Lo cruzabas y era uno más comprando el pan todas las mañanas; mirando al nieto formarse el primer día de clases. Escuché que los domingos invitaba a la familia a la quinta, escuché de las vacaciones , de la vivienda que consiguió a través de la cooperativa o de los créditos que le daban por ser o haber sido o haber tenido el rango que tuvo. Y también escuché de refilón , por estos días, que no todo estaba bién, que la nuera pedía que el apellido del nene no trascendiera en lo posible entre los compañeros del grado. Escuché , al pasar también , ese apellido .
Hoy se anuncia en el diario el comienzo de un nuevo juicio por un crimen de lesa humanidad en los tribunales de San Martín : releí la historia de Floreal Avellaneda, el chico de 14 años que los cobardes torturaron a pasos de su madre. El que fue encontrado flotando en las costas uruguayas maniatado, muerto por empalamiento. Y leí el apellido de uno de los imputados, era el señor de los asados en la quinta y del nieto en primera fila. Tuvo 33 años de ventaja, de vida feliz, goza de la salud que robó a otros y de los beneficios que negó a sus torturados: un juicio. Goza de vida.
Imputados: ex general del ejército Omar Riveros, Fernando Verplatense, Osvaldo Jorge García , César Amadeo Fragni , Raúl Horacio Harsich y Alberto Angel Aneto. Juicio a cargo de TOF 1 de San Martín, por el crimen de Florel Avellaneda, de 15 años y el secuestro de su mamá el 15 de Abril de 1976.
Que se haga justicia, aunque sea tardía, aunque nos parezca insuficiente, no bajemos los brazos, nunca.
«Como a los nazis les va a pasar, a dónde vayan los iremos a buscar».
Sin memoria no podrá haber verdad, y sólo la verdad permitirá la justicia.
Y, sin memoria, verdad ni justicia: ¿Qué seríamos?
Recuerdo el caso de Floreal, quizás uno de los más terroríficos de todos. Y aunque siempre me opuse a la pena de muerte, recordar a sus responsables y ejecutores, juro, juro, que me arriman mucho al pensamiento de Su. Ningún escarmiento menor que el paredón se merecen estos reverendos hijos de puta. Un pibe de 15 años… No tienen perdón. Hay que tener un alma cochina, baja, inmunda para hacer ésto. Exploto con sólo recordarlo.