¿Quién mató a Teresa Rodriguez, Darío Santillán y a Maximiliano Kosteki?

La novela policial latinoamericana

Dedicado a Lucas Carrasco y a Alejandro de la Barbarie

El post se perdió, como todo lo que habitaba la otra vida bloguera de Lucas Carrasco, la que suicidó con un Enter. Para rescatarlo tuvimos que recurrir a lo que decían Lucas y Alejandro en un viejo post nuestro en donde ya nos ocupábamos del tema.

Vamos con qué planteaba Lucas

El policial inglés de intriga y acierto deductivo que deviene de Edgar Allan Poe pasando por Sherlock Holmes, inserto en un mundo burgués que se ve alterado por la presencia del mal hasta que un genial detective –quizás más sagaz que la honesta policía- aparece como contrapunto la novela negra… La novela negra, pronto, quedará también vieja, como viejos los códigos de conducta de los matones, los criminales, la moral torcida pero previsible de los bajos fondos. Se irá cruzando con el periodismo, Truman Capote, creo, llega al colmo de la narración periodística y también de la novela policial. Sí, es cierto: Walsh lo hizo primero, con Operación Masacre, pero no es lo mismo inventar en el culo del mundo que en la frente del mundo, en los ojos del mundo.

Lucas entonces advertía el agotamiento del género de la novela policial y le busca alternativas proponiendo por ejemplo una novela policial árabe.
El aporte de Alejandro en un comment de ese mismo post (el perdido para siempre) es tan importante como el propio post de Lucas. Veamos qué planteaba Alejandro:

Me meto y te digo lo que dijo Viñas, que es que Walsh invierte los términos clásicos del policial […] Porque en Walsh el criminal es el Estado y el detective es el pueblo. […] Pero esa subversión del policial es complicada. Porque Viñas, cuando dice eso que dice de Walsh, caricaturiza al policial de una manera en la que se pierde su complejidad.

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10 comentarios en «¿Quién mató a Teresa Rodriguez, Darío Santillán y a Maximiliano Kosteki?»

  1. Hay tantos aciertos entre los dos, que a veces se complica comentar.
    ¿Qué señalo primero? ¿La fineza de Lucas al colocar a Poe en la genealogía de la narración corta y el policial, cuando acá se lo ha leído, en vulgata, más por su obra de textos de terror? Uno recuerda su C. Auguste Dupin como un proto – Poirot. O, un proto Sherlock. Ese policial de primera mitad del XIX fue uno de los inicios del género del cuento corto que tanto se ha desarrollado en estas tierras.
    Lo que señala Alejandro, citando a Viñas (aunque lo corrige), también es cierto, pero con una salvedad.
    Y la salvedad es que el Walsh del 57 no es el del 69. El Walsh del 57 publica en los periódicos de Cerruti Costa, y quiere que se conozca el caso para que se juzgue a los culpables. Pero él confiesa en ese momento haber apoyado a la Libertadora en un principio…

    «Puedo, sin remordimiento, repetir que he sido partidario del estallido de septiembre de 1955. No sólo por apremiantes motivos de afecto familiar, que los había, sino porque abrigué la certeza de que acababa de derrocarse un régimen que burlaba las libertades civiles, que negaba el derecho de expresión, que fomentaba la obsecuencia por un lado y el desborde por el otro. Y no tengo corta memoria: lo que entonces pensé, equivocado o no, sigo pensándolo»
    Operación Masacre, «Provisorio epílogo» (de la primera edición, julio de 1957)

    O su retrato de su testigo reservado, «Marcelo»…
    El mmonumento a la investigación periodística que arma Walsh apunta sus cañones, inicialmente, contra un militar, Fernández Suárez. El equivalente de Fanchiotti. No contra la totalidad del Estado. Es en la impunidad de ese militar que Walsh toma conciencia del valor de su obra, en el sentido de que no se trata de un caso aislado, sino de la lógica del Estado. Por eso, cuando uno relee los epílogos del 64, del 69, etc., ya se encuentra con el Walsh desangelado, con un juicio distinto sobre la Libertadora y sobre la lucha armada respecto del escrito inicial.

    1. Agrego, para que se entienda, algunos fragmentos del texto del 57.

      «Suspicacias que preveo me obligan a declarar que no soy peronista, no lo he sido ni tengo la intención de serlo. Si lo fuese, lo diría […] Tampoco soy ya un partidario de la revolución que, como tantos, creí libertadora. Sé, sin embargo, que bajo el peronismo no hubiera podido llegar a publicar un libro como éste, ni los artículos periodísticos que lo precedieron, ni siquiera intentar la investigación de crímenes policiales que también existieron entonces. Eso salimos ganando.»

      RW: Operación Masacre, Buenos Aires, De la Flor, p. 192 y 193.

      Y en el epílogo del 64, Walsh se pregunta si el camino valió la pena, «si lo que yo perseguía no era una quimera, si la sociedad en que uno vive necesita realmente enterarse de cosas como éstas […] Releo la historia que ustedes han leído. Hay frases enteras que me molestan, pienso con fastidio que ahora la escribiría mejor.
      ¿La escribiría?»

      Ibídem, p. 222.

      1. Podríamos discutir largo este tema, si contra la totalidad del estado o contra algunos sectores del estado, o contra la lógica del estado.
        El planteo de Alejandro, al que suscribo, es que el estado es un limbo, no perverso pero que sistemáticamente se pone encontra de los interesaes del pueblo.
        Me gustaría saber si viste todo el post completo en mi blog.
        Un abrazo

      2. Sí, lo miré, aunque la primera vez me perdí en los links. Como vos decís, el tema en el «policial latinoamericano» es otro. Vos decís:

        «La complejidad está en la ruptura de los infinitos micro contratos que se violan día a día entre la sociedad civil y el estado»

        Y efectivamente es así, pero lo que hace especiales estas rupturas no es sólo que provienen en su mayoría del campo del Estado, sino la modalidad misma de la ruptura.

  2. che quien esta mas cerca del pueblo, la clase media reaccionaria del sentido comun, que mira a tinelli y putea con su hijito en las canchas de futbol o ustedes discutiendo sobre generos de literatura?

    chicana nomas.

  3. Muy bueno este post. Coincido con la reflexión final: una de las patas escenciales (quizá las importante) para la construcción de impunidad es el aparato judicial, que, si vamos hacia acontecimientos más remotos también avaló los fusilimientos y asesinatos estatales y para estatales. Y aunque no existían elementos técnicos tan avanzados como hoy pruebas había, pero tampoco, como hoy, importaba. Leon Suarez, Trelew, la Patagonia Rebelde, ni noticia de condenas, de justicias.
    Por otro lado, coincido también en que se pierde la complejidad del policial al poner en rol del criminal al estado. Máxime cuando venimos mamando (más en el cine que en la literatura) la transgresión del Estado permaneciendo en su rol de policía bueno. Digo, el Sherlock como parapolicial se repite en la tortura del juego del «policía malo» en cualquier relato o serie televisiva, paradigma representado por excelencia en «24» y Jack Bauer, que tan bien describe JP Feimann en su columna de página.
    Saludos

  4. porque tu mataste a teresa rodrigues no entiendo eso, el es una basura el que mata no tiene corazon ni vida el que ase eso no es una persona si ya temoriste que dios me perdone por lo quete voy a decir pero usted nunca devio haver nacido la que te tuvo deve estar avergonsada de ti por lo hiciste

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