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Se que la frase suena chicanera, pero relata un fenómeno que me viene rondando en la cabeza del que quiero contar algunas ideas sin pretender que se trata de un gran análisis ni demasiado serio, solo el explorar algunas explicaciones sobre este fenómeno.
A lo que me estoy refiriendo es a lo siguiente:
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Que se habla de “gorilas” porque aquellas actitudes que el término quería significar tienen una presencia pública (¿mediática?) que no habían tenido en los últimos 25 años (al menos 25 años, antes no me acuerdo). Es decir, hay “gorilismo” (como actitud, no es que no valga criticar al actual gobierno).
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Que es “vintage” porque son actitudes que se visten con frases y referencias del pasado, frases y situaciones que tuvieron relevancia y luego perdieron actualidad, pero ahora vuelven a estar de moda. “La historia se repite, una vez como tragedia y otra vez como comedia” (perdón; farsa).
Así uno escucha de alguien que no invirtió en “real state” porque teme que se vuelva a sancionar una ley de alquileres como la de Perón (cuya existencia yo ignoraba hasta que leí las memorias de Halperín Donghi hace un par de meses). Se reivindica al campo como significación de “lo nacional”, lo auténtico, porque este es “un país rural”. Porque haSe que la frase suena chicanera, pero relata un fenómeno que me viene rondando en la cabeza del que quiero contar algunas ideas sin pretender que se trata de un gran análisis ni demasiado serio, solo el explorar algunas explicaciones sobre este fenómeno.
Podremos disentir, pero me parece que hasta aquí hablo más o menos de hechos.
La pregunta es: ¿Por que? ¿Que es lo que hace emerger este fenómeno? En definitiva, ¿que quiere la clase media? Porque creo que queda claro que este un fenómeno que se da en la clase media.
Creo que ante todo hay una praxis política inédita de la clase media. Es inorgánica (aunque aparateada) y pretendidamente no política. Pero existe y es política. La clase media (como clase, ya no como miembros de un partido como podía ser en el acto de cierre de campaña de Alfonsín en el ’83) irrumpe en el espacio público con el cacerolazo del 2001. Y se repite en el 2008 a favor del campo. Y hasta le cortan Pueyrredón a Macri y le impiden que levante los empedrados.
Y en paralelo hay nuevos canales de comunicación / participación / opinión donde el anonimato permite decir cosas que antes uno no se animaba y así como “el rey está desnudo” muchos descubren que opinan lo mismo que otros pero no lo sabían porque antes lo decían en voz bajita. Es decir, surgen formas de organizarse impensadas en el pasado (cadenas por Internet y SMS) que son recursos a mano para la clase media.
Pero por otro lado la clase media no tiene un proyecto propio o que al menos la integre.. Seguramente lo tuvo con el primer radicalismo y con Alfonsín o hasta en el Frepaso.
¿Que quiere entonces la clase media? ¿Que espera de la “politica”?
Los miembros de la clase media perdieron ingresos desde el que perdió participación en el PBI en este país de la desigualdad y las grandes corporaciones, perdieron el 1 a 1 y la posibilidad de viajar afuera de vacaciones (aunque ahora se hayan recuperado parcialmente), perdieron las ilusiones desde la defraudación de los presidentes que votaron masivamente (Alfonsín y De la Rúa), perdieron sus ahorros con el corralito (aunque los hayan recuperado), perdieron la seguridad en todo, hasta para salir a la calle. Perdieron el prestigio que en el pasado tenía el ser empleado estatal. Y los medios alientan y alientan esos miedos.
¿Que quiere entonces la clase media? Nada, nada, de nada. Que no le toquen el ingreso, ni el tipo de cambio, ni los ahorros, ni las facturas de la luz, ni les corten la calle, ni les roben, ni les cambien de mano la Avenida Pueyrredón.
A lo que se suma ese miedo residual al conflicto que no es más que herencia de la dictadura (o de lo sucedido antes más lo que la dictadura hizo para “resolverlo”). El conflicto es feo, sucio y malo. Que el gobierno gobierne para todos como corresponde. Que no cambie nada. Que la última vez terminamos mal, muy mal.
Esto es el cóctel que genera el “meopongoaltodismo” del cual Lilita es una exponente explícita y el PROperonismo una censurada (gestión, gestión, gestión, que el gobierno pavimente, siempre y cuando no sea sobre los empedrados, y no mucho más).
