A propósito del post de Shussheim de los 300 comments, rescato esto de Eva Row como un manifiesto anti nacional
Estuve leyendo todo varias veces y siguiendo el hilo de esta discusión tan rica que se nutre de gente que sabe tanto como Ezequiel y de gente apasionada como Udi, de gente quilombera por naturaleza como Jorge y de un guerrillero en Amsterdam (Efraín) que no deja puntada sin hilo. Y me olvidaba, de Roberto que es MI MARIDO, (¡atenti!)
Yo no opiné hasta ahora, porque la verdad que padezco la vinculación que se me atribuye por la fuerza con el Estado de Israel por mi condición judía. Padezco a los sionistas oficiales que dicen que hoy judío y sionista es equivalente y me imponen que sea sionista, o judía auténtica, y padezco a los judíos antisionistas como Udi, o como los amigos León Rozitchner o Alejandro Horowitz, que corren a firmar solicitadas contra el Estado de Israel porque son intelectuales de izquierda y judíos, como con una obsesión de sacar la mano del montón y que los vean, porque ellos son judìos, pero buenos.
Tengo derecho a ser judía a mi modo, sin estar involucrada en lo que haga o no el Estado de Israel. Aunque yo esté bien definida en el tema, me encoleriza que se espere de mí la definición “por ser judía”. En eso consiste mi lucha últimamente en relación al ser judío. Mi definición en el conflicto árabe israelí es desde mi ser argentino, absolutamente independiente del ser judío.
Yo he sido sionista mucho tiempo, como muchos judíos NO han sido cuando yo lo era, cuando era jovencita y algo más. El sionismo no era popular entre los judios argentinos antes de la guerra de los seis días. El ambiente joven mayoritario era light y farandulero. Los sionistas éramos pesados y veníamos a romper las bolas de los que vivían la vida holgada y distendida del asalto en las terrazas de las casas los sábados a la noche. Nosotros los sionistas no íbamos a bailar, nos metíamos en polìtica, los jóvenes de los 60 estaban en su mayoría en la joda.
Más adelante, involucrados en las cosas de la polìtica argentina, con Herman Schiller participamos del Movimiento Judío por los Derechos Humanos y estuvimos en relación bastante estrecha con el anterior embajador de Palestina Akel, con quien hemos compartido conversaciones y actos a los que nos invitaba. También participé del Movimiento Paz Ahora.
Conversando con Akel en una mesa de La Biela le dije una de mis metáforas: bueno, la nena no tenía que quedar embarazada, es fruto de una violación, pero el nene ya nació, ahora hay que darle el pecho.
Tanto el representante de la Liga Árabe que estaba ahí, como Akel, se rieron de mi ocurrencia y convinieron conmigo que la cosa es ir para adelante. Pero lo que yo creo con toda mi convicción es que en los resortes de poder del Estado de Israel no sólo no hay vocación de paz, sino que hay vocación de sostener eternamente el estado de conflicto. Claro que todos se llenan la boca diciendo que quieren la paz, y algunos son sinceros. Pero está el trasfondo real de la decisión de vivir en conflicto irresuelto. El pico emergente es el asesinato de Rabin. Yo lo veo a ésto, y no me lo banco más. Israel vive de la guerra, toda su justificación idealista es heróica, es la guerra. Alrededor del Ejército se socializan los jóvenes y todo el pueblo israelí configura su mística heróica en la guerra. ¿Cómo podrían los israelíes dejar todo eso sin dejar de ser todo lo que son? ¿Cómo podrían vivir sin servicio militar y seguir teniendo un estado étnico sin hipótesis de guerra? El fin de la guerra es el fin del Estado de Israel. Lo que estoy diciendo es muy duro, pero es así. Sin la guerra como peligro, Israel deja de ser Israel.
Desde que yo tengo esta convicción es que me fui distanciando del tema y mi judaismo no tiene que ver con el Estado de Israel, sino que es una montaña de recuerdos fantasmagóricos que caminan como espectros por las calles del Once, antes pobladas de rústicos idish parlantes, ahora reemplazados por esos extraños seres ortodoxos que penetraron a un mundo judío al que yo no pertenezco, porque no tiene nada que ver conmigo, nada pero nada.
Por eso no van a verme correr a participar de los debates a favor o en contra de Israel.
Estoy a favor del pueblo palestino y de su lucha contra la opresión que le propicia el Estado de Israel, igual que Barenboim. No estoy en contra de la idea sionista original, porque aunque estaba equivocada, era una salida intelectual tan mala como todas las otras al problema real del antisemitismo.´
No me interesa discutir como se fundó el Estado de Israel, porque ya expliqué que lo fundó el imperialismo y la expulsión de los judíos de Europa a la que contribuyeron todas las Naciones europeas, además de Alemania. Me intersa discutir el presente, en el que se reafirma diariamente, que no hay intención de hacer la paz, sometiendo a las dos poblaciones a los rigores del asesinato constante. No hay excusa, si no hay paz es porque el Estado de Israel no quïere.
Por el pueblo palestino, hay que obligar al imperialismo a hacer la paz en la región, lo que no se hace condenando la existencia del Estado de Israel, sino su política de encontrar justificativos para demorar el proceso de paz con la excusa de que son atacados por los palestinos. Justamente por eso hay que hacer la paz, si¨no fueran agredidos, habrìa paz. ¨¨
Los crimenes y apropiaciones van a ser compensados en las negociaciones de paz, con sumas de dinero, nadie va a devolver las vidas y bienes perdidos. Son los intereses imperialistas de los EEUU y sus socios israelíes y del mundo entero, los que alimentan la perpetuación intencional de un foco de conflicto que les resulta operativo a todos ellos juntos, no sólo a los socios israelíes. Y yo no tengo nada que ver aunque quieran involucrarme, aunque tiren la Amia abajo. Si están tan locos, no cuenten conmigo.