió el Gobierno.
Federico Sturzenegger
Entrando en la semana final de una saga con los fondos buitres que lleva más de una década, quizás sea útil repasar los errores que nos han llevado a un desenlace tan dramático y mucho peor que el que Argentina hubiera logrado de manejar este tema con menos ideología y más pragmatismo.
Con tantos errores no extraña que estemos donde estamos. ¿O será que hasta allí querían llevarnos para sostener la épica?
(*) diputado nacional
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El boicot que oculta la incompetencia.
Eduardo van der Kooy
Cristina Fernández tropieza siempre con el mismo obstáculo. No repara debidamente en los problemas, no analiza tampoco la posibilidad de errores propios. Parece quedar encandilada rápido por una propensión histórica del pensamiento kirchnerista: la de anteponer las hipótesis conspirativas para explicar aquellos problemas. La regla se cumple también en el conflicto con los fondos buitre.
Cristina supone que Griesa responde sólo a los designios de los holdouts. Y que esos usureros, cuya cabeza más notable es el multimillonario Paul Singer, de Elliot Management Corporation, ejercerían además una capacidad de lobby y condicionamiento en importantes sectores del Parlamento estadounidense, en especial con los republicanos.
Pero los radares de la Presidenta no se detuvieron sólo en Griesa y en Singer. Habrían envuelto en su campo de acción también a los demócratas.
Ese convencimiento de Cristina se habría consolidado luego de un episodio que pareció tener una resonancia limitada: el paso por Buenos Aires de dos lobbystas que pretendieron activar negociaciones en nombre de los holdouts. Intentaron entrevistarse incluso con Kicillof. Y no pudieron.
La Presidenta estaría dispuesta a asumir esos riesgos si Griesa no le ofrece una protección jurídica que preserve a la Argentina de los reclamos de los bonistas que entraron en los canjes. Sólo así negociaría con los buitres. Hipotecaría la chance de alguna recuperación económica en el segundo semestre y oscurecería el horizonte de los candidatos K que pretenden sucederla. No le importaría demasiado.
Se le podría adjudicar a Cristina una dosis de audacia. También de inconsciencia: esos procesos de quiebre, como un default, se saben cómo comienzan. Se ignora, en cambio, cómo siguen y de qué modo finalizan.
Queda bien en claro la enorme distancia entre la ideologizada visión de los medios hegemónicos y políticos opositores y la realidad político-económica global. O, tal vez, deberíamos decir que no es tan ideologizada sino repleta de intereses económicos o de política interna. Este humilde Basurero se reserva el derecho de esperar algunos meses para sacar una conclusión definitiva sobre este tema en particular. Lo mismo que ha ocurrido en tantos otros temas en los que el tiempo y una revisión de lo dicho en esos medios y lo que la realidad nos mostró, tanto nos ha enseñado sobre incapacidad de análisis de la realidad, visiones erradas e intereses minoritarios. El tiempo dirá…