Y hay que estar en contra de este gobierno porque intenta cambiar cosas (aunque poquitas, muy poquitas), porque es conflictivo. Pero este no es un gobierno peronista. O al menos no lo es en el sentido de realmente haber transformado socialmente la Argentina o modificado sustancialmente la distribución de la renta con el primer gobierno peronista. Y además el kirchnerismo por momentos coquetea con la clase media.
¿Entonces como me opongo a todo? Tienen desacuerdos racionales con este gobierno (yo también). Pero sobre todo este gobierno los irrita. Y esa irritación como no es racional no puede contestarse con argumentos porque no los tienen. No digo que la clase media debería votar masivamente al kirchnerismo ni que no tengan válidos reclamos o intereses que vayan en contra de las políticas de este gobierno (como diría Les Luthiers “las más sublimes y las más perversas”). Digo que estos desacuerdos son mucho menores que la irritación y que no alcanzan las razones para explicar esta irritación.
No estoy criticando a los críticos de esta gestión, pretendo reivindicarlos. Estoy criticando la irritación que se disfraza de crítica (permitanme una chicanita más: Lanata, acá tenés un nuevo brand name para tu diario “Irritación de la Argentina”).
Entonces que mejor que recurrir a los ropajes del pasado. Y acusar a este gobierno de la ley de alquileres de Perón, y del caos montonero y de todo aquello que pueda caber en la bolsa. Y usar un lenguaje y expresiones que son anacrónicas, aunque estén de moda. Y entonces son gorilas porque la oposición al gobierno es antes visceral que racional y vintage porque utilizan referencias anacrónicas.
Y si, esos anteojos negros “sixties” te quedan divinos, pero pasaste los 40 y los 50 y tenés presbicia y en una de esas por no ver bien te golpeás contra un poste o ponés mal la coma en un cheque y te quedás sin fondos.
No entiendo por qué decís que la oposición utiliza un lenguaje vintage y anacrónico. Precisamente fue este gobierno quien trajo a este tiempo una sería de términos y modos de análisis de la sociedad que datan de algunas décadas atrás. Todo aquello de oligarcas, gorilas, golpistas, y no recuerdo cuántas otras más, fueron parte del discurso anacrónico de este gobierno. De hecho no fueron solo las palabras anacrónicas, sino que las acciones también. Ver a funcionarios del gobierno dándole al bombo en plaza de mayo, fue algo visceral, tenía realmente poco de racional.
La clase media reaccionó a eso. No reaccionó a favor del campo por las retenciones. A la gente le chupa un huevo lo que pase por ese excedente, en definitiva si no iban a los bolsillos de algún bien acomodado hombre de campo, iría a parar a las arcas de algún varón del conurbano, sobre todo después de toda la movida que ocasionó la 125. Tantos micros despachados desde tantos lugares debías ser recompensado de una forma u otra.
Respecto a la falta de racionalidad en la crítica de esa clase media, no estoy seguro que sea tal. Por supuesto que en alguna medida es así (mi vieja es un caso, sus críticas al gobierno son verdaderamente surrealistas), pero en general creo que las críticas han tenido un gran criterio racional. ¿Qué es más racional, aceptar un Indec trucho o aceptar una realidad paralela para determinado índices nacionales?, ¿Qué es más visceral, celebrar a un gobierno que después de 5 años de brutal crecimiento solo pudo desarrollar negocios para sus amigos o criticar el estancamiento en obras de infraestructura y la inacción total en la asistencia a los pobres que tiene el país y que van en aumento?
Si la gente no hubiera sido racional, entonces Cristina no hubiera ganado las elecciones. Con el voto a Cristina la gente recompensó el trabajo de Néstor, admitía que muchas cosas se hicieron bien y que las que no se habían hecho bien Cristina las iba a corregir. Eso es racionalidad. Después llegó el festival surrealista de las 125. Cuando digo surrealista no me refiero a la resolución en sí, sino a su manejo, al festival de de discursos mal hechos, la arenga barata y barrial, la quijoteada adolecente y el agite de miedos curados con el único fin de la manipulación pública. Todo eso dio asco, fue irracional, fue estúpido. Fue muy estúpido.
