El tiempo que no deja de transcurrir va cristalizando algunas definiciones.
Cambiemos pintó de amarillo el país reafirmándose como primera fuerza nacional con el 40,7% de los votos en las elecciones legislativas. En frente un peronismo quebrado: Unidad Ciudadana 21,8%, Partido Justicialista 14,9%, Frente Renovador 6,8%.
El gobierno ganó la batalla dialéctica con el “Nosotros o el pasado corrupto” versus el “Nosotros o el ajuste” del “cristinismo progresista”. Exprimió el consenso negativo contra el kirchnerismo por errores y horrores propios. Afianzado, agrandado, tergiversado y propagado por la incesante difamación de los medios masivos. Como el “678 macrista” de Alejandro Fantino que para nuestra generación, que nos dormíamos con Mar de Fondo, nos desilusiona tanto como la claudicación de Lanata.
La gran ola amarilla arrasó porque el «fin del cepo», la eliminación de retenciones y el «tarifazo», por la inercia de la bonanza económica de la “fiesta populista”, resultó ser soft y eficazmente justificado con “la pesada herencia”. Esta lógica se impuso sobre el ajuste que anunciaron que van a hacer y sobre la asintomática toma compulsiva de deuda. Sumó al triunfo el despliegue de un “populismo fugaz” que incentivó el consumo, retrasó los aumentos para después de las elecciones y dejó por un rato su meta fiscal gastando en obra pública y en créditos hipotecarios. Los grandes medios hicieron una campaña de alto impacto junto a Comodoro Py con indagatorias, procesamientos y encarcelaciones al timing proselitista de Cambiemos.
Sin ánimos de subestimar o de bajarle el precio al triunfo, el guarismo obtenido es más o menos lo que siempre sacó la UCR mimetizada con el neoliberalismo y como ya dijimos lo que en general siempre saca cualquier fuerza política en su primer elección legislativa. Lo novedoso de esta alianza es que su núcleo duro de CEOligarcas logra sintetizar una aparente unidad inquebrantable entre actores tan disimiles como radicales aspiracionales, antiperonistas, ONGistas y peronistas conservadores. ¿Lograrán la unidad por ser un espacio político en términos históricos incipiente, carente de liderazgos fuertes -más allá del de su mentor- y con muchos cargos para repartir en todo el país?
Son la primera minoría pero claramente son mayoría. No en cantidad de personas a las que representan sino en la cantidad de poder que acumulan. Desde el vamos siempre contaron con el apoyo multifactorial del poder económico nacional e internacional. Tienen la suma del poder ejecutivo de la Nación y sus distritos más importantes: Banco Ciudad, Banco Provincia, Banco Nación y Banco Central. También cuentan con el apoyo abroquelado del “cuarto poder” en manos de grandes medios cada vez más concentrados. Y prácticamente sin voces disidentes. Una por una eliminada.
Y qué decir de la justicia federal que como siempre en vez de investigar realmente la corrupción se propone como su garante. Actúa como un instrumento para proteger al gobierno de turno y atacar al gobierno saliente. Con la salvedad que aquí se está alcanzando ribetes inéditos. Con las jugarretas para controlar el Consejo de la Magistratura para remover y nombrar jueces a piaccere. Con el acoso personal, político, judicial y mediático a la jefa de los fiscales para controlar la Procuración General. Con el alineamiento de los jueces federales de primera instancia por convicción o por extorsión. Con la tranza entre el Poder Ejecutivo, la Corte Suprema y la Cámara Federal N°2 para que el sistema se vuelque hacia una cacería (con tintes mafiosos) de opositores y de todo aquel que desafíe o no se alinee al experimento económico, político, social y cultural que busca imponer Cambiemos. Antes eran los “carpetazos” o la “Banelco”, ahora es directamente la cárcel: la Doctrina Macri.
El hostigamiento mediático-judicial de amenaza constante, show novelesco y desgaste público de opositores fue prolongado y sistemático. A esta estrategia se acopló la concreción de las detenciones. Con el uso selectivo de la prisión preventiva como condena anticipada y del principio de inocencia donde solo los opositores son culpables hasta que el gobierno desee lo contrario. Cabe destacar que dicho uso ya hace tiempo que es aplicado a los pobres que rebalzan las cárceles sin tener condena. Lo nuevo es su utilización para la cacería política.
El globo de ensayo fue la detención de Milagro Sala, sostenida por una concatenación de causas que se superponen a medida que se van cayendo. Siguió con Lázaro “El Testaferro” Báez, José “El tira Bolsos” López, Víctor “El Contador” Manzanares, Claudio “El Cuñado” Minnicelli, Roberto “El Número Tres” Baratta, “Don” Julio De Vido -diputado electo por voto popular- y el “El Vice” Amado Boudou. Todos sin condena en ninguna instancia y algunos sin siquiera saber de qué se los acusa. Una vez encarcelados pueden ser bien apretados para cantar la canción que quiera el gobierno. Hasta el momento nadie batió nada.
