El poder ejecutivo envió un proyecto de ley al parlamento. Para ello, recogió una propuesta nacida en el llano de la sociedad, es decir, la iniciativa excedía en autoría y antecedía en el tiempo al propio gobierno. De hecho, varios de sus antecesores habían intentado algo parecido –con menor consenso social-, y debieron desistir ante las enormes presiones ejercidas por los futuros “damnificados”. La situación de ese país en cuanto la materia a debate, era por demás retrasada. La norma atacada pecaba de antigua, y era el paradigma de una época nefasta, que aún intenta dejarse atrás. Hubo presiones de todo tipo para los legisladores que iban a tener el tema a evaluación. Apenas presentado el proyecto, se acusó –sobre todo, aunque no solo, desde los medios dominantes del establishment económico- al poder ejecutivo en cuestión de ser portador de los peores males imaginables. Se lo acusó de que propendería la cerrazón e intentaría obtener la aprobación de la ley sin ceder una coma, a las apuradas. El gobierno demostró que no, abrió la discusión, cedió posiciones. Ante ello algunos se subieron al debate, otros persistieron en la negativa y corrieron el eje incansablemente. Se auguraron catástrofes varias, juicios múltiples, pérdidas millonarias. Ante eso, allí sí, el poder ejecutivo decidió acelerar el momento de la votación, siendo que no había en muchos de sus rivales voluntad real de debate, sino la deliberada vocación de obstruir a como diera lugar una iniciativa que tenía años de discusión, y que increíblemente, lo hacían bajo el argumento falaz de “falta de tiempo para estudiar el tema”. La administración se jugó el todo por el todo en la cruzada con las concesiones ya mencionadas, puso sobremanera el cuerpo en la negociación, rosqueó sanamente a full. Se jugaba gran parte del capital político que le quedaba tras un comienzo de ensueño a lo que siguió un veloz e intenso desgaste y resignación de imagen social. Y logró su cometido, legando a sus administrados una norma de avanzada respecto de la que la precedía, aunque moderada respecto de las intenciones iniciales y luego de las modificaciones otorgadas. En cualquier caso, un avance. Victoria híper exigua, pero victoria al fin. Quienes no están de acuerdo con la nueva ley, impotentes en el trámite parlamentario, ahora se dirigen rauda y velozmente a tribunales. Todo les vale en pos de acabar con la criatura.
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Acerca de Pablo D
Abogado laboralista. Apasionado por la historia y la economía, en especial, desde luego, la de la República Argentina.
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El hecho de que Obama me caiga ben y Cristina me caiga como el culo no tiene tanto que ver.
Hay cosas de la ley que no me gustan nada (la mayoría las objetó el socialismo en el tratamiento particular), y hay dudas con respecto al trámite de su sanción.
Lo primero ojalá sea objeto de una modificación en el futuro, lo segundo lo esta viendo la justicia, igual que el tema comisión bicameral que perturba tanto a Pichetto.
No solo el socialismo objetó cosas. Pero no se enoje con CFK, enojese con los tarados que se levantaron y se fueron del recinto, cual los nenes que dicen «no juego más». Porque si se quedaban, hacían número para modificar esas cuestiones.
Eso sí, y fuera de toda chicana: ¿cuales de las cosas de la ley objetadas por el socialismo son las que a vos tampoco te gustan?
Con respecto a las «dudas judiciales sobre el tramite de sancion» te recomiendo mariano que leas lo siguiente:
http://www.saberderecho.com/2010/03/el-fallo-de-camara-contra-la-ley-de.html
Al pedo, Juan Pablo. Van a decir que Arballo es un tipo pagado también, un fundamentalista o lo que sea. No hay con que entrarles.
Viernes 9 de abril 19:00 hs, concentración en el Obelisco por la Ley de Medios, contra la «justicia express» de la Puta de Arrabal et. al., y lo mismo, pero ya frente a Tribunales, el jueves 15 de abril.
A correr la bola y soplarle la nuca a los Supremos, para que una ley que carreteó en la pista durante cinco años no la termine derogando el juez de paz de Quemú-Quemú.
PD: Morales, ponete un parripollo. Administrado por alguien que sepa, claro.