También es cierto que existe irracionalidad en la crítica, lo demostró la nacionalización de los aportes jubilatorios. Ese es caso paradigmático de la influencia de los medios en la opinión pública. Pero tampoco se puede dejar de contemplar en el análisis lo peleado que está este gobierno con las formas. Como su forma retorica de plantearse ante la realidad política que le toca vivir se basa en la falacia de que “somos los buenos que nos determinamos a luchar contra la derecha que quiere destruir este país” (y claro está que la derecha son todos los que no están a favor del gobierno), esa misma lógica los lleva a convalidar que cualquier medio sea aceptado para ese fin. Es una perversa justificación para muchas de las barbaridades que se vienen haciendo.
Por todo esto no estoy muy de acuerdo con lo irracional y anacrónico que le adjudicás a la oposición.
Creo que estamos hablando de lo mismo cuando decís que las críticas de tu vieja al gobierno son surrealistas. Sobre lo que yo estaba pensando era sobre eso, nada más. La imposibilidad de hablar de política en ciertos espacios y lugares, con gente educada y racional porque están obnubilados y uno termina discutiendo sobre la ley de alquileres de los 50 y no sobre si es una buena o mala idea la estatización de la jubilación.
Después cuanto la oposición es irracional, cuanto lo es el gobierno, cuanto el gobierno hace referencias a temas anacrónicos… que lo escriba otro en otra entrada.
que buenas son tus reflexiones ayudan a pensar
Tantas líneas al dope para seguir con la lata de la clase media como un todo homogéneo. Ni en Indymedia tienen esa obsesión con los sectores medios, pero por lo menos les dicen pequebuses, es más divertido.
La clase media es un colectivo. Por eso clase media, sino hablaríamos de «el 68% de las personas de entre 18 y 64 años del NSE C1C2C3…». La referencia es a los espacios de opinión pública de la clase media. Ambitos de reunión física (reuniones familiares, escolares, de lo que fuere) y electrónicas (Los Facebooks de este mundo y demás yerbas).
Ya Jauretche hablaba de la heteogeneidad de la clase media, a eso me refería yo, no a que no existe una clase media como vos al parecer entendiste.
Hay bastante mito y tu artículo es más de lo mismo. Tanto batir el parche con la clase media cuando la clase baja fue el principal sostén del menemismo durante diez años.
Para J. K.: Respondo porque tu comentario es abusivo y me «irrita». Hablar de “términos y modos de análisis” sin aludir al objeto que refieren esos términos y modos de análisis es, por decir poco, sumamente parcial. En ese sentido, creo que las respuestas al conflicto fueron ingenuas. Se gritaba “negros de mierda” y respondimos “gorilas”. Pareció, más bien, un experimento de acción y reacción. Y respondimos como estaba previsto que se respondiera. Si pusieras que la clase media reaccionó a favor de los negocios agrarios porque efectivamente estaba comprometida con el asunto, sería menos grave que aceptar que se reaccionó frente al triste, para vos, claro, espectáculo de dirigentes tocando el bombo. Te aviso, por si no lo sabés: no es ilegal tocar el bombo. No es inconstitucional, tampoco. Y ahí le das la razón a Ignatius: fue una reacción sumamente irracional. ¿Entonces? Tan irracional como juzgar duramente el costo de los micros que se dirigían a Plaza de Mayo y no decir una palabra de los intereses puestos en juego en los actos de Rosario y Buenos Aires. Pero hablar de los pobres es fácil. Los ricos no te dejan y vos los respetás y obedecés. ¿Ese sometimiento es más respetable que un sistema de evaluación equívoco, cuya finalidad te beneficia? Tu alegato sobre la insuficiencia de las acciones en beneficio de los pobres suena lindo. ¿Realmente te preocupó cuando se defendió el desabastecimiento que, claro, eso sí que es ilegal?
Sí Graciela, tenés razon. En uno de tus párrafos, rotundamente. Estoy en España hace años y jamás fuí testigo de tanta leña gratuita a un gobierno legítimo y sus funcionarios… como fui testigo también, de cero leña a los gobiernos ilegítimos, claro. Por eso, el día que ví a Guillermo Moreno cantando al ritmo del bombo junto a los compañeros(compañeros de escarnio y de humillaciones y tn, y clarin, y nación, y reptil… hasta el asco y el hartazgo…) te juro que canté junto a él y su bombo tanta rabia y dignidad y orgullo contenidos. Un abrazo.
que buenas son tu reflexiones