Quizás lo peor de esta doctrina no es la elevada manipulación de la justicia sino su rasgo medieval de indignidad humana. Hablamos del show mediático de exhibición, humillación y escarnio público de los detenidos como si fueran capos de un cartel de drogas mexicano o terroristas islámicos que son encontrados en su búnker en pijama, descalzos y despeinados. Ni Videla pasó por esos vejámenes.
Pareciera que el gobierno se olvida de la dinámica del tiempo, que nada es eterno y que los vientos políticos cambian. Están sentando un precedente peligroso. Un arma de doble filo con la que cualquier ex funcionario puede ser privado de su libertad porque el hecho de haber ejercido ese cargo indica que puede ensuciar un proceso judicial. ¿Si cualquier ex funcionario podría intervenir en una investigación en su contra no podría entrometerse aún más un funcionario en actividad?
Acaso Macri estando procesado y siendo Jefe de Gobierno no estaba en mejores condiciones de las que está ahora Boudou -en un lugar marginal de la política y siempre ajustado a derecho- para entorpecer la investigación por las escuchas ilegales? ¿Y para interferir en la causa de la autocondonación de la deuda del Correo Argentino? ¿Habrá ya intervenido en la causa por las empresas fantasmas en guaridas fiscales que fue rápida y obedientemente cerrada?
Si comunidades mapuches organizadas molestan a los amigos terratenientes extranjeros del presidente, la Doctrina Macri manda a la Gendarmería desatada sin medir los efectos colaterales. Total se puede encubrir. Si un sindicato molesta al gobierno o a un amigo suyo la Doctrina interviene el sindicato y persigue a su secretario general, pero si se destapa una guerra de testaferros por el motín de un sindicalista muerto amigo del presidente no se dice ni “mu”. Si un medio difunde un dato que deja al presidente como vehículo para que su hermano pueda blanquear 600 millones, la Doctrina hace echar al periodista que lo dijo y extorsiona por una deuda a sus dueños con la única lógica binaria que reconoce: venden su empresa o la cárcel. En cambio a los grandes medios que tienen deudas mucho mayores son premiados con más Pauta Oficial.
Si los trabajadores protestan los reprimen, si los ciudadanos van a una marcha la infiltran con agentes de la SIDE para pudrirla, si un pibe escribe un tweet lo mantienen detenido 5 días.
Esta doctrina se encuentra muy lejos del “Terrorismo de Estado” pero bastante cerca de un “Miedismo de Estado” ya que busca el consenso disciplinando a la sociedad a través de la administración extorsiva del miedo. Sosteniendo un “estado de excepción” permanente para llevar al país a una situación económica y política pre-peronista. El nombramiento del presidente de la Sociedad Rural -representante de las mil familias dueñas de la tierra- como ministro de Agroindustria da testimonio fiel de aquel propósito.
Corrupción real (poca o mucha), alguna cuenta que no cierra, algún gasto no justificado o algún desarreglo en la vida personal. La doctrina Macri es efectiva porque todos tienen un “muerto en el placard”. De ambas partes de la grieta. Nada más que ahora una de sus partes «maneja la batuta» y lo hace de modo brutal. Entonces el peronismo, ¿qué debe hacer? ¿Cómo debe surfear la Ola?
En principio deberá decidir cuál es el rol que desea seguir ocupando. ¿Un rol funcional a la alianza gobernante o una real oposición con aspiración de gobernar? La segunda opción solo se podrá concretar buscando la unidad del movimiento con sus aliados radicales y progresistas. Deben aceptar de una vez por todas que con CFK no alcanza, pero sin ella no se puede porque es la dirigente peronista con mayor cantidad de votos. Si es un obstáculo, ¡que se corra y que acompañe! ¡Que abandone las mezquindades egocéntricas que siempre la han movilizado!
Se están produciendo movimientos. Massa se baja de la política y se va a dar conferencias bajo la tutela del yanqui republicano Rudolph Giuliani. Urtubey sale del placard y migra a Cambiemos. Randazzo pareciera que concibe la política como si fuera una gira de presentación de un disco y se llamó a silencio. Los puestos empiezan a estar vacantes abriéndose el espacio para la unidad.
Hay que aprender de los Rodríguez Saá que se recorrieron toda su provincia y dieron vuelta el resultado adverso de las PASO. Así como Salvador Allende se recorrió todo Chile durante 10 años y como Lula lo está haciendo ahora. Se trata de hacer el timbreo PRO pero de verdad, volviendo a las bases, a convencer persona por persona, en las plazas y en los barrios a lo largo del país. Hay que aprender de las tácticas y estrategias de Cambiemos respecto a las formas -como el “si pasa pasa”, las “marchas y contramarchas”, el “tirar muchas medidas a la vez para que se concentren en alguna mientras avanzan con el resto”– pero para implementar políticas para el desarrollo con inclusión.
Los dirigentes que se pongan al frente deben ser impecables en lo público y el lo privado. No se les tiene que conocer ni que un día le contestaron mal a un vecino. Es más si se puede que ni siquiera tengan hijos para que no puedan ser usados como moneda de extorsión. Existirá alguien así?