La política tiene un lado futbolero. Algo de la lucha Radicales/Peronistas, Izquierda/Derecha, tiene que ver con Boca/River. Por supuesto no se agota allí y toma una trascendencia infinitamente mayor al definir los destinos de la sociedad a través de las gestiones gubernamentales. Pero sería necio negar que una parte de las adhesiones de muchas personas, están relacionadas con la camiseta que alguna vez decidieron ponerse.
Veamos algunos choques K v.s. AntiK en esa perspectiva. En el 2007, antes de las elecciones, el partido estaba definido. Desde esta tribuna festejábamos y en la otra la hinchada se iba 15 minutos antes que termine el partido. Era difícil no ser soberbio de este lado. Era difícil no salir puteando al árbitro del otro. Pocos meses después, en la 125, todo había cambiado. ¿Qué pasó con los goles que habíamos hecho? “no, ese partido terminó, ahora empezó otro y van 3-0 abajo a los 20 minutos del primer tiempo”. Todo terminó, siamo fuori. La soberbia era de ellos, y, ¡cómo no se iban a desquitar! Convengamos que les habíamos gritado algún que otro gol en la cara. ¿Por qué en el turno de ellos iban a ser moderados? Pero también, ¿quién no comprendería la furia de una situación como la nuestra? Del baile y la gloria, al siamo fuori en un abrir y cerrar de ojos.
Ahora la situación es otra. Hicimos un par de goles. ¿Todavía perdemos 3 a 2? ¿Estamos empatando 3 a 3? Por ahí anda la cosa. Pero por primera vez, hay partido. Todos nos podemos tranquilizar. No hay que reventar de una patada al delantero del contrario, nos expulsan uno y quedamos al horno. Eso en cambio a nadie le importa si va perdiendo por goleada. Pero ahora sí importa. A nosotros y a ellos.
Si el lado futbolero se apacigua, pueden florecer con más fuerza otros lados. Más constructivos seguramente.
Esto va para el lado político. Para la sociedad viene un año y medio que no quiere desperdiciar. Es fundamental desde el gobierno lanzar una iniciativa importante. En lo posible difícil de rechazar desde el resto del arco político. No enfrentar con vehemencia a la oposición, no quiere decir no hacerlo con los poderes fácticos. En algunos momentos, (solo en algunos momentos) se puede decir incluso, al contrario.
El enfrentamiento está en el ADN político de los Kirchner, y me parece muy bien. Pero ese enfrentamiento no siempre incluye a la oposición. En algún momento del inicio significó DDHH y corte suprema. ¿Puede ahora significar reforma impositiva?
El partido lo levantamos y lo estamos jugando. Pero va a ser muy difícil de ganar sin algún golazo. ¿Se puede hacer una reforma impositiva que cambie la estructura económica en los próximos años? ¿Cuáles serían los costos? ¿Fuga de capitales? Me es difícil medir la viabilidad de la medida. Pero estoy seguro que en algún momento enfrentarse decididamente a Clarín era visto como un imposible.