Las últimas apariciones públicas de Elisa Carrió vuelven a poner en tensión a las internas en la Alianza Cambiemos. ¿Por qué ocurre esto? ¿ Tan fuerte (e importante) es el poder de Lilita en ese espacio?. Reflexionemos sobre ello.
La aliada principal del Mauricio Macri, aquella que permitió que se arme la alianza Cambiemos que posibilitó que gane la Presidencia: Elisa María Avelina Carrió.
Su rol dentro del Gobierno desde su inicio fue el de ser la garante de “La República”. Se arroja sobre sí misma la función divina de sentenciar quién es corrupto y quién no lo es, quién defiende “La República” y quien la ataca. Su rol informal es ser una especie de ente autárquico dentro del gobierno que decide qué es lo que está bien y que es lo que está mal para la sociedad, con el objetivo primordial de luego blanquear las causas judiciales contra Macri y su gente cercana.
Ante las denuncias contra el entorno del presidente reacciona con ataques, no los defiende sino más bien se une a esas denuncias y exige que se esclarezcan. Sobreactua transparencia pidiendo que los investiguen en las causas donde tiene la certeza que no van a prosperar debido a la presión sobre el Poder Judicial que ejerce el Poder Ejecutivo, una habitual maña de los gobiernos.
Como ella vió la documentación que le pidió a Macri, este no es culpable por las 29 empresas fantasmas que figuran en los Panamá Papers. Cómo Arribas fue sobreseído en tiempo récord por un juez amigo que no quiso investigar nada, ella sentencia que está todo bien con el Jefe de Inteligencia.
Como escribió Carlos Heller para el diario Página 12[1] en Carrió todo es desplazamiento. Así como para Lacan el deseo es como un tranvía cuyo motor tracciona al sujeto parlante con la fuerza que le da cierta falta estructural, deslizándose metafóricamente de un significante a otro significante, Elisa Carrió es un tranvía en continuo movimiento.
Es un tranvía que fue de la UCR a la Alianza, pasando por el ARI (Argentinos por una República de Iguales), la Coalición Cívica, el Acuerdo Cívico y Social, UNEN y finalmente Cambiemos. Siempre con conflictos y con peleas. Pero en esta constante transformación hay algo invariante: la dirección de esos cambios hacia posiciones cada vez más liberales y más conservadoras. Pasó de tratar a Macri de empresario ligado “al robo del país” a ser la que habilitó que éste alcance la primera magistratura.
En 2015 Carrió se alió con Macri para que sea Presidente, al mismo tiempo que apoyó a Lousteau para arrebatarle el único distrito que tenía el Pro hasta ese momento a su heredero Horario Rodríguez Larreta, la Ciudad de Buenos Aires. Cosa que si sucedía hubiera lapidado prácticamente las posibilidades de triunfo a nivel nacional de Macri.
Recordemos que en esos tiempos el líder Pro eligió el festejo por el ajustado triunfo (51,64% a 48,36%) de Rodríguez Larreta en el ballotage para dar inicio a su exitosa estrategia electoral de caprilización de su discurso tan debatida en Artepolítica, para mostrarse moderado y así captar los votos de “la ancha avenida del medio” con su “vamos a dejar todo lo que está bien y cambiar lo que está mal”. Como olvidar cuando entre abucheos gritaba que Aerolíneas Argentinas e YPF iban a seguir siendo del Estado.
Esta rareza llamada Carrió se reafirma en que finalmente terminará siendo candidata del Pro en el 2017 en las elecciones legislativas en contra de su pichón Martín Lousteau. El mediático economista seguramente sea el mejor aprendiz de Carrió ya que luego de su salida del Ministerio de Economía del primer gobierno de CFK por haber provocado una crisis institucional histórica con la mal hecha resolución 125, relanzó su carrera política con el frente electoral SUMA+ junto a Terragno para disputar en la primarias de las legislativas del 2013 dentro de UNEN. Luego de perder en 2015 con el frente electoral ECO el ballotage para Jefe de Gobierno contra Rodríguez Larreta, fue designado por Macri nada menos que como en el embajador argentino en EEUU (paradigma de todo lo que está bien para el presidente). Pasó por el PJ de la provincia al kirchnerismo nacional, reconvertido en radical para terminar siendo un andrógino que apoya al Pro a nivel nacional pero le hace la contra dentro de la Ciudad
Volviendo a Lilita, ella construye poder personal a partir de la destrucción de sus alianzas. Primero la rosquea y arma acuerdos. Estos funcionan como la plataforma electoral que necesita para alcanzar el cargo electivo. Una vez que obtiene el poder que le da la banca comienza a minar lo construido para que de esas ruinas pueda quedarse con su cuota de poder. Es una contralíder que en vez de construir para crecer, unir y ordenar, lo destruye todo.
Quién sabe a qué integrante del Pro se le ocurrió el brillante plan de encapsular este modus operandi dentro de los límites macristas, hacerlo efectivo y utilizarlo electoralmente. Porque sobre la base de su forma de hacer política dentro del espacio de Cambiemos se presenta marcando sus disidencias con actores centrales del mundo Pro. Aparece públicamente llamando “delincuente” a Angelici (presidente de Boca Juniors y operador macrista en el Poder Judicial) y “corrupto” a Jorge Macri (Intendente de Vicente López y primo del presidente), denuncia ser “perseguida” por Cristian Ritondo (Ministro de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires) y ser odiada por Jaime Durán Barba (asesor especial del presidente) al que llama “el Jefe de Marcos Peña” (Jefe de Gabinete). Un caso especial es su rencilla con el presidente de la CSJN al que le pide el juicio político por enriquecimiento ilícito. Es un caso especial ya que, si bien suponemos que Ricardo Lorenzetti se encuentra cercano al gobierno Pro, esta pelea le sirve a Macri para presionarlo.
Entonces Lilita se define respecto al Gobierno a partir de sus diferencias que son críticas sobre cuestiones secundarias, mientras que silencia sus acuerdos respecto a los aspectos centrales del rumbo del Gobierno. Se mete en internas partidarias y hace constantes denuncias judiciales pero no dice absolutamente nada sobre el plan neoliberal en marcha. Los que votan lo crítico que hay en ella al votarla no hacen otra cosa que reforzar aquello que critican.
Al igual que hizo posible el triunfo de Macri al ser el puente para que la UCR le entregue al Pro su estructura partidaria nacional, su aparato electoral, sin el cual no era posible dicho triunfo, Carrió oculta la profundización de las políticas de ajuste dándole mucha visibilidad a diferencias de difuso interés.
Por un lado su rol en el mundo institucional macrista es blanquear a los funcionarios corruptos con su manto de transparencia, y por el otro ocupar el lugar de crítica interna para mostrarse plural, tolerante y para captar ese voto fluctuante que antes pudo captar Macri en campaña con sus mentiras sobre lo que no iba a hacer e hizo y sobre lo que iba a hacer y no hizo.
Por ahora la maquinaria esta aceitada y rinde sus frutos pero con las intervenciones discursivas de Lilita de ayer ya comienza a rozar un desgaste cuyo desenlace se aproxima no muy distinto a los ya sufridos en el pasado. La importancia vital de esta arma de doble filo del espacio Cambiemos es directamente proporcional al riesgo de su uso que históricamente siempre termina jugando en contra. Como dice el dicho quien duerme con niños amanece mojado…
[1] Elisa Carrió: la oficialista opositora 30/04/2017